-Lei è malato, signore! - Le grito niño al Nazi el cual se confeso ante el hijo de uno de sus aliados. -Ich bin krank für dich! Du hast mich krank gemacht! - Grito el Nazi al recibir tal respuesta de aquel infante del cual lo volvía loco...
Si no...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En una madrugada, salía de su habitación con una maleta un niño rubio, tez blanca, de ojos verdes. ( si no les gusta su apariencia cámbienla, yo solo la pongo para guiarme.) siendo apurado por su hermano mayor el cual ya estaba esperándolo en la sala mientras que su padre se encontraba en el carro esperandolos con varios soldados ya sentados.
-¡Reader, apurate o nuestro padre nos dejara! - Grito Italia a su hermano menor el cual ya estaba bajando las escaleras con su maleta apresuradamente mirando hacia bajo para no tropezarse mientras baja las escaleras.
- ¡Enseguida vamos! - Le grito el rubio mientras se despedía las cuales unas le miraron mal mientras que otras sonreían. El rubio acompañado de Italia se subieron al carro sin antes acomodar las maletas que llevaban.
El viaje hacia el destino de la capital de Alemania, Berlín. El viaje fue de aproximadamente 15 y 30 minutos. El carro se encontraba frente de un portón de una mansión muy lujosa en el cual solo se miraba la ventana de una sala con las luces encendidas las cuales indicaron a el señor de alta estatura y edad, Que se encontraban despiertos y en la mansión.
El portón se abrió dejando ver un jardín bien mantenido al igual que una fuente la cual parecía lujosa. El carro arranco adentrándose en aquella mansión en la cual se hallaban 3 carros, mientras el carro se estacionaba, los soldados bajaban ayudando a los dos hermanos, y a su mayor con sus maletas de la puerta principal salía una mujer con kimono rojo, pelo cafe claro, ojos color miel, de estatura media, mientras aquella mujer caminaba en dirección hacia el hombre de más estatura que todos los presentes. El padre de los niños al darse cuenta que aquella mujer se dirigía solamente se dio la vuelta para luego conversar con ella.
Los dos hermanos agarraban sus maletas observando a su padre siendo coqueteado por aquella mujer mientras este mantenía su mirada firmemente seria. Aquella mujer dejó de coquetearle al sentir la mirada del hijo del señor al cual ya estaba anteriormente coqueteando.
- Señora Akane, No será mejor entrar a la mansión. - Dijo aquel hombre sacando de sus pensamientos a la nombrada. - Claro, síganme. - Ordenó la Señora a los presentes los cuales acataron las órdenes y la siguieron con maletas entre diversas cosas.
Entraron a la mansión siendo hostigados con la mirada de las sirvientas las cuales se quedaron calladas observándoles pasar.
- Italia, quédate aquí cuidando de tu hermano. - Dijo el mayor de los presentes para luego dirigirse a una sala con la señora Akane.
Las sirvientas siguieron en lo suyo mientras los menores de los presentes se sentaban en el sofá de la sala. Los hermanos se encontraban ya en el sofá siendo incomodados por sentir unas miradas con molestias e intriga. El menor miró donde se dirigía la mirada para observar a tres niños mirándolos con intriga mientras que uno con molestia...
