Perdido

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Fue hace mucho tiempo, cuando era solo un cachorro, un grupo rival lo alejo de su manada, el pequeño lobo no pudo huir de ese desastre, su familia fue separada, en medio del caos y huida, fue abandonado, dejado atrás, un cachorro solo en el mundo, sin apenas saber quién era, vago con hambre y frío hasta que lo conoció. Sus padres le habían dicho que ellos debían proteger a los humanos, era parte de su trabajo, y ellos a cambio los alimentaban, no debían poner sus manos sobre ellos, era tabú, pero un cachorro herido como él no entendía el porque.

Cuando estaba al borde de la muerte un dulce aroma lleno sus sentidos, era el aroma más delicioso que hubiera pasado por su vida, era como el amanecer, una miel espesa que se disolvía en el aire, arrastrando consigo el aroma de flores y frutas, mantequilla que se derretía, pan en el horno, carne en un asador. Arrastro su cuerpo siguiendo el aroma. Pero no encontró manjar alguno, encontró a un niño, no más de siete años, su ropa sucia y descuidada daba señales de abandono, el niño comía a toda prisa lo que parecía un pan, aún humeante. Al percatarse de que era visto se encogió, mirando con temor al nuevo extraño que lo miraba comer. Se veía aún peor que el mismo. Su pequeña mano fue a su estómago, ahí guardaba otro bollo caliente que había conseguido después de horas de mendigar. Se había escondido en un callejón alto para evitar a otros niños y sobre todo,  a los perros que siempre le quitaban su comida. Tenía días de no haber comido, pero al ver a ese hambriento niño no supo que hacer, la baba del niño cayó a sus pies y supo que hacer.

-¿Tienes hambre? - el chico asintió a prisa, acercándose al otro pequeño, olía demasiado bien, pero no era el pan, era el niño en si.  Sus dientes comenzaron a brotar junto al hambre desbordante. Un gruñido en su interior fue suprimido, el pequeño le extendió el otro bollo, dejándolo en blanco.

-Soy Xiao Zhan... ¿Cómo te llamas?

-Zhou Cheng...- acepto el bollo dando una mordida, era muy sabroso, se apresuró a comerlo con desesperación en segundos el bollo habia desaparecido, el otro pequeño comía más lento, mirando al otro engullir, le dió el último trozo que le quedaba, aunque su estómago protesto pues no se había llenado, lo consoló bebiendo agua.

-¿Eres nuevo aquí? No te había visto antes...

-Si, me separé de mis padres...

-Ho, tienes padres... Ha de ser lindo tenerlos...

-¿Tu no tienes?

-No... Por eso ando en las calles... ¿Tienes un refugio?

-No...

-Puedes venir conmigo, tengo un lugar secreto debajo del puente... Se llena de borrachos en la noche, pero es cálido y si no haces ruido nadie sabra que estás ahí... No es mucho, pero es mejor que la calle

Así se conocieron por primera vez, un pequeño cachorro perdido y un humano muy amable. El cachorro que no tenía a dónde ir y no sabías cómo encontrar a sus padres decidió quedarse con el niño humano. El niño le enseño a mendigar, a recoger basura y venderla, a esconderse cuando había policía o adultos sospechosos y a conseguir comida, a veces robando una u otra cosa en alguna tienda y otras comprando con su poco dinero reunido. Dos años estuvieron así en las calles, hasta que una tarde de invierno, mientras se calentaban junto a un grupo de indigentes, un hombre con saco de felpa se acercó, su mirada se enfoco en el pequeño cachorro y este de inmediato le reconoció, era su padre.

-Cheng... Al fin, te estuvimos buscando por todas partes... Tu madre nunca se rindió, es hora de volver.

-Padre.... ...- el cachorro se detuvo, mirando a su amigo el que le sonreia triste, sabía que era momento de separarse.

-El es Zhan... ¿Puede venir también?

El hombre miro al chico, sabía que era un humano, más el delicioso aroma que venía de su cuerpo le confundió. Se acercó al niño, sus facciones eran delicadas, le tocó la frente, un escalofrío recorrió su cuerpo.

-Si, debe venir con nosotros...

Los dos niños fueron envueltos en el abrigo negro del hombre. Para después ser llevados a un auto, sacados de las calles, al llegar a la lujosa casa ambos fueron llevados a un baño, limpiados con cuidado y alimentados hasta llenarse, durmieron en mullidas camas ante la vista de desaprobación de una mujer.

-Has traído a un humano a casa...

-¿Acaso no has notado lo particular que es?

-Lo se... Es aún mas peligrosos que un humano común... Deberías mandarlo a un orfanato o dejarlo con algún humano en el que confíes...

-El ayudo a Cheng todo este tiempo... No puedes solo abandonarlo

-Es un riesgo... Para toda la manada, pero en especial para Cheng... Desarrollará un deseo implacable por él, lo sabes...

-Me haré cargo... Tenemos talismanes que lo protegerán y los niños deben aprender a vivir como humanos...

-Espero que no te equivoques... Ese niño... Yo me encargare de vigilar su desarrollo, tu ocúpate de proteger a la manada...

Los dos niños ajenos de la conversación adulta dormían plácidamente por primera vez en mucho tiempo, tratando de olvidar la vida de la calle.

Xiao Zhan creció siendo un niño brillante, un genio en potencia, al lado de sus dos hermanos de crianza, los cuales adoraban al joven que ahora era todo un rayo de sol. Sonriente y animado, era alegría en casa y a dónde fuera. Cómo siempre, al no saber su fecha de cumpleaños lo celebraban el día de su integración a la familia, Xiao era uno más dentro de la familia, a excepción de que una vez al mes, en luna llena, le pondrían a dormir con medicamento para poder salir. Pero Zhan ajeno a esa situación pasaba sus días en completa paz, asistiendo a la escuela, ayudando a sus guardianes y jugando con sus amigos. Sin entender el creciente peligro que acechaba a su lado.

Zhou Cheng que ahora era un joven lobo entendía que había algo extraño en Xiao Zhan, su padre le daba cada año un collar o brazalete nuevo y sabía que Zhan jamás se lo quitaría hasta recibir uno nuevo, era algo que Zhan jamás debía olvidar. También desde que le dieron ese collar Zhan había dejado de emitir ese delicioso aroma, y solo olía al mismo jabón que ellos y de vez en cuando a otros humanos que se acercaban.

Al ser cercanos Cheng sabía todo de Zhan y el le decía todo a Zhan, salvó su mayor secreto.  Pero solo era cuestión de tiempo antes de que se revelará su secreto, su padre había dicho que era mejor separar a Zhan antes de que eso pasara y el mismo Zhan parecía entender que el momento de separarse estaba cerca. Día a día haciendo planes de mudanza, recordando que ya casi era mayor de edad, consiguiendo trabajos de medio tiempo y revisando folletos de universidad que Cheng no podría aspirar por sus notas, casi como si fijara la meta tan alto que Cheng solo resbalara. Eso era aterrador para el lobo que no quería separarse de su mejor amigo, del niño que siempre fuera amable y que siempre le seguía con esa sonrisa, el queria estar siempre a su lado.

PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora