Prólogo

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Los rumores volaban por todo el mundo mágico. Parecía ser que el pequeño bebé de los Potter acababa de derrotar, en mente de algunos, al mayor mago tenebroso de todos los tiempos. Pero algo que era innegable era que, fuera el más tenebroso de la historia o no, en ese momento llevaba años atormentando a la mitad sociedad mágica, y a la otra mitad teniéndola de seguidora.

En la casa de los Black, o los 2 miembros que quedaban en ese instante en esa enorme casa, estaban perplejos porque un simple y mugroso bebé acabara de derrotar a su Lord. "No es posible", decían ambos con rabia mientras conversaban en su lujoso salón. Pero todo el mundo parecía creer en ello, por irreal que pareciera.

Timbre, sonó el timbre, interrumpiendo el habla de Walburga, que se estaba volviendo a quejar de los rumores con su esposo, que, para variar, la estaba escuchando con una elegante copa en la mano.

Tras unas miradas y palabras confusas y algo malhumoradas de parte de los dos, ¿quién osaba molestarlos a tales horas de la noche? Su elfo doméstico, Kreacher, llegó a la sala con un bebé en brazos, envuelto cuidadosamente en una manta, la cual dejaba ver una carta asomarse en uno de sus pliegues.

Walburga se acercó con un poco de desprecio hacia su elfo y cogió la carta en un movimiento rápido y elegante. Leyó la carta, era muy breve. La carta pretendía informarles a Walburga y a Orion que, ese niño en los brazos de Kreacher, era su nieto; que ella, su madre, no se veía capacitada para cuidarlo de ninguna manera; y, su padre, aparte de no saber de su existencia, ya no estaba en oportunidad de conocer ni cuidar a su hijo. La carta terminaba con una delicada letra cursiva pidiéndoles, por favor, que cuidaran correctamente a su hijo; para luego dejar una posdata de que el niño era sangre pura, previniendo que eso fuera lo más importante para los abuelos del niño. Aparte de la breve carta escrita por su madre, el niño solo traía un documento más, su certificado de nacimiento, con dos pequeñas alteraciones: tanto el nombre y los datos de la madre como los del padre estaban mágicamente cubiertos por una línea negra, haciendo imposible saberlo. La madre se había molestado en tapar eso, al parecer.

"Callum Joe Black", así ponía que se llamaba el niño según el documento que tenía en la mano su abuela, más, solo de leer el nombre, los ojos de Walburga reflejaron desagrado, nadie lo llamaría así nunca más; si iba a ser heredero de la noble y más anciana casa de los Black debía tener el nombre de sus antepasados, de estrellas.

Walburga y Orion lo hablaron, una vez que decidieron que se quedarían con el bebé que apenas aparentaba más de un año, al fin y al cabo, para ellos la última oportunidad de que la casa Black continuara con su existencia residía en ese niño.

"Arcturus Orion Black", así decidieron que cambiarían el nombre del niño que ahora descansaba en la antigua cuna de los hijos de Walburga y Orion, mientras que Kreacher comenzaba a prepararle una habitación como era debido. Como buena tradición, Orion decidió poner su nombre como el segundo del niño porque, aunque no fuera su hijo, iba a estar los próximos años a su cuidado. Y su primer nombre fue "Arcturus", tal y como era el segundo nombre del hijo menor del matrimonio, haciendo un pequeño guiño a que era su hijo, aunque Salazar no tendría claro si querían engañar a los demás o a ellos mismos diciendo que era hijo de Regulus y que en verdad no tenían ni idea; pero, desde luego, todo el mundo conocería a su nieto como el hijo de Regulus, que lo habría concebido justo antes de desaparecer. También, Arcturus tal y como su bisabuelo, el padre de Orion.

The Black Heir - Arcturus Orion BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora