Capítulo 1: El Descubrimiento

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Ariaghne caminaba por los pasillos del instituto con una mezcla de emoción y nerviosismo. Había descubierto recientemente su verdadera identidad: era una semidiosa, hija de la sabia Atenea y un mortal. Aquel conocimiento había sacudido su mundo, pero también le había abierto un universo lleno de posibilidades.

El día que descubrió su linaje divino, Ariaghne se encontraba en la biblioteca de su casa, buscando información sobre su madre biológica. Había oído rumores de que Atenea estaba involucrada con Ariadna de Creta, una princesa conocida por su inteligencia y astucia. Ariaghne nunca había conocido a su madre, y el hecho de que Atenea estuviera con Ariadna solo añadía más misterio a su existencia.

La joven semidiosa se levantó temprano esa mañana, emocionada por comenzar su nueva vida en el instituto para semidioses. Atenea le había dado las indicaciones necesarias y le había proporcionado un colgante con el símbolo de una lechuza, el animal sagrado de su madre. Era una señal de protección y guía en aquel nuevo mundo.

Cuando llegó al instituto, Ariaghne se encontró con un lugar mágico y lleno de energía. El edificio estaba rodeado de exuberante vegetación, y el sonido de risas y conversaciones animadas llenaba el aire. Estaba llena de curiosidad por descubrir qué le esperaba.

Ariaghne se dirigió a la oficina de registro, donde recibió su horario y una breve introducción sobre las reglas y la vida en el instituto. Después de eso, se unió a un grupo de estudiantes para hacer un recorrido por las instalaciones. Durante el recorrido, conoció a varias personas interesantes, pero dos en particular llamaron su atención: Alex, un chico de cabello oscuro con ojos brillantes y una sonrisa encantadora, y Maya, una chica de cabello rizado y ojos vivaces.

Alex era hijo de Hermes, el dios mensajero, y Maya era hija de Afrodita, la diosa del amor y la belleza. Los tres compartieron una conexión instantánea y comenzaron a pasar tiempo juntos, explorando el instituto y compartiendo sus historias de origen. Ariaghne se sintió atraída tanto por Alex como por Maya, y esa dualidad emocional la llenó de confusión.

A medida que pasaban los días, Ariaghne se encontraba cada vez más dividida entre sus sentimientos. No quería lastimar a ninguno de los dos, pero tampoco podía ignorar la chispa que sentía por cada uno de ellos. Alex la desafiaba intelectualmente y la hacía reír con sus bromas ingeniosas, mientras que Maya la llenaba de calidez y comprensión.

Los tres pasaron mucho tiempo juntos, explorando el instituto y enfrentando desafíos propios de su condición de semidioses. Durante una misión en la que debían rescatar a un compañero de clase que había sido capturado por una criatura mítica, Ariaghne descubrió que la fuerza y la astucia de su madre fluían a través de ella. Utilizó sus conocimientos y habilidades para guiar al grupo hacia la victoria, lo que aumentó su confianza y su conexión con su herencia divina.

Sin embargo, a medida que su amistad con Alex y Maya se fortalecía, también aumentaba su dilema emocional. No quería elegir entre ellos, pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar esa difícil decisión. Intentó mantener su conflicto en secreto, pero los ojos atentos de sus amigos captaron su lucha interior.

Una noche, mientras estaban sentados alrededor de una fogata en el patio trasero del instituto, Alex y Maya le pidieron a Ariaghne que se uniera a ellos en el centro del círculo. Sin saber qué esperar, Ariaghne se levantó y caminó hacia ellos con el corazón latiendo aceleradamente.

Alex tomó su mano derecha, y Maya tomó su mano izquierda. Los tres formaron un vínculo, una conexión inquebrantable basada en el respeto, el amor y la aceptación mutua. Entendieron que no había necesidad de elegir entre ellos, que su relación podía florecer de una manera única y especial.

En ese momento, Ariaghne sintió un alivio abrumador. No tenía que renunciar a ninguno de los dos, podían ser una unidad, un equipo. Juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara y apoyarse mutuamente en su camino hacia la grandeza.

Con el fuego de la fogata iluminando sus rostros y el calor de su unión llenando sus corazones, los tres amigos hicieron una promesa solemne de protegerse y amarse a pesar de cualquier obstáculo. Sabían que su relación sería probada, pero también confiaban en que su amor y su lealtad prevalecerían.

A medida que el humo se elevaba hacia el cielo estrellado, Ariaghne se sintió en paz consigo misma y con el mundo. Había encontrado su lugar en el instituto para semidioses y había descubierto el poder del amor en todas sus formas. Estaba lista para enfrentar su destino con valentía y determinación, sabiendo que no estaba sola.

Y así comenzó la historia de Ariaghne, una chica bisexual, semidiosa hija de Atenea, que encontró el amor en dos personas extraordinarias. Su viaje estaba lleno de aventuras y desafíos, pero también estaba llena de amor y amistad. Juntos, escribirían su propio destino y demostrarían que el corazón no siempre tiene que elegir, sino que puede expandirse y amar sin límites.

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