𝑬l corazón de aquel jovencito se rompía y lágrimas corrían por sus aterciopeladas mejillas, lágrimas que se camuflaban con la fuerte lluvia que cubría la nocturna ciudad.
𝑨hí estaba, con el corazón hecho pedazos divagando en su oscura melancolía mientras era detenido por el pelinegro que poseía una radiante sonrisa, sonrisa que no tenía en esos momentos.
── 𝑵o te merece.
𝑺usurro con palabras entrecortadas debido a la distancia que había recorrido corriendo mientras intentaba alcanzar al indefenso joven. 𝑬ntonces, esas tres palabras lo hicieron desmoronarse en los brazos de aquel chico que le juraba amor eterno a diferencia de la otra persona que solo sabía romper su corazón y reírse del sonido.
── ¿𝑬ntonces quién lo hace?
𝑷reguntó entre sollozos mientras intentaba controlar su desgarrador llanto, el más alto acarició los cabellos mojados del pequeño chico, limpiando con cariño sus lágrimas.
── 𝑳o averiguaremos de alguna forma.
𝒀 ahí se quedo, atónito por las palabras de aliento... 𝑬sa, esa era la unión de dos corazones rotos que se complementaban en una noche cubierta de estrellas que se escondian entre el manto de las grisáceas nubes cargadas de agua. 𝑨mbos jóvenes ríen sonoramente mientras se unen en un abrazo donde el sonido de sus corazones palpitar se escucha entre las gotas golpeando el suelo de concreto...
𝑼na dupla de corazones rotos.
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