PROLOGO

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Un amor prohibido 

El mundo está  dividido, cuando en realidad era uno solo.

Hace 18 años.

El fuerte viento junto a las constantes gotas de lluvia que caían fuertemente sobre el suelo,  era lo que aquel  hombre escuchaba mientras  estaba sentado en el mojado suelo, en su cara se notaba su fuerte estado de ebriedad, aquel hombre como acostumbraba todos las noches se embriagaba en cualquier parte de pueblo olvidando así su complicada vida.

El hombre suelta un pesado suspiro para después alzar su vista y dejar que las fuertes gotas de lluvia golpearan su cara, en el momento que decide dar su último trago a la  botella casi vacía de vino el suelo debajo de su cuerpo comienza a temblar, el hombre mira divertido lo que sucede aunque está muy ebrio para darse cuenta de lo que verdad sucede. 

No muy lejos de donde se encuentra aquel hombre  ocurre una desventajosa pelea,  una mujer de cabello planco y ojos color rojo junto a un hombre de cabello negro y profundo ojos azules pelean sin descanso contra un batallón de  soldados que están dispuesto a matar al hombre de profundo ojos azules, estos tratan de capturar aquella mujer, debido al acto impuro e inaceptable que cometieron contra su dominio. Cinco soldados se abalanzaron sin duda  al hombre, este al ver que venía por el no dudo en empujar lejos a la mujer para que no sufriera daño.

—¡Huye!—le grito el pelinegro  con voz agitada causada por retener a los fuerte soldados, respiraba con dificultad pero nada lo detendría, tenía que salvarla a toda costa, no podía dejar que le hicieran daño, a ninguna de las dos. 

Y con ese pensamiento y con las pocas fuerza que le quedan se abalanzó hacia los soldados y peleó como nunca antes lo había hecho y todo para protejer.

Protejer a lo que más ama, protejer a la mujer de la que se ha enamorado y al fruto de su amor, su hija.

Mientras el hombre luchaba con todas sus fuerzas y retener aquellos soldados, la mujer corría con toda la energía que tenía aunque sus esfuerzos eran en vano debido al cansancio de su anterior esfuerzo físico, el esfuerzo más gratificante que ha sentido en su vida.

Dar a luz a su hija, la pequeña persona que lleva en sus brazos, la razón porque los persigue.

La razón por qué huyen.

Para protejerla.

Después de correr una distancia considerable, la mujer llegó a un claro donde los árboles no bloqueaban la potente luna llena que está noche se encotra en su máximo espledor.

La mujer pudo sertirlo, cómo se acercaban.

Como el no pudo reterlos.

Lágrimas salían de sus ojos mientras contenia sus sollozos. Él…

La mujer vio a su hija, la cuál se encontra en un profundo sueño y entonces decido hacer algo que le roperia el alma.

Acerco su rostro a su pequeña hija, y depósito un beso en su frente.

—Ermeis es Erbil (siempre se libre)-- susurro la mujer de besar su frente para después depositar a su hija cerca de un árbol y esconderla lo suficiente para que no fuese vista fácilmente.

Pero antes de irse la mujer alzó su mano y de estás salió una luz tan brillate como la luna misma y la dirijo a su hija, está luz la protegería de cualquier que quisiera  hacer daño, pero debido a sus débil fuerzas está energía no duraria mucho, rogaba para que alguien de buen corazón se llevará y este a salvó.

Y con una fuerte operacion en su pecho se derigio hacia los soldados aún la buscaba.

Después de lo que fue gran parte de la noche, solo un soladado pudo sobrevivir pero no se encontraba en su mejor estado debido a su brazo roto y fuerte herida en su ojo derecho, no pensó que la mujer halla dado tanta pelea.

A paso lento se alajea de aquella escena sangrienta dónde se encuentraba la mujer ya sin vida para dirigirse a la base para informar lo ocurrido y mandar a buscar a la hija de aquellos dos.

Pero lo que aquel soldado no sabe, es que no muy lejos de allí un hombre misterioso no perteciente a esas tierras se llevaba consigo a la hija de aquellas personas que murieron por protejerla.

𝙐𝙉 𝙈𝙐𝙉𝘿𝙊 𝘿𝙄𝙑𝙄𝘿𝙄𝘿𝙊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora