Otras se pierden

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—Neji... ¿Podemos hablar?—la voz de Lee se escuchaba un poco temblorosa, esquivaba su mirada, mirando cualquier cosa menos a él. Un extraño presentimiento se asentó en su estómago.

—Claro—habló tranquilamente, pero la inquietud de su novio le producía todo lo contrario—. ¿Pasó algo?

—De hecho...—lo miró a los ojos durante un milisegundo. Allí se dio cuenta de lo que trataba de decirle y se le formó un nudo en la garganta—. Quiero terminar, Neji.

Su mundo dio vueltas por un segundo. El libro que estaba en sus manos casi resbala al suelo; su único sostén era el banco en el que estaba sentado, disfrutando del hermoso día que rápidamente le pareció horrible. No pudo articular palabra, mirando a Lee con la boca entreabierta, tratando de decir algo, pero con cada sonido muriendo en su garganta.

—Yo de verdad necesito un tiempo, y creo que es lo mejor. Últimamente, con la universidad, nos estamos distanciando, y creo que lo más sano es cortar ahora—se rascó la nuca y lo miró de nuevo, casi luciendo triste—. Fui muy feliz a tu lado, Neji, te valoro muchísimo como persona y de verdad no quiero perder tu amistad. Lo hiciste todo bien, no es tu culpa, de verdad espero que me entiendas, pero ya no quiero seguir con esto.

Quería llorar, quería despertar con Lee a su lado y ver que no fue más que una pesadilla. Se pellizcó disimuladamente para asegurarse de que no era un sueño, pero al sentir el dolor se dio cuenta que era real.

El mismo Lee que lo había besado hasta quedarse sin aire, el mismo que fue su amigo y su novio durante años, el mismo que le juró amor eterno en más de una ocasión, el mismo que había gemido su nombre varias noches, estaba de pie, frente a él, hermoso como siempre, acabando con la relación que llevaban formando juntos casi tres años.


—¿Qué hice mal?—le preguntó nuevamente a su reflejo, dejando caer algunas lágrimas silenciosas—. Siempre lo traté bien... fui atento y cuidadoso... él parecía ser feliz... ¿Qué fue lo que hice?

Y es que mientras más le preguntaba al espejo de su baño menos creía ser capaz de encontrar la respuesta. Solo una semana después seguía sin querer aceptar del todo su ruptura, afectado aún por el shock del hecho. Miraba esperanzado cada que su teléfono sonaba, pero se llevaba una desilusión al ver que no era su nombre el que estaba en la pantalla.

Luego de unos días encontró el momento para devolverle alguna que otra prenda que se había olvidado en su departamento. Lee hizo lo mismo, y vio fugazmente como la foto de ellos que anteriormente tenía en la pared ya no estaba. No le dolió, claro que no.

Seguían teniendo amigos en común, así que no podía simplemente no verlo nunca. Estaba presente en cada una de las reuniones que se organizaban, en cada salida; no se dirigían la palabra en ningún momento, ni siquiera como parte de una conversación colectiva. Agradecía que fueran a universidades distintas, porque tener que cruzárselo en algún pasillo o en el bar del edificio sería muy doloroso.

Tal vez lo que más le dolía era que Lee parecía perfectamente bien luego de su ruptura, como si todos esos momentos vividos, esos nueve años de amistad que precedieron a su relación no hubieran significado más que un ligue de una noche. Esa decisión tan repentina, para Neji fue como si todo se le hubiera desorganizado. Allí se dio cuenta de que no existía una forma rápida para olvidarlo, no había ningún atajo para dejar de pensar en él; solo le tocaba esperar a que el tiempo hiciera lo suyo y reparara su deshecho corazón.

Le hicieron falta tantas noches en vela, en las que no hacía más que soltar lágrimas silenciosas mientras se preguntaba qué es lo que le faltó a Lee en su relación.


Cinco meses y por fin podían hablar sin que fuera incómodo. Tenten parecía feliz de que por fin hubieran podido volver a una extraña amistad, donde no era tan tenso si estaban solo los tres. Neji seguía dolido, evidentemente, pero ya no lo culpaba del todo. Todavía no estaba seguro de poder volver a estar en alguna relación en un futuro cercano, pero al menos las cosas con Rock Lee ya no estaban tan mal.

La chica los invitó a dormir. Era la primera vez que dormían en la misma habitación desde su ruptura y, extrañamente, no se sintió tan mal como lo pensó. Sí, la llama de su amor, que habían jurado mantener siempre encendida, tal vez seguía caliente, pero seguro con un poco de tiempo podía apagarla del todo.

Otras se pierden [NejiLee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora