1

201 20 2
                                    

Todo comienza en Guadalajara y unos niños que soñaban con ser futbolistas profesionales, se conocieron en su primer mundial, creando una amistad inquebrantable, un sueño para muchos, una realidad para aquellos mexicanos. 

En ellos se podía ver la verdadera lealtad y el amor de una amistad, contaban con un montón de admiradores, la dupla azteca era la favorita por mucho. Sus interacciones, pláticas y entrevistas eran las más esperadas por los aficionados.

A pesar de los años, su amistad nunca se debilitó, una muestra de ello, era el viaje que realizaba Andrés por el cumpleaños de su portero favorito. Guillermo cumpliría 25 años, su carrera estaba por el momento concentrada en Francia, por lo que El principito de México, Andrés, tomó un tren desde Sevilla a Francia, específicamente llegaría a parís. 

El viaje era largo, por lo que se acomodó para dormir, un par de horas después recibió la llamada de algunos miembros de la selección, todos pidiéndole que felicitarán al rizado de su parte, hablaron de un posible viaje entre todos, sin embargo no se concretó nada, el más animado por la idea fue Javier, así que dijo que él buscaría toda la información. 

Luego de una lluvia de ideas, para celebrar el cumpleaños de Ochoa todos juntos, volvió a tomar otra siesta, no quería llegar con el horario disparejo, necesitaba tener toda la energía para pasar un gran día con él. 

Al llegar tomó un taxi, pasó por un pastel de chocolate, el favorito del cumpleañero, hizo malabares para que no se le cayera nada, por andar con la maleta, el regalo y el pastel. Tocó la puerta y para su sorpresa Lionel Messi estaba ahí. 

- ¿Hola? - dijo confundido, el argentino se hizo a un lado dejándolo pasar al departamento - Guille, llegó Andrés. 

Guillermo salió de su cuarto a medio vestirse, cuando vio a su amigo lo ayudo enseguida con las cosas. 

- Principito, que bueno que llegaste, solo que pensé que llegabas en la noche, no importa, pasa, seguramente ya conoces a Messi, me lo encontré por aquí, lo invité a cenar con nosotros, le contaba algunas de nuestras anécdotas. 

- Ah si, hola Leo - dijo saludándolo tranquilamente. Luego se dirigió a Guillermo - Creo que si nos da el pastel, ¿Quieres que prepare algo para la cena? Se que amas algunas cosas que cocino, chilaquiles, tamales, no sé, lo que tu quieras.

- Pensaba en ir a algún restaurante - dijo con pena mirando a Lionel. - si no te molesta.

- No, claro que no, es tu cumpleaños - dijo el mexicano, sin entender lo que estaba sucediendo. 

- Ven te muestro tu cuarto - dijo Guillermo al ver que Lionel se sentía incomodo. Caminaron por el lugar, Andrés arrastraba su maleta. Entraron al lugar, una habitación con una cama individual con un buró. 

- Esta Perfecto, gracias.

- Andy, ¿Sabes que te quiero muchísimo? - dijo Guillermo sentándose en la cama, Andrés lo imitó. 

- Claro. 

- Bueno, tengo una cita con Lionel hoy, no me dio tiempo de decirte, perdóname, te prometo que mañana seremos solo nosotros. 

- No te preocupes - dijo Andrés sonriéndole - avísame con tiempo, usaré el día de hoy para instalarme, disfruta tu cita, cualquier cosa puedes llamarme. 

- Gracias Andy, te amo - lo abrazó 

Andrés una vez estuvo solo en el lugar, limpió un poco, lavó los trastes del fregadero y aspiró los cuartos, sabía lo difícil que podía ser mantener todo en orden, en especial cuando los partidos eran semanales y los entrenamientos diarios, por lo que le pareció prudente ayudar un poco con las cosas que estaban a su alcance. 

Amaba ayudar a Guillermo en lo que podía, por más mínimo que fuera, o si era muy complicado, no le importaba, porque todo parecía ligero cuando se trataba de él. 

Se metió a bañar luego de terminar de arreglar todo, para luego acostarse a ver una película. Quedó dormido esperando a Guillermo, que no llegó esa noche a dormir ni soplar las velas con Andrés, fue el primer cumpleaños que estuvieron separados. 

Esa mañana se levantó para preparar el desayuno, un par de tostadas con un poco de guacamole junto con quesos, frutas y chocolate abuelita. Guillermo entró al departamento, vi a Andrés en la cocina, tarareaba una canción. Sonrió al verlo. 

- Hola buenos días. - susurró con pena. 

- Buenos días, ¿Cómo te fue? - preguntó El principito dejando los platos en la barra junto con las tazas de café. 

- Bien, la verdad - sonrió tomando la taza de café acariciando por accidente la mano de Andrés. - Me gustó mucho todo. 

- Espero me cuentes detalles y no me dejes con el chisme a medias - dijo mientras agregaba azúcar a su café, revolvía todo el contenido mirando la taza, Guillermo mirada fijamente a Andrés con muchas preguntas en su cabeza. 

- Lionel me invitó a salir un par de veces, pero no me animaba porque estaba un poco asustado, ¿Sabes? Messi es tan exitoso, me daba un poco de pena que saliera conmigo, porque no me sentía a su nivel...

- ¿Cómo vas a decir eso? - interrumpió - eres increíble, una gran persona, un gran profesionista, estas dando lo mejor de ti en el extranjero, definitivamente, eres incluso más de lo que Messi piensa y merece. Espero que este al tanto de eso. 

- No digas eso, me da pena - dijo tomando un poco de café - el caso es que, le acepté la cita, por fin, es nuestra segunda vez, y pues fuimos a cenar a un restaurante, muy bonito en el centro, luego fuimos a un departamento que renta aquí, estuvimos viendo películas y el resto es historia. 

- Detalles, necesito detalles, el chisme se cuenta completo o no se cuenta, seguro que te manoseo y no me quieres decir ¿Verdad? - dijo Andrés con los ojos entrecerrados intentando leer a Guillermo, el portero soltó una carcajada. 

- Tal vez. 

- Mira eso compadre, solo me distraigo un momento y tu ganado ya quiere ser dueño del rancho - dijo riéndose Andrés. 

ÁgapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora