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Catorce días, catorce días exactos desde que había perdido a mi hermano. Aún no lo podía creer, me sentía vacío y lleno de ira.

No sabíamos quién había mandado a hacer el atentado y ni siquiera habían pistas, solo el omega que no quería hablar.

Lo habían hecho perfecto. Dominic había bajado la guardia y se había hospedado en ese hotel asqueroso, sin protección, donde matarlo, para ellos, fue realmente fácil. Y el omega les había ayudado a que todo fuera aún más sencillo, dándole la habitación continua de Dominic a el hijo de puta que lo mató.

Decir su nombre dolía. Mi primo, el hermano que nunca tuve, era difícil estar sin él. Pero iba a vengar su muerte, de eso estaba seguro y mi única opción era el omega; el maldito omega. El único testigo vivo que teníamos por el momento.

Jacob me había dicho que había intentado de todo para sacarle información, pero que no soltaba la lengua. Al parecer era una perrita muy fiel a su amo.

—¿En qué estás pensando? —me preguntó alguien a mi lado.

—Nada, nada importante — le respondí.

Megan me vio y sonrió. Sabía que estaba mintiendo porque ella siempre sabía todo. Después de mantener su mirada un rato suspire y me rendí.

—En Dominic y el omega ese —termine confesando.

—Lo sabía —respondió con orgullo —. ¿Qué piensas de ellos?

—De todo un poco —dije suspirando —. En cómo ese omega no quiere hablar, en que voy a hacer una vez esté frente a él. Pienso mucho en Dominic también, lo extraño un montón, sus ideas locas, sus bromas estúpidas, su compañía, todo eso pienso.

—Si, es verdad, Dominic hace mucha falta —me apoyó ella mientras también suspiraba —. ¿Sabes?, lo que más rabia me da de toda esta situación es el hecho de que no solo mataron a Dominic sino que también nos hundieron a nosotros.

Y cuánta razón tenía. Esos hijos de puta lo habían hecho tan bien que llamaron a la policía y, cuando se dieron cuenta que Dominic estaba allí, supieron que estábamos haciendo negocios en esa zona. Lo incomprables de la DEA desde ese día nos estaban respirando en la nuca y los negocios se habían detenido por toda esa zona, lo que significaba pérdidas.

—Ni me lo recuerdes, tu esposo me tiene harto con sus estadísticas y números de mierda.

—Oye, valora su trabajo que él lo único que quiere es que no nos de un golpe económico.

Rodé los ojos y volví mi vista a la ventana del auto.

—Oye —me volvió a llamar —, ¿tu enserio crees que el omega tiene algo que ver con esto?

Esa pregunta me tomó bastante desprevenido y al parecer ella lo noto porque rápidamente complemento:

—Lo digo porque yo he visto personas que son demasiado leales a los suyos y que ni los métodos de Jacob los hacen hablar, pero siempre dicen algo así como "nunca te voy a decir nada" o cosas así.

»El punto es que el omega sigue asegurando que él no tiene nada que ver con eso, ni siquiera acepta que tiene participación de algo y hasta me hace pensar que en verdad no tiene nada que ver.

—Bueno, es raro tienes razón —acepte porque en cierta parte sí era raro —, pero quizá el piensa que aún tiene oportunidad de salir o tal vez no quiere delatarlos para nada, yo que sé, por ese simple hecho no lo voy a quitar la culpa.

—Está bien, está bien.

Con eso concluimos nuestra conversación.

El coche se detuvo después de unos quince minutos frente a un almacén viejo en un lugar de mala muerte. En la entrada ya nos esperaba Jacob y apenas salí no dudó en saludarme.

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⏰ Última actualización: May 20, 2023 ⏰

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