00 "¿Transmigrar significa volver?"

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—MIERDA!

La pared se cristalizó en instantes, cayendo al suelo pedazos de la misma ante tal golpe de furia. Las pisadas de las botas era constante y salvajes, Luo Binghe... Quién golpeaba sus aposentos soltó otra maldición en un alarido.

¿Cómo alguien tan débil como una copia podía merecen el amor de una persona tan refinada? ¡En cambio un hombre que gobernaba literalmente los tres mundos era golpeado como una basura!

¡Lo había dado todo en una nueva pócima!... ¡Y ahora tenía el pelo naranja!

—Mi señor, calmese un poco — la voz del viejo Meng Mo llegó como la de un fantasma. Pronto los ojos carmín del sujeto se posaron en su Shifu.

Luo Binghe levantó las comisuras de sus labios, no se podía considerar una sonrisa, sino una amenaza.

—Bien. — hizo un ademán con sus hombros antes de dejarse caer en la silla de su escritorio. Inclinó el rostro mostrando sus manos en una señal de continuación.

El viejo soltó el aire que retenía. Muy en sus adentros, demasiado para ser exactos él se preguntaba seriamente como seguía viviendo cerca de esta amenaza.

—Encontré un...

—Lárgate. — dijo amablemente Binghe, apretando su rostro en una amabilidad fingida. Incluso se tomó la molestia de apuntar hacia su puerta.

—¡MI SEÑOR, LO DIGO EN SERIO! — chilló el viejo, lanzando hacia su escritorio un viejo libro de poder espiritual denso.—Aunque no me crea... tiene que mirar.

Después de repasar las varias líneas, el demonio soltó una risa de suficiencia. Se acomodó su ahora cabellera anaranjada y asintió hacia Meng Mo.

No era extraño mirar a Luo Binghe cambiar su expresión como un bipolar, y era este el momento preciso. Auto destruir lo que había llegado hasta ahora por la persona quien había amado... No era un trato justo, pero en cambio tentador para alguien codicioso como Binghe.

La respiración de Luo Binghe volvió en un doloroso grito, sus pupilas se dilataron al igual que lo harían los pétalos de las flores al abrirse

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La respiración de Luo Binghe volvió en un doloroso grito, sus pupilas se dilataron al igual que lo harían los pétalos de las flores al abrirse. La neblina que oscurecía sus ojos se disipó en un parpadeo de su parte. Si todo era verdad él debería estar en su antigua cabaña de la niñez, el almacén al cual llamaba hogar.

En un rápido vistazo superficial a su alrededor que le indicó que estaba en lo correcto. Se levantó sacudiendo su vestimenta, frunciendo el ceño ante lo lejana que parecían los objetos sobre su cabeza.

La habitación se volvió helada de golpe, o tal vez era que su ropa estaba empapada. Se miró las manos un instante en confusión y desesperación de irritación.

—¡Despierta bastardo!

Luo Binghe hizo un rápido movimiento, girando su cuerpo hacia un rincón para evitar ser golpeado por la patada chueca de Ming Fan. Una grande sonrisa se dibujó en su rostro mientras doblaba su muñeca y desviaba un golpe en el rostro del muchacho.

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