Jiwoong caminaba a la salida de la universidad, llevaba los audífonos puestos mientras movía sus labios y jugaba con sus dedos al ritmo de la canción; aún faltaba una hora para que terminara la jornada de ese día, pero estaba demasiado ansioso como para siquiera quedarse mirando la proyección.
Sacó su teléfono y subió el volumen al tope tratando de enfocarse en la canción, pero era casi imposible, su cabeza no dejaba de pensar en Matthew, Seok Matthew, su ex novio. Su mente se llenaba de recuerdos y palabras que podría utilizar para convencerlo.
Kim Jiwoong y Seok Matthew tuvieron una relación de dos años y unos cuántos meses más; una relación que empezó bien y terminó en un ciclo sin fin en dónde el coreano repetía que lo amaba y no lo iba a dejar ir, mientras el contrario rogaba que lo dejara en paz.
El mayor fue el que se había enamorado primero, fue el que busco una cita, fue el que se declaró, fue el que beso primero y el que siempre le decía a todos que amaba demasiado a su novio, que era el amor de su vida. Matthew por otro lado fue avanzando con precaución y tratando de llevar un ritmo lento en la relación, algo que fue imposible y tuvo que ponerse a la par del contrario.
Al inicio el pelinegro se portaba como el príncipe azul de cualquier cuento de hadas, era dulce, cariñoso y comprensivo. Pero todo fue cambiando con el tiempo aquel príncipe se volvió en el propio villano de su historia.
Año y medio de relación.
Matthew quería salir el fin de semana con sus amigos, Jiwoong decía no.
Matthew quería comprarse algo a la moda y que resaltara su cuerpo, Jiwoong decía no.
Matthew prefería dormir en casa que en el departamento que compartían, Jiwoong se enojaba.
Matthew maquillaba su rostro gracias al consejo de su mejor amigo, Jiwoong rompía todo.
Matthew hablaba con otros chicos, Jiwoong se volvía loco.
Matthew le decía que no, le pedía que parara; Jiwoong lo terminaba golpeando.
A pesar de todo eso y de los reclamos de los amigos y familia del menor el japonés insistía en que lo amaba y no podía vivir sin él. "Estás obsesionado" le habían dicho y eso solo hizo que se sintiera orgulloso de él mismo. Porque sentía esa posesividad sobre el canadiense, le pertenecía y era solo suyo.
Se subió al bus con dirección a la cafetería dónde había quedado encontrase con su ex novio, porque a pesar de todo y después de rogar por dos meses Matthew había aceptado un encuentro para dejar todo claro.
Pero el coreano quería otra oportunidad y no se iba a rendir de manera tan fácil, desde que habían quedado para verse su cabeza no dejaba de pensar en lo que le iba a decir para poder tenerlo de vuelta. Pasaba noches sin dormir pensando y "reflexionando" sobre todos sus errores, lo quería para él. Y no importaba el punto al que llegase con tal de que sea suyo, porque Seok Matthew le pertenecía a Kim Jiwoong.
🌙
Bajó del bus exactamente a las cinco y media de la tarde, había empezado a llover y no traía paraguas por lo que optó por ir corriendo hasta el lugar de reunión; una cafetería cerca de su departamento, un lugar que en su momento habían frecuentado bastante. Habían quedado para verse a las seis de la tarde y al paso que iba llegaría con las justas.
Apresuró su paso hasta llegar a la puerta de la cafetería, se quitó los audífonos y trató de arreglarse antes de entrar, colgó su mochila en uno de sus hombros y finalmente ingresó. De forma inmediata empezó a buscarlo con la mirada encontrándolo en una de las mesas centrales del lugar, se acercó y luego de pronunciar un leve "hola" tomó asiento.