En una multitud de desconocidos, sus miradas se cruzaron, y en ese instante supieron que el destino los había conectado de manera inexplicable.
Capitulo 1:
La feria mágica.
Dentro de las confinadas cuatro paredes de mi habitación, me encontraba inmerso en la escena llena de entusiasmo protagonizada por mi amiga. Observé con una combinación de fascinación y una leve mueca de disgusto cómo ella se lanzaba al aire, hábilmente amortiguando su aterrizaje con la punta de sus pies descalzos sobre la impoluta alfombra blanca que servía de decoración. Aunque no pude evitar que mi mente se detuviera por un instante para preguntarse si sus pies estaban debidamente limpios, rápidamente volví a centrar mi atención en el espectáculo que se desarrollaba frente a mí.
En las manos de Miranda, adornadas por dedos largos y una manicura delicada, sostenía un boletín que agitaba de un lado a otro, creando un contraste llamativo con sus hermosos rizos negros que caían con la gracia de una cascada sobre sus anchos hombros en cada uno de sus aterrizajes, una vez más, sobre mi pulcra alfombra.
Mientras mis pensamientos divagaban y mi ansiedad se manifestaba en el tamborileo constante de la punta de mis dedos sobre la elegante madera de cedro de mi escritorio, una de las muchas manías nerviosas que poseo, de alguna manera sabía que, sin importar lo que el pedazo de papel en las manos tono canela de Miranda pudiera contener, solo significaba una cosa para mí: Problemas y molestias.
Era un patrón que se repetía sin cesar. Miranda, con su espíritu aventurero e impulsivo, siempre encontraba la manera de arrastrarme hacia situaciones incómodas o desafiantes. Aunque mi ceño se frunciera ante la perspectiva de lo que estaba por venir, una pequeña voz interior reconocía que había un destello de anticipación y curiosidad. ¿Qué nuevo enigma se presentaría esta vez? ¿Qué desafío tendría que enfrentar y superar? Porque, al final del día, aunque las molestias fueran inevitables, también representaban una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.
«Aun que está vez no pensaba lo mismo» Detuve el golpeteo de mis delgados dedos para prestar atención a lo que parecía ser un susurro lejano saliendo de entre sus labios.
¿Había escuchado correctamente?
-¿Una feria? -pregunté con incredulidad, arqueando mis cejas rubias hasta el límite. No podía creer lo que estaba escuchando, y cada palabra que salía de su boca hacía que mis cejas se elevaran aún más. En cambio, ella estaba tranquila y serena, señalando con su dedo la imagen impresa en el maldito papel-. ¿Estas bromeando... Cierto?
-Samuel, necesitas mostrar más entusiasmo. No puedes decirlo así -me reprochó, soltando un suspiro de desaprobación que resonó en la habitación, mientras dejaba lo que yo llamaba "el montón de problemas" sobre la mesa impecable.
Me mordí el labio inferior en respuesta, consciente de que mi personaje podía ser un poco brusco a veces, pero no podía evitarlo. La idea de una feria llena de juegos para niños pequeños, cosas pegajosas en el suelo, niños llorando, gente gritando y vomitando, simplemente no era mi idea de diversión.
-¿Está segura de que hablamos de la misma feria? -pregunté, tratando de entender por qué Miranda estaba tan emocionada por un evento que yo veía como algo común y corriente.
Me quedé mirando la ilustración del papel sobre la mesa, sintiéndome un poco abrumado. Sí, las imágenes eran bonitas y coloridas, pero no podía sacudir la imagen de todas las cosas que podrían pasar con solo poner un pie ahí.
Miranda suspiró y se acercó a mí, poniendo una mano en mi hombro.
-Sera divertido, mira -metió su mano en el bolsillo de su pantalón acampanado de mezclilla, sacando de él su celular enfundado en una brillante funda amarilla. Lo sostuvo a centímetros de su rostro y sus ágiles dedos danzaron sobre el cristal resplandeciente, deslizando con destreza y velocidad. Un destello de excitación brillaba en sus ojos mientras mordía su labio carmín, el labial otoñal acentuando el gesto. Después de unos minutos de exploración digital, alzó su rostro hacia mí, su sonrisa deslumbrante iluminando la habitación.
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La Gran Swap: Aprendiendo a Vivir la Vida del Otro
RomanceSamuel y Gregorio son dos estudiantes de secundaria que se odian hasta la muerte. Samuel es un prodigio de la programación, con habilidades innatas en la codificación y reconocido como el mejor estudiante de su preparatoria. Él es el orgullo de sus...