«Se cubren de besos,
Antes del amanecer,
Pero cuando ella pierda el equilibrio,
La bestia acabará con él»
La bailarina, movía su cuerpo al compás de la música circense, contando con sus movimientos la historia de Dafne y Olaf.
Decían que aquella pieza de ballet, no contaba una historia creada por el director, y que la bella Christina realmente había conocido a los personajes a pesar de que había sido ubicada dos siglos atrás. A aquello se le había atribuido el hecho de que cada noche, como una eterna esclava, bailase una y otra vez el cuento, relatando la historia perfecta de los amantes trágicos y reviviendo el amor en las almas de los dos cirqueros...
De un momento a otro, Christina comienza a cantar y con su voz celestial demuestra que su belleza no solo se manifiesta en el baile. La voz, clara y dulce, comienza a crear melodías oníricas y la pieza musical envuelve al público en la triste historia de la equilibrista y el domador...
«Mientras las voces del circo,
Se cubren por risas y más,
Olaf besa a su esposa,
De manera excepcional,
Y Dafne sube a la cuerda,
Para un par de ensayos antes del comienzo,
El comienzo antes del final».
Sin embargo, mientras Christina canta y baila, él la observa, como el amante trágico que fue en otra vida, y la pequeña rubia, no se da cuenta pues no solo los ojos azules de él la miran y no solo sus oídos la escuchan... Eso él lo sabe muy bien.
«El bullicio de la calle,
Se escucha hasta la carpa,
Y la hora ya se acerca,
Para comenzar el show.»
Christina da un par de vueltas y baila sin cesar, como si nunca pudiese detenerse. Él sueña con hacerla danzar en su cama, un baile único y magnífico, hacerla vivir historias diferentes a la que relata sobre el escenario; sin embargo, no se da cuenta de que ella ya va como una muerta en vida.
Christina se siente vacía desde hace años, no por una ruptura amorosa, quizá porque no se ha atrevido a dejar entrar a nadie en su vida, sino por un sentimiento de soledad, que solo se quita cuando baila aquella pieza... Y por ello la repite cada noche, de ciudad en ciudad, como buscando simplemente algo de calma. Buscando la suficiente paz para sobrevivir a la luz del día y volver a danzar en la siguiente noche.
«La contorsionista se mueve,
El mago se alista,
Y los payasos se maquillan
O se apuntan el disfraz.
Tan solo faltan,
Dos enamorados,
Que se besan cual novicios
En la parte de atrás.»
Christina finaliza el show, como siempre con un gran final. Realiza una venia y se despide, teniendo aún los aplausos y gritos del público a su espalda. El director le enseña una ya arrugada sonrisa, que parece dibujada con un lápiz sobre un papel blanco, y ella se la regresa junto con una mirada cansada y un corto abrazo.
Camina hacia su camerino y al entrar busca sus cigarrillos dentro del bolso negro. Se sienta en el sillón y mientras fuma se quita sus zapatillas.
En definitiva la calma aparece y tiene presente que puede sobrevivir un día más a la esclavitud en la que su alma vive. Y está decidida a hacerlo, a sobrevivir hasta que encuentre una calma completa... solo ruega porque ese día llegue pronto, porque teme que el show pase de moda, igual que los demás.
«Dafne sube las escaleras,
Hasta que se encuentra en la plataforma,
Y no siente miedo, solo libertad,
Porque el amor de Olaf,
Le provee serenidad»
Christina camina por los pasillos del teatro buscando la salida y sin querer choca contra un hombre. Es alto y rubio, un completo ario en tierra americana. Continúa seria y tras disculparse sigue con su camino; sin embargo, él la sigue.
Caminan por algunas callejuelas, ella adelante, serena y segura, él detrás, triste y oculto. Christina ingresa a un pequeño bar, y le pide al hombre tras la barra un brandi. Mientras que él se sienta en una de las mesas y la observa, igual que siempre, rogando porque un día ella le dirija la palabra.
«Dafne le mira desde arriba,
Y él le sonríe con gusto,
Pero su sonrisa
Se transforma en un grito,
Cuando ella cae
Y el león escapa de sus manos.»
Una suave música comienza a sonar dentro del establecimiento y él se decide, se acerca a ella y la invita a bailar. Ella acepta con una sonrisa algoincomoda y camina a su lado hasta la pista. Los movimientos de ambos sobre la pista atraen la mirada de los pocos observadores y mientras la música suena, Christina le mira a los ojos como si ya lo conociese, como si ya le amase. Y mientras el jazz se escucha, y los dos bailan, el romance comienza a desarrollarse... Un par de vueltas y ella siente la calma esa misma que se da cuando piensa en Dafne y Olaf. Y así se da cuenta...
«Y su romance,
Acaba de manera trágica,
Pero en otra vida,
Se reencontraran,
Y sus nombres,
Cambiados por el tiempo,
No serán necesarios,
Para encontrarse
En la siguiente realidad»
- Te he extrañado, cariño, hemos perdido tanto tiempo -menciona él y a ella se le humedecen los ojos, y su vista, antes cansina, recupera la juventud de la realidad en la que vive.
- Nos ha costado tanto, pero lo hemos logrado de nuevo, con otros nombres, en otro sitio y en otra realidad -menciona ella-, pero por fin, nuestras almas se han encontrado de nuevo -finaliza con una sonrisa y él finalmente la besa.
- Sabes, no tengo ni idea de cómo te llamas ahora.
- Christina -menciona.
- Daniel.
«Les costará como más nada,
Pero la recompensa llegará,
Y cuando la luz de la luna
Les toque de nuevo,
Serán felices una vez más.
Porque son como marionetas,
Y las cuerdas están atadas al destino,
Pero la puerta al cielo
Siempre estará abierta,
Para dos amantes
Que ya no están perdidos.»
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Puppet on a String (2º lugar en El Proyecto: Eurovisión)
Short StoryRelato corto para el concurso Eurovision de @DanielTGrey