𝐈𝐈

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Al día siguiente en la escuela, con su huevijo en una pequeña canasta con una almohadita para que no le pasara nada, llegó Quackity con una sonrisa boba, que de inmediato llamó la atención de Missa y Roier.

—Ora, ¿y esa sonrisa, pato?

—Fue Wilbur —respondió Missa en lugar de Quackity, quien solo asintió y luego se dio cuenta.

—¡Hey! ¿Ustedes cómo saben de eso?

—Eres muy evidente, Quackity, qué falta de respeto que le hayas contado a Bad y no a nosotros —dijo Missa fingiendo tristeza.

—Wey, Wilbur no te va a dar bola, solo eres como su amigo… deberías darle bola a Luzu —sugirió Roier, a lo cual los otros dos negaron con la cabeza.

—¡Estás pendejo, wey! Luzu está loco, muy obsesionado… ¿Cómo le llamaste a tu huevijo, Missa? —preguntó para cambiar de tema.

—¡Chayanne! A Philza le gustó…

—¡Jaiden y yo le pusimos Bobby!

—¡Eh, no mamen! Yo le iba a poner Tilín pero el pinche Wilbur no quiso.

Pronto sonó el timbre para entrar a clases. La primera clase que les tocaba era química, y su compañero de mesa era Luzu. Luzu iba a empezar a hablarle, cuando llegó Wilbur y se les acercó.

—Quackity, tengo otro huevo, vamos a adoptarlo.

—Ahí estás, pinche Wilbur, se va a llamar Tilín.

Hablaron al mismo tiempo, entonces Quackity volvió a hablar.

—Lo adoptamos y le ponemos el nombre que quieras pero éste se va a llamar Tilín.

Wilbur accedió a las demandas del pato y desde aquel día su hijo o hija se llamó Tilín.

—¿A ti con quién te tocó, Luzu?

—Con Bad, nuestro hijo se llama Dapper.
Luzu hubiera preferido criar a su hijo con Quackity. Estaba terriblemente enamorado del pato, quien para su desgracia este estaba enamorado de Wilbur. Y todos lo notaban menos Wilbur, ¿o sí? El amor no correspondido era bastante doloroso, pensó Luzu con tristeza, sobre todo después de que se había enamorado locamente después de haber superado a su ex.

A la hora del receso, lo que pasó fue increíble ante los ojos de Quackity. ¡Wilbur lo fue a buscar para pasar el receso juntos! El más alto le dio una suave sonrisa, mientras ponían a sus dos hijas en una canastita.

—Eres muy alto, cabrón —dijo con nervios.

—Me lo dicen siempre —se rió Wilbur. —Tú eres muy chiquito. Y adorable.

Ambos se sonrojaron ante esas palabras y a Quackity, que ya le había dado una mordida a su sándwich, se le cayó un pedazo de queso directo en su uniforme verde.

—¡Puta madre, mi pinche uniforme! —se lamentó.

—Oh, dios, perdóname… —Wilbur sacó una servilleta de su bolsillo, pasándosela al más bajo.

—No es tu culpa…

Sus manos se rozaron al momento de intercambiar aquel papel y las mejillas de Quackity se coloraron de rojo una vez más. Una vez más quería sacar algo para pasar el resto del día con Wilbur, o al menos una parte, pero no fue necesario, pues Wilbur empezó a hablar.

—Oye, Quackity… ¿quieres salir conmigo hoy en la tarde? —preguntó, con las mejillas ligeramente rosas.

—¡Claro! Digo… sí… ¿Y a dónde?

—¡Es una sorpresa!

La verdad es que ni Wilbur sabía a dónde llevaría a Quackity.

𝐄𝐆𝐆'𝐒 𝐏𝐑𝐎𝐉𝐄𝐂𝐓 | quackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora