Capítulo tres

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La carcajada ruidosa de Sana se escuchó por casi toda la casa.

Ambas menores no supieron qué decir o qué hacer.

—¿E-están tomándome el pelo?—limpió una lágrima imaginaria.

Es que simplemente no podía creerlo.

—No, unnie...—el tono de voz de Mina había cambiado drásticamente, ahora se le escuchaba apagado, como triste—De verdad nos gusta.

—Tal vez suena tonto... dos chicas enamoradas de usted—Tzuyu rio sin ganas—Probablemente no debimos confesarnos así, pero necesitábamos decirlo.

—¿Están hablando en serio?—la expresión divertida de Sana se deformó a un ceño fruncido y una mirada seria.

Sana nunca quiso sonar burlona, era el hecho de que no podía creer que esas dos chicas sentían algo por ella. Pensó que era la única tonta que había puesto sus ojos en quienes no debía. Incluso si sabía que no estaba mal sentirse de esa forma, ellas ya tenían una relación aparte.

¿Por qué integrar a una tercera si se veían tan bien siendo únicamente las dos?

—Sí, unnie, hablamos en serio—Tzuyu habló firme al tomar un poco de valor, puesto que Mina seguía con la mirada en el suelo, avergonzada.

—Pero si le incomodamos...—la chica de en medio trató de tomar la palabra, pero La pelinegra la interrumpe.

—No me incomodaron, solo...—se tomó unos segundos para pensar bien sus palabras—Bueno, no pensé que... Es decir... yo también me siento ¿así?

Ambas castañas la miran con confusión, Sana siente como su corazón comienza a golpear fuerte contra su pecho.

—Me gustan, las dos. ¡Y no quería parecer que me burlaba, pero me tomó por sorpresa! Había estado pensado qué hacer con mis sentimientos porque, vaya, hacen una linda pareja. Pensé que jamás me notarían, tanto porque ustedes como dos ya se veían bien... y porque nadie quiere a alguien como yo.

—¿Alguien como tú?—Tzuyu sonó seria.

La pelinegra ignora la evasión de honoríficos, cree incluso que ya no es necesario que las contrarias los usen.

—Ya saben, malhumorada, con cara de culo, que apenas puede sonreír en la escuela.

—Eso realmente no nos importa, unnie—Mina comenzó a acercarse, tomando la mano de la mayor una vez se sentó a su lado—Nos gustas por quién eres, y todos tenemos malos días, por algo iniciamos con los brownies, queríamos verte sonreír con sinceridad.

Sana vio sus dedos entrelazados con los de Mina, sonriendo al ver que tenían casi el mismo tamaño de mano.

Luego Tzuyu se les unió, sentándose al otro lado de Sana, pasando su brazo por los hombros de esta.

—Unnie, sabemos que no es fácil sentir algo por dos personas, resulta extraño, tal vez "antinatural", pero Mina y yo sabemos que te queremos mucho, que amamos mimarte y verte sonreír. Lo que siento por Mina también lo siento por ti, y lo que siente Mina por mí, también lo siente por ti.

—Tzuyu me ayudó a ver lo que ambas sentíamos por ti era completamente normal, que el ser humano es capaz de sentir cosas por dos o más personas a la vez y que no está mal, no cuando se dialoga con esas personas para llegar a un acuerdo.

—Así que, ¿Qué dices, unnie? ¿Te gustaría intentar algo con nosotras?

Sana había guardado silencio por las palabras tan bonitas de las menores, las cuales lograron hacer sentir cálido el ambiente. No es de ser sentimental o algo por el estilo, sin embargo, podría llorar en ese momento por sentirse querida por dos personas tan buenas como lo eran Mina y Tzuyu.

Por eso, cuando ambas mencionadas se dedicaron a mirarla fijamente, no pudo evitar sonrojarse y sonreír avergonzada.

—Sí, sí me gustaría—admitió en un murmullo—Realmente me gustan.

Y ambas menores abrazaron a su mayor, casi aplastándola, mientras llenaban su carita de ruidosos besos.

Sana rio por las cosquillas, pidiendo entre chillidos que se detuvieran.

—Te queremos mucho, Sana-unnie—hablaron las castañas al unísono.

—Y yo a ustedes, chicas.

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Brownies -MiSaTzu- (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora