Prólogo

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Quisiera negar que el haberla conocido ha influenciado tanto en mi vida como para recordarla cada que cierro los ojos; sin embargo, cada experiencia vivida que una vez fue, se pone en contacto con mi almohada para recordarme una vez más los sentimientos candorosos que aún no he superado.

Cuando escuché por primera vez su nombre, "Milena", no me causó ningún impacto en particular. Más nunca imaginé que terminaría enamorándome de ella, en especial porque mi vida era ajena a la suya. Aún recuerdo su presentación ante toda la clase, algo cambió ese día, aunque sus palabras y actos fueron comunes en apariencia, despertó en mí un interés profundo y un deseo plasmado en una constante frase: "quisiera conocerla". Fue entonces cuando algo empezó a germinar en mi interior y hasta el día de hoy no ha menguado en intensidad. Quizás vi cosas que nadie más vio o que de plano nunca existieron, pero aún así las tomé con el deseo ansioso de que con el tiempo se desvelen como reales.

La incertidumbre persiste y no he logrado encontrar una respuesta definitiva a mis sentimientos. He explorado en su ser, en el mío y en el de otras personas ajenas a mi conflicto. Todo con el fin de determinar si valía la pena seguirla manteniendo en mi mente. Aunque mi voluntad carece de dominio sobre este vínculo, puesto que Milena irrumpió en mi vida sin previo aviso con su boleto de llegada sin el de retorno. ¿Ella poseía algo especial o era yo quien quería creer que lo tenía? Sin encontrar una respuesta clara, la verdad permanece turbia y confusa, entre la suerte y la desgracia que nos envuelve.

Milena y su estrella fríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora