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El rey de los demonios observaba en silencio como una de sus lunas molestaba a su favorito, desde poner su mano sobre el hombro de este, hasta acariciarlo de una manera no tan amigable.

Había recibido quejas por parte de la pobre víctima precisamente sobre la segunda creciente y aunque parecía ser un inofensivo trato del rubio hacía el peli rosa, su odio era más que notorio. Casi la mayoría de las lunas sentía la pesada tensión entre los dos, pero ahora que lo veía con sus propios ojos cada una de las acciones que cometía el pelirrubio, no dudaba en seguir husmeando lo que ocurría, permaneciendo en su estudio donde se suponía que debía ser saludado por sus subordinados más no mostraba su importante presencia ante un grupo de incompetentes, o es lo que creía cuando de pronto el famoso demonio se percató de su existencia y la mirada con la que expresaba su sorpresa, estaba lejos de ser de miedo o respeto.

Mientras que, en la otra perspectiva, el platinado provocaba a su superior con sólo pasar su áspera lengua por sus abultados y rosados labios, disponiéndose a saludar a su amo que desde hace un par de minutos se había fijado en su humilde ser, pues dichoso era tener aquellos ojos rojos recorriendo lo más profundo de su cuerpo que por más que no le disgustaba tener su atención, debajo su vientre, miles de sensaciones y cosquilleos se formaban, como si hubiera comido miles de mujeres al lado de su queridísimo Akaza-dono.

Pero sería un descaro hacerlo sin recibir una de las amorosas golpizas de la tercera luna. Sin embargo, sabía bien que pronto los demás se darían cuenta de la tensión que se formaba luego de seguir sosteniendo la mirada hacia el pelinegro e ignorando los chasquidos del peli rosa, reverenciándose con su característica sonrisa juguetona.

────Oh, mi señor. ¿Cómo se encuentra? Es todo un gusto que nos haya llamado ante su presencia, ¿ocurrió algo?──── El superior no era tanto para notar que el tono que el oji arcoíris usaba era lascivo, arrugando su nariz como respuesta clara a su ineptitud.

────Gyutaro a muerto, espero que desde ahora su devoción sea más suicida hacia mí. Los he estado consintiendo demasiado en estas últimas lunas──── Suelta un gruñido que hace temblar a los demás, más no esperaba escuchar un gemido por parte del rubio, sacándolo de onda ante tal inesperado giro de ambiente.

────Amo Kibutsuji, de nuevo está diciendo cosas tristes... ¿acaso hubo alguna vez en que no pude cumplir con sus expectativas? Le puedo dar mi ojo o algo más que usted desee de mi──── La sutileza con lo que decía Dōma hizo que sus compañeros lo vieran sorprendidos, nunca antes habían presenciado tal comportamiento aún viniendo de un ser como él y el manotazo por parte de su mejor amigo no se hizo esperar, cortándole casi la mitad del cuerpo y con ello su ropa, que pasó por las mismas condiciones.

────Akaza──── Su voz resuena por toda la fortaleza dimensional infinita, ocasionando que todo lo que estaba rodeando en su estudio se quebrará, ganándose consigo, el temor de sus súbditos y la impresión de quien se encontraba sin una de sus prendas superiores. Jamás imaginarían lo que el rey de los demonios acaba de hacer y menos por un monstruo como era el rubio de ojos arcoíris, quizás grande era la impresión y aun más, el regaño que el de franjas azules, se había llevado.

────Pueden retirarse y tú quédate Dōma. Ahora todos, largo de mi vista.

Tal como escucharon los presentes, se alejaron hasta ser llevados a sus respectivos lugares gracias a la chica biwa, quien no tardó en dejar solos a ambos demonios. En cambio, por la cabeza de la segunda luna, seguía procesando los acontecimientos recientes y de cómo ahora se encontraba frente al mayor, despertando de su burbuja, olvidándose de un pequeño detalle.

Su ropa no se había regenerado como su cuerpo.

────Mhm.. Muzan-sama, si no le importa, me gustaría irme hacía mi culto, no creo que quiera escucharme parlotear y mucho menos en estas deplorables condiciones──── Una risa nerviosa se escapaba de su boca al no escuchar palabras por parte del contrario, pero lo que no esperaba era ser llamado por las manos de su jefe y ser llevado a lo más profundo de su estudio, donde unas puertas se abrían y mostraban el interior de una inmensa habitación.

Necesidad ── MuzDouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora