One Shot - The Continental

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Año 1973, New York

Terminando de acomodarse su elegante traje a la medida y una serie de armas ocultas estratégicamente en su cuerpo y maleta, salió de su casa despidiéndose del que era su fiel compañero, Krypto, un labrador blanco. Debía seguir el destino impuesto por sus padres biológicos cuando estos murieron en un accidente de tráfico desde que era solamente una niña. A Kara Zor-El la raptaron y prepararon cada día en su adolescencia junto a su adultez para convertirse en una asesina. Cabe destacar que no una cualquiera, sino la mejor dentro de la organización criminal rusa, Ruska Roma, sin ninguna dificultad lo logró, tenía unas cualidades extraordinarias que supieron explotar al máximo hasta convertirla en lo que era y darle el apodo, Red Daughter.

Existían días donde deseaba retirarse de todo ello, permanecer en casa e intentar preparar algún pay sin quemarlo; pero sabía que esa realidad estaba lejos de suceder. Tenía una misión suicida poderosa que cumplir y a cambio recibiría millones de millones de dólares como recompensa; debía cobrar una ficha muy importante dentro del mundo criminal. Se trataba de Morgan Edge, había hecho un negocio con los Ruska, pero cobardemente se había negado a ceder el porcentaje que les correspondía como pago. Negó con su cabeza acomodando su maleta en el asiento copiloto de su Camaro SS negro, encendió el motor y se perdió entre la oscuridad nocturna, recordaba cada palabra de su jefe, The Director.

Flashback

Solo escuchaba el pequeño eco que sus zapatos mientras recorría el pasillo en ese momento casi vacío, había sido convocada por The Director, solo por eso volvía a Rusia. Y cuando sucedía eso, significaba que iban a asignarle un trabajo específico y delicado, su rostro serio ajenos a cualquier emoción "débil" fuera de su casa. Su presencia causaba respeto, no solo porque se trataba de la favorita, sino por su "limpia" reputación como asesina, la mejor de las mejores.

—¿A quién tengo que cobrar esta vez, The Director? —preguntó colocándose frente a su escritorio esperando que se diera la vuelta.

—Siempre me ha gustado que sea tan directa, Red Daugther —el hombre se giró medio sonriente dándole un sobre con una buena cantidad de dinero y una reserva de un hotel—. Quiero que cobres la ficha de Edge —Kara asintió tomándolo sin pedir explicaciones, solo obedecía—. Solo debo advertirte que The Continental tiene sus reglas.

Fin flashback.

Kara no salía cuestionar su trabajo, solo obedecía, pero ese dichoso hotel, donde nunca había estado; le daba cierta curiosidad, ya que era famoso por hospedar a los mejores asesinos del mundo y por dichosas reglas. Cualquiera que se atreviera a quebrantar una, su ficha pasaría automáticamente a sus manos y The Adjudicator decidiría qué pasaría con su destino, casi se burló cuando escuchó a su jefe decirle que podrían ser capaces de matarla o cobrar por su ficha, estaba valorada en casi en ochocientos millones, una verdadera locura, así como el precio de su hospedaje en él.

Siguió la dirección que el sobre indicaba, sonrió lasciva sintiendo cada vez más adrenalina porque estaba cerca del "gracioso" hotel, la curiosidad mató al gato, pensó divertida. Aunque perfectamente podría hacer que el dicho se invirtiera, sin embargo, ya no era aquella terrible adolescente para cometer decisiones temerarias. Solo esperaba que Morgan Edge no se encargara de echar a la basura sus planes de acabar todo cuanto antes y así poder divertirse un rato, hacía mucho tiempo que no tenía sexo, conseguiría a alguna mujer para una noche fantástica de "polvo".

A las primeras horas de la madrugada, estacionó el auto y miró a través del parabrisas ese resinto con apariencia común. Era divertido ver como cada transeúnte caminaba por ahí ignorando lo que podía suceder dentro del lugar—"la ignorancia humana"—, pensó saliendo del auto dando un ligero portazo, acomodó su traje ignorando como algunas miradas se dirigían a ella. Porque sí, era una mujer bastante atractiva cuyos risos rubios y ojos azules con pintas grises podía llamar la atención fácilmente. Se acercó sacando de su saco la tarjeta que le daría el acceso a las instalaciones, específicamente lobby, el tarjetero emitió un débil sonido advirtiéndole no solo a ella que había ingresado.

One Shot Supercorp: The Continental Donde viven las historias. Descúbrelo ahora