Último registro.

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Quedo solo yo, afortunadamente no me han encontrado, pero puedo oírlos, puedo escuchar como se mueven por los ductos de ventilación, así fue como se esparcieron por toda la nave.

Todo comenzó hace una semana, después de haber concluido una operación regular de astro minería en un planeta sin permiso, o sea, fuera de la jurisdicción federativa.

Sabia que no debíamos hacerlo, pero ahora entiendo mucho mejor aunque de manera inútil el porqué de la regulación de la Federación. Hay cosas peores allá afuera que cualquier invención que se le pueda ocurrir a la mente humana.

Y hace unos días descubrimos una de ellas. al principio pensamos que no era más que una anomalía geológica, unas rocas con formas extrañas y peculiares. Como es costumbre, realizamos un escáner para determinar la composición mineral y evaluar el grado de pureza, pero no encontramos nada raro, así que después, al terminar, cargamos todas las que pudimos y volvimos a la nave principal para almacenar la carga. Yo era el encargado de la operación, y siempre tuve un mal presentimiento desde que iniciamos el anclaje orbital, incluso cuando aterrizamos no podía evitar sentir que algo estaba mal; la atmósfera, por así decirlo, se sentía pesada, agobiante, y el aire se sentía enrarecido. Como si estuviésemos en un cementerio olvidado de varios kilómetros de extensión.

Entonces, las cosas empezaron a ponerse extrañas, parecía que las rocas cambiaban de lugar cada vez que volvíamos al almacén, a veces parecía que eran menos. Después escuchamos movimientos detrás de las paredes, en los techos y bajo el suelo. Y entonces comenzaron las desapariciones.

Primero fueron mascotas y animales de abordo, después comenzó a desaparecer personal del turno nocturno y de la sala de máquinas.

Entonces, al tercer día, la pesadilla se desató. Y de los ductos y las esquinas salieron los engendros del vacío imperdonable del espacio. Por la gracia piadosa de una entidad mayor, yo me encontraba en el puente, dando un informe de mis hallazgos cuando todo ocurrió, cuando la alarma sonó y todo comenzó a irse al carajo, el puente de mando inició el cierre hermético de emergencia como dicta el protocolo, encerrándome con ellos.

Por dos días estuvimos a salvo, durante las primeras horas el capitán y su equipo de trabajo lucharon por coordinar una respuesta defensiva con los miembros de seguridad, pero esas abominaciones resultaron ser una fuerza apabullante demasiado feroz y hostil hasta para el mejor estratega.

Después de un rato que pareció eterno, el personal de seguridad fue abatido y consumido, y lo único que nos quedó por hacer fue presenciar la masacre a través de las cámaras repartidas por la nave, y esperar nuestro destino, algunos cometieron suicidio, negándose a terminar como sus camaradas, sus amigos, su familia…

Cuando ocurrió esto, el capitán reafirmaba su deber y responsabilidad, reordenando a los que quedaban. Comenzaron a planear qué hacer, algunos pensaron en suspender la atmósfera de la nave para asfixiar a los malditos, aunque eso implicara sacrificar a quién sea que haya sobrevivido aparte de nosotros, esa idea era más un consuelo que una preocupación.

Después, modificaron los controles atmosféricos para intentar congelar o sofocar a las aberraciones inefables e indescriptibles que pululaban los pasillos y áreas de la nave, pero tampoco funcionó, de hecho no se apreciaron cambios en su conducta feroz y salvaje.

También intentaron tenderles una trampa cerca de las compuertas del hangar, atraer a los más que se puedan para después abrir las compuertas y expulsarlos al inhóspito vacío del espacio, pero a los malditos bichos no les atraen ni las luces ni el sonido, solo la carne, solo el miedo.

Lo único que podíamos hacer era decidir sobre nuestro destino, elegir como terminar; de manera unánime, decidimos colocar la nave en curso de colisión con el Sol, pero al decidir esto, unos cuantos oficiales protestaron su desacuerdo, argumentando que era mejor morir intentando tomar el control nuevamente, a morir sin más como viles ovejas.

Fue así, como decidieron cometer insubordinación, tomaron las armas y se lanzaron a la puerta de acceso del puente de mando, ignorantemente dándoles libre acceso a las criaturas para que decidan nuestro destino en lugar de nosotros mismos.

En cuestión de segundos, las pesadillas del vacío invadieron el puente, despedazando a quién se encontraran, el capitán logró fijar la ruta, y los motores rugieron de manera ensordecedora, los rayos de luz del Sol entraron por las ventanas de observación e iluminaron la escena más grotesca y aberrante que jamás vi en mi vida.

Yo me encontraba paralizado, no podía creer que aquellas rocas extrañas resultaran ser la criatura más abominable y aterradora de la existencia.

El capitán me tomó del brazo por la fuerza y aprovechando el caos me arrojó hacia su cápsula personal de escape, él se encontraba a punto de entrar pero una de esas abominaciones le perforó el pecho y se lo llevó en un vórtice de gritos y sangre. Alcancé a cerrar la escotilla pero esos bastardos dañaron la salida y no puedo escapar. Ahora me encuentro aquí, relatando esto con el fin de dar testimonio de lo ocurrido, en cualquier momento romperán la escotilla o nos tragará el Sol, y me iré al infierno con estos engendros.

No debimos bajar ahí, ya vienen, puedo verlos a través del hueco, hambrientos, voraces, horribles.

No vengan a este sistema.

YA ENTRARON, VIENEN POR MI, NO ENTREN AL SIST…






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⏰ Última actualización: Sep 12 ⏰

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