Asesino oscuro

Capítulo 1 Parte 3 | Despedida

En la organización, se conformaban grupos de cinco individuos liderados por un capitán. Al asignar misiones, la cantidad de miembros seleccionados por el capitán para participar dependería del grado de peligro presente en cada una.

Las misiones se clasificaban en rangos: el rango A, la élite de las misiones; el rango B, con menos riesgo; y el rango C, más fácil de llevar a cabo.

En caso de que los miembros sufrieran bajas o solicitaran asistencia, el líder actuaría como recurso de último momento y resolvería la situación.

Era comprensible que quisieran designar a Raito como capitán; dentro de la organización todos eran conscientes de su habilidad sobresaliente en combate y no había lugar para la duda sobre su inmenso poder. Después de todo, era merecedor del más elevado respeto por parte de sus compañeros. En una ocasión, se le asignó una misión de rango A para realizar en solitario el rescate de un individuo cuyo paradero estaba vigilado por más de dos centenares de guardias. Imperturbable, Raito logró completar la tarea sin ninguna complicación, y es por eso que a veces se le asignaran misiones de rango A con mayor frecuencia.

Sin embargo, no fue la mención de su cargo lo que provocó el asombro, sino su inesperada renuncia a tan ilustre organización. En ese mismo momento, Ava hizo su entrada y tomó posición con gracia y elegancia al costado de Raito.

—Hola...

Raito se sumía en una intensa curiosidad, anhelando conocer a los vigilantes de cada aldea que, noche tras noche, permanecían incansables en su labor. Existía un destacamento de patrulla llamado los "alcones", encargados de realizar guardias y patrullas nocturnas por las aldeas de la región, mientras cada miembro cumplía a cabalidad su posición asignada los demás continuaban escudriñando, manteniendo una comunicación fluida mediante telepatía. En su mayoría, Raito gustaba de acompañarlos, lo que le valió el apodo de "asesino oscuro" debido a su implacable destreza al aniquilar a sus enemigos.

Particularmente, ansiaba descubrir al guardián especial de la aldea a los cuales habían sido trasladado. Además, entre los habitantes a los que había salvado habitaba alguien de gran importancia para él, un individuo cuya existencia estaba inscrita en su corazón. Ava, por su parte, no estaba segura de qué estaba pensando Raito, pero sentía que era su deber informarle al respecto.

—...Gashita y Zareth quedaron hoy en la guardia, así que no hay de que preocuparse.

Ellos eran la elite del grupo, aquellos en quienes Raito confiaba ciegamente. No obstante, conforme pasaba el tiempo, su curiosidad se desvanecía como la marea en su bajada.

Y mientras Osbert lo observaba fijamente le preguntó:

— Si no es incumbencia. ¿Cuándo partirás?

—Partiré mañana durante las primeras horas del amanecer.

Una sonrisa resplandeciente se hizo presente en el rostro de Osbert.

—Entiendo. ¿Podrías decirme cómo sería mejor despedirnos?

—¿Qué sugieres...?

—¡Un duelo amistoso!

Todas las personas presentes en el lugar quedaron perplejas, pues estaban disfrutando de una noche pacífica sin ningún tipo de contratiempos. Sin embargo, ellos ya tenían conocimiento previo de que Osbert tenía gran placer en enfrentarse a Raito, uno de sus oponentes más formidables. Siempre desafiándolo a un duelo, esta contienda se había convertido en una rutina mensual para determinar su progreso en el más reciente encuentro.

—De acuerdo—respondió

Él no tenía ninguna objeción al respecto, ya que, siendo ésta su última noche desconocía la oportunidad de volver a reunirse. Por tanto, sentía cierta curiosidad sobre el desempeño que estaba teniendo Osbert en el campo de batalla. Además, como ya había repuesto algo de energía gracias a los malvaviscos que devoró, estaba en capacidad de emprender una última actividad. Osbert y Raito se levantaron al mismo tiempo y se desplazaron hacia los costados, quedando separados por unos pocos centímetros. Justo en el espacio vacío entre ellos emergió Irina, cuya radiante iridiscencia la convertía en la maestra de ceremonias que iba a supervisar el próximo enfrentamiento.