Siete

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— ¡Roier!

El castaño se volteó hacia el cenizo que se acercó a él a paso apresurado, Cellbit dejó un beso en su mejilla como saludo, haciendo que se ruborizara.  

— Hola— murmuró el más bajo, encantado, se sonrieron. 

— Mañana hay una muestra de arte, tengo dos entradas, tienen desde pinturas hasta un show de danza, ¿Quieres acompañarme? 

Roier rió con algo de nervios, con vergüenza murmuró: 

— Lo siento, iría pero... Tengo una cita con alguien más. 

Spreen en parte sonrió con orgullo al ver la expresión emocionada de Cellbit desaparecer.

— Oh, bueno— dijo, acomodó sus cabellos largos con algo de incomodidad. 

— N-No es lo que piensas— Roier negó, moviendo sus manos frente a él—. Voy a... Ver a alguien, al cementerio. 

 — Oh, Roier, no necesito explicaciones— dijo Cellbit, aunque se notaba más aliviado después de escuchar eso y volvió a sonreír—. Lo siento mucho.

— No, está bien.

— Bueno, lo dejamos para otro día, ¿Sí? — Roier asintió—, nos vemos, guapito, cuídate— besó su mejilla otra vez para despedirse, antes de salir del estudio con una encantadora sonrisa en sus labios.

Fue al vestuario y lo primero que le dijo a Spreen fue un "No sé si me gusta".

— ¿Cómo que no sabes si te gusta? — preguntó el mayor— ¡Roier! Tiene cara linda, le gusta la danza, sonríe bonito y tiene abdominales donde podrías lavar la ropa, ¿Cómo que no te gusta? ¿Sabés lo que ahorrarías en la lavandería?

Roier rió por lo de los abdominales.

— Te recuerdo, Spreen, que mi tipo son fríos, groseros, que piensan mucho, critican a la sociedad y me cuidan mucho.

— No conozco a nadie así— Spreen negó.

— Claro, yo tampoco.

Practicó su baile una vez más, su entrenador le dijo lo mismo de siempre, pero que hoy había mejorado un poco más, así que lo dejó ir más temprano.

Tomó su celular y vio varios mensajes de un número que no le hablaba desde hacía unas cuantas semanas.

— Quackity dice que ha mejorado lo suficiente para dejarle usar el celular más de una hora al día— le comentó Roier a Spreen.

El pelinegro se encogió de hombros, en verdad, no le gustaba mucho hablar de él desde lo que había pasado.

— Aún le queda mucho en el loquero para que pueda salir— dijo Roier, con algo de alivio.

— Roier, no lo digas así, queda muy despectivo, él no tiene la culpa de estar mal— dijo Spreen, su ceño estaba ligeramente fruncido.

Roier lo miró un segundo hasta que suspiró, asintiendo.

— Tiene la culpa de otras cosas— dijo, por lo bajo.

— Tampoco, él no lo hizo a propósito— corrigió —. La depresión hace que hagas esas cosas, y que hables tan feo no lo ayuda.

Roier parpadeó rápido para despejar su vista, Spreen acarició su cabello.

— Él no tiene la culpa de lo que me pasó, ¿Está bien? Fue un accidente, necesita apoyo con lo que tiene, no le tengas rencor, no va a cambiar nada— continuó hablando el pelinegro con tranquilidad, aunque Roier no reaccionó — ¿Qué tal si hago tu comida favorita? — preguntó Spreen, mirando al castaño, quien negó.

— Hace meses que no como eso.

— Lo sé, por eso te lo estoy ofreciendo.

Roier lo pensó un momento.

— ¿Puedes hacer eso? — cuestionó, a lo que Spreen hizo una mueca de "Puedo intentar"—. Bueno, me gustaría...

El mayor asintió y sonrió, hacia mucho que no cocinaba tampoco.

La comida favorita de Roier eran unos tacos picantes en donde Spreen básicamente metía todo lo que quedaba en la heladera, le agregaba una que otra cosa más, y resultaba en una especie de revuelto, al que el menor le gustaba poner picante, lo podía comer sólo o con una tortilla de maíz para que tuviera más interés.

Al final del día, Roier estaba con una verdadera sonrisa y un rubor en sus mejillas, totalmente encantado y sintiéndose mimado.

— Gracias. 

— No me agradezcas— Spreen hizo un gesto con su mano para que no se molestara. 

— Eres muy lindo conmigo, siempre lo fuiste.

— ¿Sentimentalismo? Nada de sentimentalismo, Alt. 

— Spreen. 

— Roier. 

— Te amo. 

Spreen sonrió mínimamente, sus mejillas se ruborizaron. 

— También te amo.

Ghost of you |SpiderBear|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora