01 "Recordar no significa felicidad".

502 60 1
                                    

En la cordillera, el joven Luo Binghe levantaba el hacha para hundir con ansias el arma contra la madera. Su semblante rígido tal muñeco solo era una advertencia para su tonta acompañante Ning Ying Ying.

Después de haber ido a "visitar" a Shen Qingqiu, Ming Fan lo había arrastrado hasta la profundidad del bosque con una palangana y el hacha oxidada del cobertizo. Inevitablemente había sido usado como un perro para las tareas diarias del joven discípulo.

Si bien no recordaba del todo los acontecimientos de su pasado cuando era un niño, sus manos estaban familiarizadas con el horror de sostener aquel artefacto. En un volátil intento por escabullirse por ahí en busca de Shen Qingqiu, la pantalla flotante aparecía como un maldito sello de supresión.

Ning Ying Ying era una chica amigable, con una personalidad de una niña pequeña. Siempre había sido así, incluso cuando la tomó como esposa en su otra vida.

-A-Luo, ven a jugar conmigo.

Otro golpe contra la superficie de madera y el árbol cayó. Luo Binghe se limpió con el dorso de la mano el sudor. Llevando la otra hacia el suelo en cansancio, como él era amable la vio.

Quien había sido el Rey demonio ahora mismo era un niño, un niño delicado con brazos delgados. Inevitablemente estaba cansado.

-Te he dicho que no.

La pequeña niña hizo un puchero con sus mejillas. Pisoteando el suelo con una gran zanja a un lado. Ella se había sentido curiosa, le había preguntado a Luo Binghe un instante atrás, pero ella siempre había sido fácil de complacer, una simple historia fantasiosa y el suceso ya había quedado atrás.

-¿Quién habrá hecho la zanja?

Luo Binghe está vez le miró en completo silencio. Ning YingYing tuvo que desviar la mirada cantando varios mantras para no salir corriendo. Como un lobo salvaje. Cauteloso el joven se puso de cuclillas a la altura del frondoso pasto. Su cabello rizado golpeando el suelo cuando su mano se inclinó para tocar la zanja.

-Muchos están llenos de si mismos... Pero siempre hay quien tiene ojos para no reconocer al monte Tai.

Ning Ying Ying se quedó atónita, cubriendo sus labios antes de soltar una exclamación de protesta. En lo que tarda una varita de incienso en arder, la discípula era un bollo inflado.

-¡A-Luo! ¡Cómo puedes decir eso de Shizun!

El joven se levantó, siendo una cabeza más alta que la joven parecía intimidante. Su belleza igual que una flor y mejillas como pétalos de rocio le daban la nitidez de un joven inexperto.

-Si sabes quién es, entonces por qué preguntar, shijie.

-Yo... ¡No lo sabía!

Al verse rechaza tan directamente por Luo Binghe, la pequeña Ning Ying Ying se sentó en una inclinación de piedra caliza. Trenzado de nuevo su cabello, sus dedos sobre la cinta verdosa de sus túnicas diarias.

Un leve asentimiento en respuesta de Luo Binghe, agudizando sus sentidos cuando una rama se quebró a su alrededor. Las risas emergiendo de Ming Fan y discípulos de rangos menores.

Al encontrase con la pequeña Ning Ying Ying, Ming Fan corrió a tomar las manos de su Shimei.

-Shimei, ¿qué haces en un lugar tan peligroso? Shixiong te enseñará algunas cosas divertidas si vas con él.

Anteriormente, Ming Fan había visto a Luo Binghe estar observándolo. No tuvo reacción, y jamás la tuvo cuando estaba cerca de algo tan repugnante a la vista.

-Shixiong sabe que no me dan miedo las serpientes - sus ojos hechos almendras, soltando una risita-. Además, A-Luo me ayudaría a combatirlas, así que no tengo miedo.

Todo por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora