Capítulo 15

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-¡Auch!- Me acaricio las mejillas después del pellizco que me dio Margarita.

-Lo siento cariño, quiero darle a tus mejillas su rubor natural, ya sabes, para que te veas más linda esta noche- Contestó Margarita a la vez que se alejaba del tocador para buscar algo en otro lado. Hay que recalcar tres cosas de aquí: La primera, no necesito arreglarme para verme más linda, soy hermosa por naturaleza, segunda, desearía que no hubiera hecho tanto énfasis en recordar esta noche y tercero, ambas sabemos que lo hizo para despertarme. Desde ayer que llegué, cuando mi mundo se vino abajo, estuve algo ida debo admitir.

Cuando Narciso y yo nos dimos cuenta que el anillo y la carta ya no estaban en nuestras manos, me entraron ganas de llorar. Trató de consolarme, me dijo que buscaríamos otra solución. Pero la boda era en 5 días. Las opciones se veían bastante reducidas ahora. Pensé en escaparme. Sería una buena idea. Aunque, bueno, tendría a todos los reinos buscándome. Aparte de que no sé navegar como para salir de la isla. Y me aterra el mar.

Pétalos Giovanna, así no se puede trabajar.

El día del ataque en la cantina, llegué tan triste que ignoré el terror que sentí. Pero cuando caí en cuenta de lo que había vivido, no podía dormir. Quería contarle a mi padre lo que había pasado. Tenía que decirle que había un grupo de Calores provocando desastres en el reino. Pero, cuando estuve por tocar la puerta de su estudio, la razón me golpeó. ¿Cómo iba a explicarle que me enteré del asalto? Se supone que estuve todo el día en mi habitación. No podía llegar y decirle "Hola padre ¿Recuerdas ayer que me quedé encerrada en mi habitación después del torneo? Bueno, en realidad me escapé a la cantina por un gran trago de alcohol y llegaron unos bandidos enmascarados a robar, amenazando con esferas de fuego que salían de sus manos. Pero descuida, logré salir con vida luego de brincar una ventana y correr por el bosque" porque no sólo los buscarían y los encerrarían, sino que también me encerrarían a mí.

Sin embargo, entré igualmente. No iba a mencionarlo, pero si la guardia real había llegado a defender el recinto, él tendría que estar enterado. Crucé la gran puerta de roble y llegué a la sala "de espera" donde la gente importante que quiere hablar asuntos de suma importancia con el rey tiene que esperar a que se desocupe para poder atenderte. Es una sala finísima, con muebles de ébano y nogal cubiertos en terciopelo esmeralda y remaches de mármol. El salón era tan alto, que había un par de pilares tallados y un ventanal enorme detrás del escritorio que daba al jardín. Era grato esperar ahí. Pero en éste momento, me urgía hablar con el rey.

Después de que uno de los guardias de mi padre lo mandara llamar a su alcoba, me senté a esperarlo. Al cabo de unos 5 minutos, mi padre salió a recibirme. Me levanté y como es costumbre, me incliné ante él. No sabía lo mucho que necesitaba que mi padre me diera un abrazo, que me consolara y que me dijera que todo estaba bien hasta que solo se sentó en su escritorio. No dejé que se me notara la decepción en el rostro, pero de verdad que me había dolido.

-Hija mía- Me mostró una gran sonrisa, pero había algo raro en ella-. ¿Qué te trae por aquí?- Me preguntó.

-No sabía que necesitaba un motivo para saludar a mi padre- Comenté "ofendida" a la vez que tomaba asiento en la silla frente a su escritorio aunque él no me haya pedido que lo hiciera. Claro que había un motivo para estar ahí, pero él no tenía que saberlo. Se lo sacaría inocentemente.

-Tienes razón- Sonrió de lado, pero estaba algo nervioso. Estoy segura que ya sabe lo que pasó. Sólo había que meter algo de presión para que lo mencionara-. ¿Y tu dama de compañía?-Ups- ¿Porqué no está contigo? Ella debe estar contigo todo el tiempo. No es correcto que una dama, y menos una princesa, esté sin su dama de compañía. A todas horas- Continuó ahora más nervioso.

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