Más allá de la barda grande y sucia de la escuela, en el techo de una pequeña casa hay un viejo perro triste como el paisaje fúnebre que se contempla, un país destrozado, parece no haber esperanza, de pronto los rostros voltean con sus caras largas marcadas por el tiempo y la injusticia de la vida, por primera vez en mucho tiempo parecen estar asombrados, en el horizonte no muy lejos de sus ojos se alza una muralla de arboles, que al ritmo del viento bailan soplando entre sus hojas rastros de fe, Son muy jóvenes pero el tiempo los colmará de fuerza entre los tallos, y crecerán más alto que la maldad, más alto que el engaño, más alto que la injusticia. Los muertos que se ha llevado el gobierno han resucitado llenando de vida al pueblo, clamando justicia y esperanza. Hoy como arboles mañana como frutos, un pueblo despertando.