Prólogo.

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22/03/2017.

Cada día es la misma mierda. En serio, esto es... Aburrido.
Sólo abrí mis ojos y aquí estoy de nuevo obligada, en el maldito trabajo que se basa en venderle malditos dildos a las personas... ¿Cómo carajos acabaste así, Itsu?

Bueno, de hecho lo sé. Desde que cumplí los 18 tenía que estar como perra desesperada por el dinero. Pero, bien, entonces, ¿POR QUÉ no elegí un trabajo más... Normal? Uf, simple: LAS PUTAS PERSONAS NO ACEPTAN UNA MALDITA CHICA PRIMERIZA DE 18 AÑOS QUE NO TIENE NINGUNA PUTA EXPERIENCIA EN NADA.

...En serio, estuve a punto, y lo digo de verdad, A PUNTO, de volverme stripper, ahí seguro que me iban a aceptar... Pero bueno, uno siempre termina en trabajos indeseados.

Aunque... de hecho, no es tan malo. Hay dos cosas que hace que me guste trabajar aquí. Siempre es gracioso ver a los vírgenes tímidos que entran por primera vez a la tienda... ¡JA! Sus caras al hablarme y hacerme preguntas mientras se avergüenzan vale completamente la pena, cada maldito segundo.

Lo que no vale la pena es el maldito traje de mierda que tengo que usar. De no ser por el cartel en mi cabeza que literalmente dice "Sex shop", todos pensarían que vengo de trabajar de cajera del McDonald's.

Pero en fin, dinero es dinero... Y además, puedo llevarme algunas cosas gratis personalmente para mí gracias a este trabajo.

Ejemp!
Bueno, sin distracciones. Llevo casi seis meses trabajando como empleada de esta tienda, y mi trabajo es bastante fácil a decir verdad: cobrarle a las personas y explicarles detalladamente por si necesitan ayuda o tienen alguna duda sobre algo. Incluso para mí es algo vergonzoso, pero es trabajo.

Y hablando de distracciones, aquí estoy como estúpida miserable mirando a la nada mientras alguien me está hablando... Espera, ¿Me están hablando?

—¡Hey! —Inmediatamente pego un brinco del susto por el repentino grito hacía mí, y me doy cuenta de que era un chico algo mayor que yo junto con dos chicos más y una chica, todos parecían tener entre unos 20 a 22 años excepto uno de los chicos—. Llevo hablándote desde 5 minutos y parece que estás drogada —Dijo él en un tono burlón, supongamos que bromeando. Los otros chicos rieron de sus palabras.

—Ah, sí. Lo siento —Como toda persona educada, me disculpé, para luego aclarar mi garganta y seguir hablando como si nada—. ¿En qué les puedo ayudar? —Pregunté, intentando sonar amable, repito, INTENTANDO. De todas formas tampoco me esforcé en sonreír, sólo vienen a comprar objetos sexuales, ¿por qué me molestaría?

—Por fin —Uno de ellos rió... siguen burlándose de que no les estaba prestando atención, y les voy a meter el dildo yo misma, ¡hijos de la grandísima pu— Mi novia vino a comprar uno de estos.. aparatitos —Explicó, pasando su brazo por el hombro de la única chica que había y acercándola a él, ella sonrió tímidamente. ¿Qué pasó, linda? ¿Acaso tu novio no te complace lo suficiente y tienes que recurrir a otros medios? Ja.

—Oh, claro. Díganme cuál quieren —Dije esta vez, intentando prestar algo de atención mientras posaba mi mirada en la chica, esperando a que me dijera. Ella sólo me pasó un vibrador y el dinero de cuánto costaba este. ¿Habían venido cuatro personas sólo para comprar un maldito vibrador para una sola de ellas? Qué carajos.

OC - la Historia de I y A. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora