Harry desvío su mirada hacia el reloj de pared de su habitación, observando como las agujas marcaban las siete en punto de la tarde. Suspiró aliviado al saber que aún quedaba una hora para que su esposo viniera del dichoso trabajo, puesto a que él se acababa de despertarse de una siesta de media hora, algo que siempre había mantenido en su rutina diaria.
El rizado se paró de la cama con un profundo bostezo. Se dirigió con pasos lentos hacia el cuarto de baño y comenzó a desvestirse, quitándose primero la gran camisa holgada que utilizaba para estar por casa, dejándola deslizar por todo su diminuto cuerpo. Finalmente, se quitó sus adorables bragas color rosita y arrojándolas en la cesta de ropa sucia
Segundos antes de que se disponga a meterse en la bañera. Se detuvo frente al gran espejo, admirando su blanquecino cuerpo desde su reflejo. Le gustaba su cuerpo, era bastante hermoso. Sus ojos, brillosos y verdosos. Los labios eran finos y rosados, su cintura suave y pequeña, hechas perfectamente para agarrarla con fuerza. Bajó su mirada y contempló sus muslos, eran anchas y blanquecinas. Le gustaba cuando Louis los besaba. Sin embargo, le gustaba como le quedaban sus faldas y como su muslos se aferraban en ella.
Harry se volteó y caminó hacia el agua caliente, entrando gentilmente a la bañera. Al acabar sus veinte minutos de su lavado, salió de ahí y se dispuso a secar su pelo. Luego los dejó sin peinar, ya que esos rulos de chocolate que adornaban en su cabeza eran muy revoltosos.
Después de alistarse, se colocó el conjunto que se compró con Niall en le Sex Shop del centro comercial. Las telas eran básicas, pero muy provocadoras. Procedió a colocarse unas bragas negras transparentes, quien de estas se podía ver una tanguita en la parte de atrás. Luego, continúa con dos arneses de cuero negro que por el momento se dejaban lucir en sus regordetes muslos. Por último, unas orejitas de gato y una cola pegada en su entrada.
Volteó su mirada nuevamente hacia el reloj de pared. Agrandó la mirada al observar como el tiempo había pasado demasiado rápido. Solamente faltaban cinco minutos para que Louis saliera del trabajo. Ya preparado, caminó lentamente hacia la cama matrimonial y se subió en el centro del colchón. Se posicionó con sus piernas dobladas encima de la otra y sus dos manos apoyadas en el colchón.
En la habitación había un gran armario que simulaba un espejo reflejando la cama matrimonial en esta. Con el propósito de que ellos se podían ver mientras hacían el amor en la cama. Ante eso, Harry se miró en el espejo con una con sonrisa de satisfacción.
Pasados cinco minutos, la puerta principal se abrió, provocando que los latidos de Harry se aceleren.
—¡Bebé, estoy en casa! —Louis podía definir como un chico muy intimidante, pues esa mirada seriosa e intensa no ayudaba mucho. Sin embargo, con su pequeño podía se la cosita mas tierna del mundo.
El castaño frunció el ceño al no escuchar la respuesta de Harry, normalmente su pequeño le recibía con un abrazo y besitos. —¿Hazza...? ¿Sol, dónde estás? —preguntó de nuevo al no verlo en la sala.
Suspira lentamente y arrojó el maletín negro en el sofá. Luego sonrió al escuchar a su bebé en la planta de arriba.
—¡Papi, estoy arriba!
Louis desató con rapidez su corbata y comenzó a subir las escaleras. Al llegar a la habitación, la abre con entusiasmo. Soltó maldiciones al ver semejante preciosidad frente su ojos. Esbozó una media sonrisa y se dirigió hacia a él, causando que sus rodillas chocaran en la orilla del colchón.
—¡Feliz cumpleaños, papi! —Exclamó con cierta emoción. No dijo nada más, una simple acción de alzar su trasero hacia a él mostrando su adorable colita de gato entre sus nalgas, era más que suficiente.
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HAPPY BIRTHDAY DADDY [L.S]
Short StoryHarry Tomlinson solía ser un esposito muy travieso, tanto que, para el cumpleaños veinticinco de su Papi, le planeó una sorpresa muy especial. Y no era el típico regalo bonito con un envoltorio y un doradito lazo de decoración. Era algo más original...