Amnesia.

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Bogotá, Colombia.


Villamil Cortés Company.

Juan Pablo Villamil.

—¡Buenos días, pa'! —ingresaba a la oficina un poco apresurado.

—Buenos días. El ingeniero Cuatindoy... —señala el celular que tiene en la mano —Juan Pablo, el premio...

—¿La entrega del premio es esta tarde en Cartagena? —pregunto exaltado y asiente mi papá. 

—Contéstele. —me entrega el celular.

—¿Cómo está ingeniero?... No, no se preocupe, no faltaré a la premiación. Pero no podré asistir a la fiesta esta noche, hoy mismo debo regresar a Bogotá. Mañana me casaré con la mujer más hermosa de todo Bogotá. —sonrio totalmente enamorado.


Gabriela Paredes.

—¿Qué que es lo que pasa? ¡Que el vestido de novia de mi hija no ha llegado aquí!... No, no, déjeme hablar. ¡Ustedes señoritas son unas incompetentes! Me voy a quejar con el futuro esposo de mi hija, el ingeniero Juan Pablo Villamil. —mamá cuelga el teléfono bastante molesta. 

—¿Qué pasa mamá? ¿Por qué tan enojada? —pregunto con una pequeña risilla.

—Que tu vestido de novia no ha llegado de la boutique -hace ademanes- ¿Te parece poco motivo para no estar enojada?

—Tranquila, la boda es mañana. Tenemos 24 horas para que llegue. 

—¡Ese vestido tiene que estar aquí antes de las 24 horas! Todo tiene que salir perfecto...

—Estás tan nerviosa que la novia pareces tú. Tranquila, yo me voy a casar con Juan Pablo aunque el vestido no llegue a tiempo. Está tan enamorado que me haría su esposa con o sin vestido; lo tengo comiendo de la palma de mi mano. Es mi perrito faldero, mamá. Aunque el mismísimo Dios se opusiera yo me voy a casar con Juan Pablo Villamil Cortés. —sonrío y mamá parece calmarse un poco.  

—Ojalá, hija. Ojalá. Es el pasaporte directo a la alta sociedad que tenemos, Gaby.



Juan Pablo Villamil.

Llegué al aeropuerto lo más rápido que pude; ya había pedido que tuvieran lista la avioneta para salir lo más pronto. Estaba por subir pero me acordé de llamarle a Gaby.

—Mi amor, ¿cómo estás? Quieres que comamos, estoy en el salón. recibo del otro lado de la línea.

—Mi amor, no puedo. En menos de una hora salgo para Cartagena.

—¡¿QUÉ?! No, Juan Pablo, no puedes ir a ese viaje. 

—Mi vida, es del premio que te platiqué. Al mejor ingeniero del año. Te juro que por la emoción que siento lo olvidé por completo. Cuatindoy acaba de hablarme.

—Pues dile que no, mañana es nuestra boda. No la podemos suspender.

—A ver, a ver ¿y quién te dijo que se va a suspender? No te preocupes, voy y vengo en mi avioneta privada.

—Esto me da muy mal presentimiento...

—¿Te vas a poner como mi madre con esas cosas y corazonadas? No va a pasar nada. Hoy mismo estoy de regreso y mañana será nuestro gran día sonrió como un total enamorado, como si ella lograra verme a través del celular. —Te convertirás en mi amada esposa.

Lo que queda del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora