OO: ¿Donde estoy?

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Jimin había luchado mucho en su vida para lograr todo lo que había hecho. Se graduó de una prestigiosa universidad y sacó las mejores notas de su clase.

Se inscribió en un doyo en el cual pasó más de siete años entrenando, era un peleador experimentado que podría derribar a un rival mucho más grande que su propio tamaño. También era un chef, un gusto que había heredado de su madre era el gusto por la deliciosa comida.

Era feliz por primera vez en mucho tiempo, después de todos esos problemas y la depresión en la que había caído, los abusos de su padre, la muerte de su madre, el no encajar por completo en la sociedad.

Gay, Jimin sabía que era gay después que vió a su amor imposible jugando al básquetbol. SangHeon, aún recordaba su nombre, el maldito bastardo que solo lo usó cuando se dió cuenta de que le gustaba.

Solo para después ser desechado como basura, y su vida de la preparatoria fue un infierno. No hubo un solo estudiante que no supiera que solo fue una puta abre piernas para uno de los grados altos, varios acosadores estuvieron a su espalda, tratando de hacerle daño.

Fue por esa razón que tuvo clases de karate. No quería ser débil, quería poder defenderse de los agresores que pudiera tener, aunque su padre no fue uno de los agresores a los cuales podía defenderse.

Siempre había sido un hombre alcohólico, y su madre solo se había casado con él porque había terminado embarazada, ninguno de los dos estaban felices con ese matrimonio, pero no hubo mucho que pudieran hacer.

Las cosas solo fueron de mal en peor cuando su padre se enteró de orientación sexual, culpó a su madre por haberlo criado "como niña débil", siempre quiso darle una paliza, pero nunca se atrevió, quizás si era un cobarde.

Estaba casi entrando en la Universidad cuando su madre murió, y su bastardo padre al fin tuvo la oportunidad de echarlo "de su casa", no pudo antes porque el lugar estaba a nombre de su madre, pero sin ella, ya no había nada que lo pudiera detener.

Por suerte sí pudo conseguir una beca en la universidad y le dieron una habitación en el campus. Después de eso todo fue una montaña rusa de emociones, tanto altas como bajas.

Aunque su poca confianza en sí mismo le hizo sufrir más bajas que altas. Sin embargo, por primera vez en su vida, la suerte le sonreía, tenía una pequeña casa propia, un buen trabajo con buen sueldo, ahora solo debía tratar de encontrar a su media naranja.

De todas formas debió suponerlo, sabía cientos de veces que las cosas nunca salían como él quería, cuando era más feliz algo siempre ocurría y arruinaba todo, debió prevenir que las cosas se derrumbarian de entre sus dedos en cualquier momento.

Las luces de un auto a alta velocidad que iba hacia él, era el peor escenario que jamás imaginó. En un segundo, todo se volvió blanco y el cielo se miraba muy borroso, que se fue oscureciendo poco a poco.

"Quisiera ser feliz por primera vez en mi vida sin que nada me pertubase"

Fue lo último que pensó, oyendo las sirenas de las ambulancias que se acercaban. Ni siquiera pudo ver el rostro del paramédico que se le había acercado, su cuerpo cedió y colapsó en la inconsciencia.

(...)


—Agh, me duele todo, ¿Acaso me atropelló un camión? —Jimin murmuró sintiendo su cuerpo con los mil dolores del demonio.

Se removió sintiendo su cuerpo sobre algo suave, muy suave, como una cama muy cómoda. Su nariz también se sentía rara, había un aroma que lo tenía abrumado, nunca había olido algo así en su vida.

Al sentarse sobre la cama sintió como sus caderas punsaban de dolor, un dolor insoportable que le carcomía hasta las entrañas.

"¿¡A quien carajos se le olvidó la vacelina!?"

Pensó molesto, no era tan idiota como para no preparar su retaguardia a la hora de estar con alguien, la única forma de que algo así llegase a pasar sería que estuviera en una borrachera nivel Dios. Aunque no se había emborrachado desde hace mucho, y no hacía falta explicar la razón.

Jimin resopló enojado, talló sus ojos y parpadeó mirando el lugar. Se los volvió a tallar y después se dió una pequeña cachetada en el rostro.

—¿Q-qué carajos…? —murmuró el rubio al ver la gigantesca habitación en la que se encontraban, todo parecía hecho de rocas talladas de manera muy fina.

Además, habían decoraciones que solo había visto en pinturas de la edad media en los museos, incluso la habitación tenía una chimenea.

Armarios elegantes, mesas y otras muchas cosas que jamás había visto y que no conocía. Jimin miró a la cama, más bien toda ella, era enorme, la cama más grande que jamás había visto en su miserable vida.

Lo que más lo sorprendió fue ver una mata de cabellos negros en la cama, estaba a medio tapar con una manta y le daba la espalda. No conocía a nadie así, y tenía curiosidad por ver quién era.

Así que, ignorando todo lo que pudo el dolor de su cuerpo, gateó hacia él, pasando una mano sobre su cuerpo para rodearlo, no sabía si tenía un sueño profundo, pero aún así era cuidadoso.

Cuando parte de su cuerpo estuvo al otro lado de donde estaba el azabache, y pudo verlo con claridad se quedó algo pasmado. Era infernal mente atractivo, su rostro delineado y relajado por el sueño, el cabello oscuro caía un poco por su frente, admiró los músculos que estaban a la vista.

"Bueno, viéndolo bien, si me dejaría destrozar con alguien como el"

El rubio pensó con algo de atrevimiento, aparte de guapo estaba muy en forma, quizás era de los tipos "salvajes", a los que les gustaba rudo, y no se quejaba mucho de eso.

No se dió cuenta cuando sus dedos se paseaban por el rostro del desconocido. Quizás le pediría una segunda cita, esta vez sí recordaría todo lo que harían, y además, le preguntaría también en donde estaban, el lugar parecía un sitio turístico caro.

Casi se asustó cuando unos ojos café intensos se abrieron, no fueron exactamente el color lo que le asustó, sino que sus pupilas se rasgaron como las de un gato cuando los estuvo un momento abiertos.

—¿Que crees que estás haciendo, principito? —esa voz ronca le envió más de un escalofrío al cuerpo, no pudo evitar ladear su cabeza confundido por ese apodo, y además, un aire fuerte de aromas le golpeó en la nariz que casi se la hizo arrugar. —¿Acaso buscas más diversión?, Aunque anoche parecías solo un muñeco sin vida.

—¿Eh? —Jimin ahora estaba más que confundido, chilló cuando el pelinegro lo movió rápidamente pegando su espalda contra la cama, con él posicionado sobre su cuerpo.

—No te hagas el desentendido, principito, bien si es lo que deseas yo cumpliré con lo que quieres. —murmuró el pelinegro acercándose peligrosamente a su rostro, Jimin se sentía de alguna manera sometido con su mera presencia, eso le confundía en muchas formas.

Unos golpes a la gran puerta del lugar le hicieron espabilar.

—¡Magestad, lamento interrumpir su mañana, pero el desayuno estará servido en el comedor principal en unos minutos! —una voz femenina sonó al otro lado de la puerta, y Jimin sentía que su cabeza iba a explotar.

—¡Lárgate, estoy muy ocupado en éste momento como para que jodas, no me hagas salir a matarte! —el pelinegro gritó haciendo que Jimin se tensara, incluso sentía su cuerpo temblar un poco.—, ahora sí, ¿En donde estábamos?

El pelinegro se volvió hacia el, mirándolo con una sonrisa depredadora, podía escuchar los pasos apurados al otro lado de la puerta, alejándose con rapidez.

"¿En que mierda me he metido?"

Era solo lo que su mente se repetía una y otra vez buscando la salida de esa situación tan extraña.

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𑊡 . tengo el permiso para
hacer esta adaptación
𑊡 . la historia original le
pertenece a; 
Zaorycast

¡todos los créditos
hacia su persona!

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