LA SOMBRA

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HOLA HOLA BELLAS, RECUERDEN QUE ESTA HISTORIA VA DESPUÉS DE LA DE ADRIEN, PERO YA ESTÁ DISPONIBLE EN AMAZON PARA LOS QUE QUIEREN LEERLA DE YA. MUCHAS GRACIAS POR LEER, POR VOTAR Y POR MANDARME MENSAJITOS, LAS ADORO CON EL ALMA Y ESPERO QUE DISFRUTEN DE LAS HISTORIAS. ESTE ES EL FINAL DEL MISTERIO DE LA SOMBRA. 



La historia de La Sombra inicia tan mal como la de todo antagonista. Es de esperar que su vida estuviera llena de desdichas, maltratos y abandonos. Sin embargo, todo lo anterior no fue lo que ocasionó la transformación de la persona merecedora de tan escalofriante apodo, ganando su renombre debido a su efectivo enfrentamiento con las afamadas Águilas del Hombre Siniestro.

Cualquier situación medianamente complicada en la vida de una persona resulta interesante cuando se lee en una historia. Tal parece que la miseria ajena es causa de interés para el lector que posiblemente sólo buscaba dejar de pensar en sus propios males para enfocarse en los de alguien más y poder decir: "vaya, él está peor que yo". Y claro, siendo muchas veces ficción, aquello sólo quedaba en una distracción agradable, sin embargo, en el caso de La Sombra, su historia no tenía nada de invención y al saber esto, era más fácil compadecer, que agraviar sus acciones y pensamientos.

El tema causó revuelo cuando las hazañas de esta personalidad maliciosa lograron arrodillar a la famosa Cofradía, su apodo y misterio logró acaparar el ojo de la prensa y de más de un escritor ansioso por ser el primero en dilucidar la razón de ser de La Sombra y el odio que ésta tenía con los Hamilton.

Desde los inicios de su vida se veía un porvenir duro, dificultoso, pero seguramente nada comparado con lo que tuvo que presenciar y sufrir estando a manos de esos malnacidos que acosaron su pueblo. Aquel lugar que le cambió la vida. Que formó y destruyó al mismo tiempo. Y sí, fue el momento donde surgió el encarnecido odio por los Hamilton y sus seguidores.

A la temprana edad de quince años, La Sombra aprendió lo que era sufrir en verdad, lo que era odiar, lo que era quererse vengar y se ocultó efectivamente detrás de un manto de misterios que le daban la oportunidad de hacer lo que le placiera.

Aquella persona siempre fue reservada, grosera y hasta hostil cuando se preguntaba de su pasado, amén de una vida llena de dolor.

Esa era la razón principal por la que nadie sabía ni tampoco cuestionaba acerca de su odio por una Cofradía que era clasificada como "buena" para las ciudades en donde se inmiscuían, tratando de limpiar la corrupción y bandas criminales. Simplemente admiraban la forma en la que lograba ponerlos contra la pared, aunque muchos pensaban que su efectividad se debía a que el líder de la organización era ya un hombre mayor y a sus hijos aún les faltaba para estar a la altura de su padre o, en dado caso, de La Sombra.

Desde hacía tiempo que su objetivo había pasado de molestar directamente a Thomas Hamilton, para enfocarse en sus hijos. Con el tiempo aprendió que era un dolor aún mayor cuando se apuntaba directamente a lo que más amaba su adversario. Era su plan hacer que ese hombre se revolcara de dolor, porque le hicieron lo mismo y jamás lo perdonaría por ello, no importaba el motivo detrás, tampoco que su intensión fuera buena, cuando el resultado fue perder a alguien que amaba tanto, simplemente no podía.

Esa pérdida fortaleció su mente al punto máximo, aprendió a ver el dolor como fuente de inspiración, almacenando ira suficiente para un futuro en el que pudiera dar la vuelta a la situación, porque no creía que la balanza se inclinaría eternamente hacia un lado, eventualmente lograría colocar suficientes granos de arena para que, al final, algo bueno le pasara.

Aunque la vida siempre le parecería una injusticia que sólo se puede remediar por la mano de uno mismo. Nadie ayudará, nadie tenderá una mano, no les importa que duela, que lastimen. La única ayuda que se tenía siempre sería el cerebro, la habilidad y el engaño.

No había mejor forma de salir adelante, que vivir entre las sombras. Por esa razón le gustaba tanto el apodo que le asignaron. Debía admitir que ni siquiera lo pensó, jamás se hizo nombrar de esa forma, se lo regalaron como indicio de su relevancia en el mundo de lo oculto, uno que compartía junto a ese hombre y su Cofradía.

Sus comienzos, muy por el contrario de los del Hombre Siniestro, no fueron hechos por voluntad propia, todo lo contrario. Desde el inicio fue una necesidad que, de hacer lo contrario, era causa de muerte, la suya o la de alguien a quien amaba.

Por eso jamás se rendiría, jamás admitiría que ninguna persona que amara sufriera. Al menos, no lo volvería a permitir; aquel tiempo en el que no podía defenderse era historia antigua, pero la amargura de vivirlo jamás pasó y era el motivo por el cual no tenía miedo de seguir adelante, era su forma de existir, quizá no fuera clasificada como una buena persona, pero aquello, a su parecer, era relativo.

Al fin de cuentas, lo único que la sombra hacía, era aconsejar, cada quien era responsable de sus propias acciones.


A la Sombra de ArchivaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora