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❝You on the open landing, and the long
Unlineated moment I can't leave 𑁋
The nows of summer glitter in a ring.

(These are cities where I had hoped to live.)❞

𑁋 Triolet for Late July, Peter Kline.

𑁋 Triolet for Late July, Peter Kline

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"Estás despedida."

Al alzar la mirada, lo primero que nota es el atisbo de duda en el rostro de su jefe, arrepentimiento, quizás. El hombre frente a ella luce indudablemente nervioso, casi rozando la incomodidad. Sudor se acumula en su frente y pone un esfuerzo notable en evadir su mirada, su postura es tensa como una tabla mientras sus manos juegan ansiosamente con los bordes de su ropa. Ha trabajado diligentemente para este hombre durante los últimos años, recibiendo nada más que pura y genuina comprensión y apoyo. Este, es un hombre en el que ha depositado su confianza.

Hyeon decide que sus oídos la están traicionando.

"¿Disculpe?", pregunta con voz clara, asegurándose de ser escuchada. "Lo escuché mal, creo."

Su jefe no responde, manteniendo la mirada en sus zapatos y suspirando ruidosamente, como sí el mundo se le viniera encima y no encontrara una forma de evitarlo. Hyeon respira hondo, haciendo todo lo humanamente posible para conservar una fachada tranquila.

"¿Me está despidiendo?" La emoción escondida en sus expresiones vagas se derraman en sus palabras, la negación innegablemente presente en ella. "¿Los clientes se quejaron de mi comportamiento? Usted sabe que estoy más que dispuesta a..."

"No es así", se apresura a interrumpir su jefe, luciendo conmocionado. "No has..." Hace una pausa, finalmente observándola a los ojos. Una emoción desconocida cruza su mirada. "No has hecho nada digno de queja."

Sabe que la confusión es obvia en su rostro, pero no se molesta en esconderla. "¿Por qué, entonces? Dudo que me despida sin más." Su tono desconcertado revela más de lo que le gustaría aceptar, notando como la expresión de su jefe se contrae, tornándose devastada al notar el deje de dolor en su rostro. "Sabe que no me iré sin explicaciones, ¿no?"

"Lo tengo claro", concuerda con una pequeña sonrisa, ligeramente afectuosa. "No esperaría menos de un interrogatorio por parte de nuestra pequeña abogada." Luciendo como un cachorro pateado, su jefe se sienta y le indica que haga lo mismo.

Hyeon se queda de pie, calculadora.

Con una ceja alzada, Hyeon se cruza de brazos, la mirada fija en el rostro de su ex-jefe. "Estoy segura de que no he cometido un error que sea digno de esta... sanción." Tarareando, juega con un mechón de su melena oscura, pensativa. "¿Alguno de los chicos dijo algo sobre mí?"

"Sabes que esos niños te adoran"; replica el hombre, masajeando su sien. "Eres perfecta en tu trabajo, Hyeon. Los chicos no hacen más que besar el piso por el que caminas, realmente no has hecho nada mal."

"Entonces dame una explicación, Lain." La frustración es clara en sus palabras, su semblante malográndose cada vez más. "Mi paciencia no es infinita y lo sabes."

El aludido traga ruidosamente, metiendo la mano en sus bolsillos, extendiéndole un sobre blanco con manos temblorosas. "Mi mujer cree que eres mi amante, Hyeon." Murmura con el rostro escondido en una de sus manos. "Los celos la están consumiendo. Dios, incluso ha llegado a insinuar que tu hijo es mi bastardo." Se ríe sin ganas, observándola con ojos cansados. "¿Recuerdas la cena de la semana pasada? No le gustó ni un poco, así que me dio un ultimátum: o se va ella o te vas tú."

Son raras las ocasiones en las que Hyeon se ha quedado sin palabras. Recuerda vagamente que le ocurrió un par de veces durante su adolescencia, pero a partir de los veintitrés nunca volvió a ocurrir, no con alguien que no fuese su hijo, claramente. En este momento, Hyeon ni siquiera recuerda cómo respirar.

¿Celos?, piensa con histeria, ¿estoy perdiendo mi trabajo por celos?, ¿en realidad?

"No tiene sentido", balbucea Hyeon en voz baja, finalmente perdiendo parte de su compostura. "No he sido más que cordial con Jiho, ella... Ella ama a Dae-Jung como a un sobrino."

Lain se mantiene en silencio, su expresión deformándose con incomodidad. Lo hace ver culpable, hasta cierto punto. Como si estuviera considerando seriamente la idea e incluso aceptándola como una devastadora verdad. Viéndolo así, Hyeon puede imaginarse porque su mujer sospechaba de infidelidad.

Su frustración no hace más que aumentar.

"Sabes que el embarazo la arruinó", Lain luce devastado, nada como el hombre que carga sacos de harina como sí nada. Su jefe, aquel hombre que sonreía incluso cuando los clientes reclamaban por cupones expirados o reacciones alérgicas intencionadas, está hundido en un pozo de resignación que nunca antes había visto.

Lain solo, solo luce terriblemente cansado.

"Perder a... a nuestro hijo la destrozó." Lain traga con dificultad, los bordes de sus ojos tornándose rojos. "Ya no se siente segura de sí misma" ni de nosotros, implícito en su tono. "No sé qué hacer, Hyeon." El hombre esconde su rostro entre sus manos, encorvándose sobre sí mismo con nada más que puro cansancio.

"Eres mi amiga, pero ella es mi esposa. No puedo hacerle eso, no puedo."

La susodicha hace una pausa, su mirada cayendo en el sobre blanco sobre la mesa y luego en su ex jefe. Podría hacerlo simple, reflexiona. Podría poner una demanda por despido injustificado, sacar un poco de dinero de esto 𑁋dinero que Dios sabe que necesita si quiere mantener la vida cómoda de su hijo y propia. Llevar esto a tribunales sería pan comido. Puede que ya no ejerza como abogada, pero aún mantiene contacto con un par de ex colegas que estarían más que dispuestos en ayudarla con su caso. Hay un contrato entre ella y Lain y sus condiciones están siendo violadas por la situación actual.

Sería fácil, dolorosamente fácil salirse con la suya.

Hyeon se levanta.

"Es injusto." Declara, guardando el sobre en uno de sus bolsillos, su delantal olvidado en una de las mesas. "Sabes que podría demandarte por esto." Hyeon comenta de forma casual, todo pretensiones y mezquindad sin ocultar, aguda. "Tenlo en mente."

"Lo sé", Lain concuerda, el más mínimo atisbo de una sonrisa en su rostro. "Agradezco que no lo hagas."

Siempre firme, Hyeon camina hacia la puerta, titubeando antes de abrirla. "Espero un descuento de por vida como cliente" bromea en voz baja, la amarga burla palpable en su mirada enrojecida. "Me lo debes."

Hay una mirada extraña en el rostro de Lain, mitad duda y mitad desgana. Es una emoción que Hyeon no logra entender 𑁋la derrota en su rostro no es algo que pueda comprender, no cree querer hacerlo. El hombre la observa, conflictivo, aprieta los puños y se pone de pie, dando un par de pasos hacia ella.

"Siempre puedes contactarme."

Es un susurro, apenas un balbuceo, pero logra que Hyeon se congele en el umbral de la puerta, reflexiva.

La parte más mezquina de sí misma no puede evitar burlarse de la miseria del hombre, demasiado blando y cobarde para hacerle frente a su mujer y que le arrebató su trabajo. La otra parte de sí misma solo se siente... triste. Triste por él, por la muerte de su hijo y la distancia que trajo en su matrimonio, por los lazos que estaba condenado a perder por la creciente paranoia de su mujer.

Hyeon es una mujer paciente, pero nunca ha sido compasiva.

Ella cruza el umbral.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2023 ⏰

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𝐝𝐚𝐧𝐝𝐞𝐥𝐢𝐨𝐧 𝐰𝐢𝐧𝐞; mmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora