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"Vamos, Soot, salta"

Sintió cómo alguien rodeaba su cintura por detrás.

"Salta, amor. ¿O quieres que se repita lo de la otra vez?"

Empezó a dejar besos en su cuello. Sus manos se deslizaron por dentro de su playera. Se estremeció al sentirlo. Una de esas manos bajó a sus pantalones, tocando sin su consentimiento.

"Tomaré eso como un sí…"

No se podía mover, por más que quisiera. Mordía su cuello, dejaba marcas. Tenía intenciones de quitar la poca ropa que cubría su cuerpo en esas noches calurosas. Tocaba sus muslos, su torso.

"Jared…" Alcanzó a decir tartamudeando un poco.

"¿Sí, cariño?"

"Hay que…hay que repetirlo"

No iba a dejar a Quackity así nada más, a tan poco tiempo de la fecha planeada.

"Eso quería escuchar. Sabía que no eras tan estúpido como para acabar con tu vida así"

Entraron al edificio. Wilbur tuvo que entregarse a él. Salían lágrimas de sus ojos, pero no era porque ese asqueroso ser le brindara placer. Nunca lo haría. Le dolía todo. Los golpes en su cuerpo, las mordidas, cada penetración, porque a Jared no le bastaba ya con estar teniendo sexo con alguien sin su consentimiento, cada vez que terminaba comenzaba una vez más. No lo dejaba descansar. ¿Por qué quería tanto tener su cuerpo si tanto lo odiaba? Ni siquiera sabía la razón por la que lo odiaba, a ciencia cierta. Sí, el rumor de que estaba saliendo con Sally, pero, ¿Por qué? A Sally no le gustaban los idiotas violadores.

"Eso que tienes en la boca, Soot, tragalo"

Quería negarse. Pero le daba miedo. Tenía que obedecer las órdenes que le habían sido dadas.

"Ahora"

Con lágrimas en los ojos, hizo lo que le habían pedido. Empezó a llorar. Y las consecuencias de sus lágrimas fueron golpes.

[Con detalles, claro que sí. QUE DUELA, PU-]

Las peores cosas a veces le pasan a las mejores personas. Algunas lo afrontan, piden ayuda a gritos. Otras no hacen nada, no piden ayuda.

¿Por qué él se había convertido en esa clase de persona que nunca decía nada? Antes si algo le pasaba o alguien le hacía algo iba corriendo a decirle a sus padres. Si un niño de la escuela le pegaba, él iba directo con un maestro. Si alguien en la calle se le quedaba viendo raro caminaba lo más rápido posible y de la mano de su padre. Ahora, si alguien le hacía algo, se guardaba lo que tenía que decir. Le daba miedo hablar. Tal vez esa era la razón.

"¿Por qué dejaste que hiciera eso otra vez?"

"No te quería dejar solo"

Quackity se acercó para abrazarlo.

"Pídele ayuda a alguien más, Will. Pedir ayuda no está mal. Nada va a pasar si pides ayuda"

Wilbur asintió mientras lloraba un poco.

"Descansa, Wilbur. Sólo un rato. Si quieres te puedo despertar luego, ¿Sí?"

Wilbur asintió una vez más. Se acostó en una de las camas del cuarto. Después de un rato ya estaba dormido. Quackity sólo lo miraba. El mundo era horrible. Odiaba al mundo por hacerle algo así a un ser tan hermoso como lo era Wibur. Wilbur en serio que no merecía algo así.

Se sentó al pie de la cama. Echó su cabeza hacia atrás. Abrazó sus rodillas. Su corazón le dolía como nunca. Dolía como el infierno. No pudo evitar llorar. ¿Por qué vivir era tan horrible? Nadie se merecía eso, menos Wilbur. Se sentía como un mal sueño. Ojalá sólo fuera un mal sueño. Se volteó para ver a Wilbur. Se veía tan pacífico. Se veía tan hermoso. Wilbur era perfecto. No le importaba si decían que nadie era perfecto, Wilbur sí lo era. El mundo no se lo merecía. El mundo que se había estado destruyendo por años y años a causa de las generaciones pasadas. Ese horrible mundo, cruel, malo, prácticamente destruido no se merecía a Wilbur.

Sleep| QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora