UNO

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Todo estaba completamente encapotado, el oscuro cielo y el sol se habían aliado para arruinar el día, o bien hacer de uno perfecto para los amantes de días lluviosos (yo siendo uno de ellos), y solo un idiota como yo, decide elegir un día de este tipo para mudarse.

Iba justo detrás del camión de mudanzas, en un taxi por supuesto. Las cajas que llevaban mis cosas eran muchas, no me voy quitar culpa diciendo que no tengo nada que ver, porque es una completa mentira. Tengo una especie de obsesión por cada cosa que veo comprarla, tanto ropa como pequeños o grandes objetos interesantes. Ahora creo que me estoy arrepintiendo de mis "adquisiciones".

Mi tonto pero muy querido hermano logró conseguirme un apartamento rentable y espacioso para mí solo, ahora que comenzaría la universidad, con dieciocho años. Y mis padres estaban deseando que este día llegara, estoy muy seguro de ello. Fue como una patada en el trasero en cuanto me llegó la carta de aceptación de la universidad de Seul. Aún así no me quejo, hace mucho quería independizarme.

Mi vista iba desde las cargadas nubes oscuras hacía el camión de mudanzas frente a nosotros. Desde temprano en la madrugada estaba haciendo frío, creo que se les olvidó calentar un poco el ambiente cuando amaneció, porque aún seguimos con la misma temperatura.

Tuve que ponerme un beannie de color blanco que cubría todo lo que podía de mi largo cabello plateado y orejas para no enfriarme, algunos mechones se escapaban de quedar atrapados bajo la suave tela del gorro y solo estaban bordeando mi frente, yo mismo los acomodé así, totalmente mi estilo. Estaba usando un suéter color celeste y unos jeans ajustados blancos, además de una chaqueta azul un poco oscuro y mis converse blancas. Que no se note mucho mi obsesión por los colores claros. Era mi suéter favorito, el de la suerte, decidí dar uso hoy solo para que me fuera bien en la mudanza, y no sé si es porque ya perdió su don, pero el clima me dice lo obvio.

Justamente por cosas como mi vestimenta me ganaba el odio de mis padres homofóbicos. No soy homosexual, pero mi forma de vestir deja en duda a las personas. Sin embargo, las chicas de mi edad lo ven muy atractivo, cosa que no me importa mucho en realidad, pero gracias a ello no tengo problemas para conseguir citas. No tengo muchos amigos, otra razón por la que no soy del agrado de mis padres. No los culpo, pero quisiera que entendieran que es solo la forma de vestir y las preferencias que tengo. Fue por eso que deseaban que me marchara de casa en cuanto entrara a la universidad.

El taxi se detuvo justo cuando el camión delante de nosotros lo hizo. Allí estaban mis cosas. Pagué al chofer y me bajé del auto que se fue una vez saqué mis maletas. Contemplé el edificio, mi nuevo hogar. Era un buen lugar, para personas de clase media. Y yo, el chico rico y mimado viviré aquí. Los giros que da la vida

― Solo puedo ayudarte a bajar las cajas, no tengo suficiente tiempo para llevarlas hacia el apartamento. ― Dijo el joven al que le había pagado por traer mis cosas hasta acá.

― Está bien, no hay problema. - Respondí con una sonrisa tranquila observando al chico de la mudanza.

Ay Felix eres tan patético. Por supuesto que hay problema, no puedes solo con todo esto.

Hizo acto de presencia mi subconsciente, dándome una cachetada por ser tan tonto.

El chico bajó todas las cosas y las dejó en la acera. Vaya problema, cómo voy a llevar esto yo solo. ¿Y si cuando baje a buscar las otras cajas ya me las han robado?

Inmediatamente mi mente se llenó de pensamientos negativos, y es que, casi siempre estoy así, pensando lo peor. Levanté el rostro echándole un vistazo a las nubes que cada vez estaba más descoloridas, con razón solo pienso cosas negativas.

Las calles no estaban muy transcurridas, y es que, ¿quién transcurre las calles a las siete de la mañana un domingo lluvioso? Pues yo. La acera estaba desolada, solo yo y mis cosas nos plantábamos allí, bajo el encapotado cielo que dejaría caer mucha, mucha agua sobre mí si no entraba rápido.

Mi debate mental se vio interrumpido por un suave toque en mi hombro, me giré. El desconocido me sonreía simpático, y era guapo, bastante de hecho.
Una cabellera cubría sus orejas, su frente y le llegaba hasta la mitad del cuello. Un poco despeinado, y sudado, más alto que yo sacándome dos cabezas de altura, y vaya, debe estar sudado por hacer ejercicio.

Una camisa sin mangas mostraba sus trabajados brazos y se adhería a su fornido pecho. Tenía un rostro fino, casi huesudo, labios carnosos y nariz perfiladas, y sus ojos oscuros me observaban con mucha curiosidad, tanta como la que tenía yo por él. Sus ojos... Esos ojos los reconocería en cualquier parte.

Él definitivamente no era un desconocido.

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¡Buenas! Aquí reportándose un escarabajo, hace mucho no publico nada, y tengo una historia a medias que no me llegan ideas aún. Sin embargo hoy mi cabeza hizo "bum" y se le ocurrió escribir esto.

Es muy diferente a los demás trabajos míos que hayan podido leer. De hecho tiende a ser más... Intenso. Jsjsjs, espero que lo disfruten.

Nos leemos pronto.

Efecto Hwang ¹|| 𝙷𝚢𝚞𝚗𝚕𝚒𝚡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora