El Despertar de los Caídos

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El campamento estaba lleno de vida. A pesar de las duras condiciones, las familias habían logrado hacer de este lugar un hogar. Las risas de los niños resonaban por el aire, mientras que los adultos intercambiaban historias y comían juntos. En medio de todo esto, un grupo de cinco personas se destacaba.

Elias el Indomable, Alia la Sanadora, Bram el Artificiero, Liora la Astuta y Gavriel el Sabio se sentaban juntos alrededor de un fuego, sus voces mezclándose con el ruido de fondo del campamento. A pesar de estar rodeados de personas, su unión era evidente. Eran como una isla en medio de la multitud, fuertemente unidos en su lucha por la supervivencia.

El campamento estaba situado en medio de un bosque espeso y verde. Los árboles ofrecían una protección natural y los recursos necesarios para la vida diaria. Durante el día, el campamento estaba bañado por la luz del sol que se filtraba a través del dosel de los árboles. Por la noche, la luna y las estrellas iluminaban el cielo, aunque su brillo era opacado por una brecha de color extraño, un recordatorio constante de la guerra que había devastado su mundo hace cuarenta años.

En medio del ajetreo del campamento, Elias dirigía a su grupo con una firmeza silenciosa. Alia, con sus manos hábiles y su corazón compasivo, cuidaba de todos, mientras que Bram siempre estaba ocupado creando y reparando. Liora, siempre alerta, mantenía sus ojos y oídos abiertos, mientras que Gavriel, con su sabiduría y sus historias, era la luz que iluminaba sus espíritus.

A pesar de la brecha en el cielo y la constante amenaza que representaba, el grupo había encontrado una especie de normalidad en su rutina diaria. Había risas y bromas, historias compartidas y comidas en común. A pesar de todo, habían logrado formar una especie de familia.

Elias se encontró mirando la brecha en el cielo, un recordatorio constante de su pasado y de la incertidumbre de su futuro. Pero miró a su grupo, a su familia, y supo que mientras estuvieran juntos, enfrentarían lo que fuera que les deparara el futuro.

Elias observó cómo Gavriel terminaba otra de sus historias, su voz grave y calmada se apagaba mientras el campamento volvía a su bullicio habitual. Algunos de los niños cercanos, atraídos por la historia, se alejaban, sus risas llenando el aire.

"Siempre tienes una historia, Gavriel", dijo Liora, su tono agudo rompiendo la calma que había dejado la historia. "¿No te cansas de hablar?"

Gavriel solo sonrió, sin ofenderse por el sarcasmo de Liora. "La historia es lo que nos mantiene conectados con nuestro pasado, Liora. Es importante recordar de dónde venimos."

Bram asintió en silencio desde su lugar al lado del fuego, su atención todavía en la pieza de metal que estaba trabajando.

"Y es importante mantener la esperanza para el futuro", añadió Alia, su voz suave pero firme. "Las historias de Gavriel nos dan eso."

Elias asintió, su rostro serio. "Alia tiene razón. No podemos olvidar el pasado, pero tampoco debemos perder de vista el futuro."

Antes de que pudieran continuar la conversación, una figura se acercó al grupo. Theron, el líder del campamento, era un hombre imponente, su rostro marcado por las cicatrices de incontables batallas. A pesar de su apariencia dura, sus ojos reflejaban la amabilidad y la preocupación por su gente.

"Espero no interrumpir", dijo Theron, su voz resonando en el aire nocturno. "Pero necesito hablar con ustedes."

El grupo se quedó en silencio, la presencia de Theron cambiando el tono de su conversación. Elias se levantó para saludarlo, su postura recta y respetuosa. "Theron, siempre eres bienvenido. ¿Qué noticias traes?"

Theron parecía incómodo, un indicio de que las noticias que traía no eran alentadoras. Pasó una mano cansada por su barba y miró a Elias. "Hemos tenido un avistamiento", dijo, su voz baja. "Uno de nuestros exploradores reportó haber visto un Caído en las cercanías del campamento."

Un silencio cayó sobre el grupo. Los Caídos eran aquellos que habían sido tocados por la brecha en el cielo, personas y criaturas transformadas en seres peligrosos y erráticos. No habían visto uno en mucho tiempo.

"¿Estás seguro?", preguntó Elias, su voz tensa. "Podría haber sido un error..."

Theron sacudió la cabeza. "El explorador que lo vio es confiable. Y los informes de los otros campamentos han estado hablando de avistamientos similares."

"¿Y quieres que nosotros lo investiguemos?", preguntó Liora, su tono ácido. "No somos exactamente cazadores de Caídos, Theron."

Theron dirigió su mirada hacia ella. "Lo sé, Liora. Pero ustedes son los más capaces para manejar esto. Elias, tú y tu grupo han demostrado ser valientes y fuertes. Y confío en que podrán lidiar con esta situación."

Elias asintió. "Lo haremos, Theron."

Aunque la noticia era preocupante, no podían negar la ayuda. Era su deber proteger el campamento y a su gente. "Nos prepararemos y partiremos al amanecer", dijo Elias, su voz firme.

"Gracias, Elias", dijo Theron, un destello de alivio en sus ojos. "Confío en ustedes."

Con eso, Theron se alejó, dejando al grupo en un silencio pensativo. La noche continuó, pero la noticia había cambiado el tono de su reunión. Ahora, había una nueva tarea por delante, una que podía traer peligro y desconocimiento.

La noticia de Theron había dejado un silencio tenso en el aire. Los Caídos eran criaturas temidas, monstruos que eran la personificación viviente de la guerra que había desgarrado su mundo. La idea de enfrentarse a uno de ellos era aterradora.

Alia fue la primera en romper el silencio. "No podemos hacerlo", dijo, su voz apenas un susurro. "Los Caídos... son demasiado peligrosos. No estamos preparados para esto."

Elias la miró, su rostro serio. "Theron tiene razón. Somos los más capaces para esta tarea. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?"

"¿Y si no podemos hacerlo?", replicó Liora, su tono sarcástico ocultando un rastro de miedo. "No todos somos tan valientes como tú, Elias."

Bram, que hasta ahora había permanecido en silencio, dejó caer su pieza de metal. "No se trata de valentía", dijo, su voz tranquila pero firme. "Se trata de proteger nuestro hogar. No podemos simplemente ignorar el peligro."

Gavriel, que había estado escuchando en silencio, asintió. "Bram tiene razón. No podemos huir de esta amenaza. Pero tampoco necesitamos precipitarnos hacia ella."

Elias se volvió hacia Gavriel. "¿Qué sugieres, Gavriel?"

El viejo sabio meditó durante un momento. "Debemos ir a investigar, sí. Pero no debemos buscar un enfrentamiento. Nuestro objetivo es averiguar qué está sucediendo, no luchar contra un Caído."

El grupo se quedó en silencio, considerando las palabras de Gavriel. Elias asintió. "Estoy de acuerdo. Nos prepararemos y partiremos al amanecer. Pero recuerden, nuestra misión es investigar, no luchar."

Alia pareció un poco aliviada, aunque la preocupación aún era evidente en sus ojos. "Está bien", dijo finalmente. "Pero debemos ser cautelosos."

"Siempre lo somos", aseguró Elias. Y con eso, el grupo se retiró a descansar, la anticipación del día siguiente pesando en sus mentes.

La amenaza de los Caídos era real, pero tenían una tarea que cumplir. Y aunque la idea de enfrentarse a uno de ellos era aterradora, sabían que no podían ignorar el peligro. Estaban juntos en esto, y juntos enfrentarían lo que viniera a continuación.

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