⠀⠀⠀Y de pronto, sólo estuvieron él y ella.
⠀⠀⠀El mundo a su alrededor desapareció. Ya no hubo cumpleaños, ni invitados, familiares, niños, ni nada. Sólo la sensación de que el tiempo no transcurría, de que la gravedad desaparecía y que sólo había una, y nada más que una cosa importante; su hija.
⠀⠀⠀La pequeña Eleanor, con sus trenzas rubias, ojos brillosos, y el tutú torcido. La única cosa increíblemente hermosa que él había hecho. La pequeña Eleanor, que cumplía cinco años ese día, y había pegado un pequeño grito de alegría al ver su torta de bailarina.
⠀⠀⠀—Te amo muchísimo, papá— le había dicho. Sonriendo con un diente de leche menos, y un poco agitada por estar correteando por ahí. De la nada. Sin motivos. Ella lo amaba, porque sí, y eso había detenido todo. Incluso, por unos micro segundos, su corazón.
⠀⠀⠀Eleanor, su única primogénita. Alegre y extrovertida, vivaz. La niña que veía a su padre apenas una vez al mes, a veces menos, mucho menos frecuentemente, más. Que había aprendido a caminar sin él. A hablar sin él. La niña que había dicho tío, mamá, abuela, cartero, antes de decir papá. Esa niña lo amaba. Sin resentimientos. Sólo pura y francamente lo amaba.
⠀⠀⠀Y eso lo había llenado de alegría, de amor; le había llenado y abrazado el alma. Con una rodilla al piso para escucharla mejor cuando se había acercado en tono confidencial a verle, había sonreído como hacía mucho que no lo hacía; con sinceridad. Con felicidad. Pero, así como todos esos sentimientos se hacían presentes, la culpa y la vergüenza también.
⠀⠀⠀—Yo también te amo, cielo. De acá al infinito—. Había logrado responderle acariciando su mejilla. Y luego ella había desaparecido. Sin saber, en un acto de plena inocencia, su pequeña le había abierto una herida. Y una profunda. Sus palabras, que no buscaban más que expresar cariño, eran el motivo de aquella opresión en el pecho que Rodrigo ahora sentía. Apoyado contra la mesada, cerveza en mano, el resto de las personas disfrutaban el día soleado en el patio de su casa. Si alguien lo hubiese visto le habría preguntado si se sentía bien; con el rostro pálido, serio, y la mirada perdida, casi parecía que había sido víctima de un accidente horrible. Pero lo único horrible que había presenciado era la triste realidad de su paternidad.
⠀⠀⠀Las palabras de la pequeña habían develado una verdad que había deliberadamente ignorado hasta ahora; él no era un buen padre. La única diferencia entre él y su propio progenitor, era que él sí mantenía económicamente a su familia. Pero la ausencia de cariño, de tiempo y de interés estaban ahí, innegables. Delatoras.
⠀⠀⠀¿Acaso él no las amaba a ellas? De eso no había dudas. Si era necesario, podía morir por ellas. Pero era un motivo de discusión de la pareja el tiempo que él estaba fuera. Su trabajo era demandante. Y cuando estaba, sabía perfectamente que no les daba la atención que merecían. Cansado, muchas veces apaleado, adolorido, frustrado, su tiempo solía ser empleado en descansar y ya.
⠀⠀⠀No era merecedor, digno, de aquel amor que ella profesaba. Atraído por lo desconocido, por el sabor excitante de la aventura, había delegado a un plano secundario a aquella hermosa personita que se escuchaba reír afuera. Y sin embargo, ella aún lo amaba.
⠀⠀⠀«¡Qué locura!» pensó.
⠀⠀⠀Sólo esperaba que el sentimiento estuviese ahí para siempre.
¡Ey! Espero que hayan disfrutado este primer relato que he hecho para el recopilado. La verdad es que me pareció un buen inicio: soft, si se quiere. Tómenlo como la banda soporte de la banda principal. Los relatos que siguen buscan entrar más en los oscuros y recónditos rincones del alma humana.
¡Gracias por leer hasta acá!
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Medianoche en la guardia.
Short StoryMedianoche en la guardia ofrece una serie de relatos cortos e historias auto conclusivas que busca llegar al lector desde lo sombrío, lo fúnebre, la tristeza y el lamento, explorando aquellos sentimientos que, pese a lo incómodos, también conforman...