Pequeña cafetería

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Dinah se levanto muy temprano para ser ella, tenía que tomar el tren a primera hora si quería llegar sin tanta gente a su al rededor a Francia, le emocionaba la idea de utilizar sus nuevos lápices de color y su gran libreta de dibujo hoy en la mismísima ciudad del amor.

Con su pequeña mochila y un emparedado de mermelada, salió del desordenado departamento en el que vivía, era toda un artista tomando en cuenta que era lo único, que según ella, sabía hacer.

Paso por un té en la cafetería de a lado, la dueña de ahí era una viejita llamada Lynn de unos aproximados sesenta años, la que abría desde las seis de la mañana y Dinah era una clienta constante, además de que ya era amiga de la dueña y siempre le contaba historias y sobre todo, le avisaba hacia donde iría para que cuidara de su departamento.

¡Dinah! -dijo la señora detrás del gran refrigerador en donde había pasteles y pays de todo tipo, Dinah sonrió saludando tímidamente con su mano derecha y susurro un "hola" mientras entretenida veía a su al rededor, respirando el aroma que toda cafetería tendría, el fresco aroma del café- ¿lo de siempre?

Si por favor -asintió varias veces sentándose en una pequeña mesita enfrente de la señora- Lynn, hoy me voy para París.

¡Sabia que te irías de viaje! -la señora dijo un poco alto por el ruido que la maquina de café provocaba, haciendo sonreír a la chica alta mientras sacaba su libreta de dibujo- esa mochila solo aparece en esos momentos, ¿vas a ir a dibujar la ciudad o las mujeres que veas? -preguntó alzando una ceja mientras sacaba la leche deslactosada.

Las mujeres hermosas que vea -resaltó un poco la palabra "hermosas" acomodando su teñida y rubia cabellera en una coleta- compre nuevos materiales y quiero hacer una exposición en mi galería sobre dos mujeres francesas, las mas hermosas que vea.

Espero me enseñes algunos dibujos cuando regreses, me encanta tu trabajo -Lynn le sirvió su té de vainilla en un vaso para llevar, haciendo que Dinah soltara su lápiz después de haber dibujado media cafetería y el cuerpo de Lynn sirviendo el agua caliente y la leche en el vaso de cartón.

Claro, sabes que siempre te enseño todos mis trabajos, creo que contigo es la única que hablo después de mi madre -dijo entre risas parándose y tomo su té, dejando dos euros con cincuenta- aunque no se que vaya a encontrar o donde buscar, como jamás eh ido...

Dinah, tu siempre vas y vienes a lugares completamente diferentes a Londres y te pierdes más acá que en las ciudades nuevas que vas -negó la dueña de aquella cafetería dejando el dinero en su pequeña pero moderna caja registradora, Di tomo un sorbo de su té sintiendo el delicioso aroma en su nariz y el calor en su garganta, le encantaba.

Lo sé, a veces pienso que soy de todos lados menos de Londres -susurro Dinah caminando a su lugar de nuevo dandole un buen mordisco a su emparedado y terminando su dibujo, arranco la hoja al terminar y guardando lo que sobro de su comida, tomo todo rápidamente dejando el dibujo en las manos de Lynn, haciendo sonreír a la señora ampliamente ya que era el cuarto dibujo que le hacía y ya podía mandar a enmarcar a todos para ponerlos en su pared. Después de despedirse, Dinah salió a toda marcha al tren, sacó su reproductor de música con sus audífonos y se dedicó a escuchar el disco de Mariah Carey durante todo el trayecto del tren, tomando un poco de su té, pues el té negro le ayudaba a tratar de no dormise.

Miro los paisajes por la ventana y tomo algunas fotos de lo que veía en el tren, parejas hermosas de Londres emocionadas por ir a Francia, le encantaba ver como las emociones de las personas flotaban en sus ojos y por eso ella tomaba fotos de todo y todos, pero para dibujar ella siempre dibujaba mujeres, le encantaba la figura femenina desde que era adolescente, siempre dibujaba a sus amigas de pies a cabeza sin la necesidad de verlas dos veces, era un excelente talento nato. Pero cuando creció, se canso de dibujar siempre a las mismas personas, por lo que decidió salir más allá de Londres conociendo las belleza de otros países como América latina, Alemania, Nueva York y África, ella viajaba con el dinero que ganaba por cada dibujo, pues Dinah había tomado algo de fama en Londres y por eso tenía dinero suficiente el cual utilizaba para seguir viajando y comprar material, ya hasta tenía su pequeña pero propia galería.
Ella amaba lo que hacia y la hacia aún más feliz el que la gente reconociera todo su trabajo.

Belleza en papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora