Unique

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—¡Vamos, Emmie! Tómame con fuerza

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—¡Vamos, Emmie! Tómame con fuerza.

Las caderas de la menor se mecían tortuosamente sobre su dolorosa erección, dejándola con la boca abierta, sin saber cómo responder a aquello, y mucho menos a la imagen del rostro que su novia le brindaba.

Sus ojos habían perdido aquella adorable forma redonda que tanto le causaba ternura, y ese brillo tan inocente había sido remplazado por lo más cercano a la definición de lujuria.

Emma estaba sin habla, no era que no hubiesen tenido relaciones antes, pero ese comportamiento no era nada parecido al que Jenna mostraba a diario, ni siquiera había una pizca de dulzura habitual en su voz, ¿qué estaba pasando?

—¿E-eh? —se maldijo a sí misma por ser aquello lo único que había salido de su boca.

Pero tampoco se le podía culpar, Jenna había lanzado su blusa y su brasier a alguna parte de la habitación, dejando sus pecho a pocos centímetros de su rostro mientras tiraba su cabeza hacia atrás lanzando pequeños gemidos ante los roces que estimulan su zona más íntima, sintiendo como la humedad mojaba cada vez más la delgada tela de su ropa interior.

La ojiazul volvió a reaccionar cuando una de sus manos fue tomada y apoyada en uno de los pechos de la mayor, invitándola a tocarla, no pudo evitar apretarlo suavemente mientras dos de sus dedos hacían presión contra sí necesitado pezon, escuchándola gemir suavemente.

Jenna le sonrió de lado mientras tomaba su rostro y juntaba sus labios en un beso desesperado. Sin poder evitarlo, la tomó posesivamente de las caderas, haciendo que la presión entre su erección y el húmedo centro de su novia aumentará, y las hiciera gemir perdiendo el alimento.

—Necesito que me toques. Tómame, por favor.

Su voz sonaba tan necesitada que la mayor no pudo hacer más que tratar saliva con fuerza, este comportamiento no era algo que veía todos los días ni tampoco estaba acostumbrada, pero aún así no podía negar lo mucho que la deseaba.

Sus deseos siempre serían sus órdenes, y ella estaba dispuesta a cumplir cada una de ellas.

Este vez fue ella quien juntó sus labios desesperadamente, pasando su legua por el labio interior de la menor, pidiendo permiso para introducirla en su boca. Al tiempo en que sus manos recorrían desde sus pechos hasta su delgada cintura, sintiendo que moriría si paraba de tocarla.

De un momento a otro, Emma había perdido al ritmo del beso cuando la delicada mano de Jenna se escabulló dentro de su ropa interior, acariciando su miembro de arriba hacia abajo mientras sus dientes atrapaban su labio inferior.

falsa inocencia ⋆ jemmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora