Noche de Jade Rojo

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Lan WangJi estuvo, por mucho tiempo, con la vista pegada al cielo oscuro del Jingshi. Sin ser una extrañeza, se encontró a sí mismo en soledad, despierto, a altas horas de la noche y sin poder consolidarse en un sueño profundo y ameno. Aunque, después de tantos años, eso tampoco era una novedad.

Pensó que una taza de té lo podría relajar y ayudar con su problema, así que se levantó a prepararlo; sin embargo, extrañamente esa noche el invierno de Gusu le caló en los huesos y antes de ir a la cocina se acercó al gabinete para sacar una capa que le diera un poco más de calor. La tomó y abrochó mientras mantenía la mirada fija en una bolsa de tela azulina que estaba oculta en una esquina del gabinete. Lan WangJi sabía perfectamente qué era aquello rectangular adentro de la bolsa.

Las pruebas de su curiosidad adolescente.

Antes de que se diera cuenta su mano ya estaba en movimiento, alargándose sin su permiso para sacar eso que más de una vez hizo arder sus orejas de vergüenza y, debía admitirlo, de excitación.

Libros pornográficos.

Al abrir la bolsa y verlos llegaron a su mente muchas noches de "estudio" que terminaron con su respiración agitada, piernas y vientre hormigueantes. Le apenó ver la gran variedad de libros que tenía guardados. Unos cuantos heterosexuales y otros... de mangacortadas.

Un latido tronó en sus oídos. Las orejas se le pusieron coloradas cuando sus dedos comenzaron a hojear uno de los libros.

Dibujados se encontraban dos hombres, uno encima del otro en una pose rara y extravagante; la mano del hombre que era penetrado se alargaba hacia los muslos externos del otro, como si demandara por más y más. La cabeza le caía hacia atrás, tenía los ojos cerrados, las mejillas rosadas y la boca abierta con un hilo de saliva escurriendo por la comisura...

Se le atoró el aliento. Cerró el libro de golpe, guardó todo, dejó el gabinete y se acercó al fogón a preparar agua para el té con la intención aclarar su mente y conciliar el sueño.

¿Qué sucede con él últimamente?, ¿por qué aquel calor le vuelve a abrasar el cuerpo al anochecer con el más mínimo pensamiento como si volviera a ser ese adolescente curioso? Cerró los ojos un instante para regular la respiración. Inhaló y exhaló profundo, lenta y pausadamente.

Prensó la orilla del estante de la cocina cuando la imagen volvió a su mente vertiginosa y una cinta roja adornó el cabello largo, espeso y oscuro del hombre. Se escuchó un crujido. Algo se movió en su mano. Lan WangJi acababa de tronar una parte del gabinete y aun así la cinta roja continuó fluyendo y ondeándose en una invitación pecaminosa.

Un vaivén lento, escarlata, que lo llama y que tiene nombre: Wei WuXian.

—No... —pensó en voz alta—. No.

Volvió polvo los restos del gabinete que aún estaban en su mano. Cerró los ojos una vez más con la creciente urgencia de retomar el control de su mente y serenar su pensamiento.

Se quitó la capa que se puso porque le dio calor. Hay un calor que escala, intenso, queriendo quemar su cuerpo e instalarse en su vientre en un cosquilleo antes familiar que se rehúsa a aceptar.

No quiere, se niega profundamente, pero la cara del hombre en la imagen comienza a transformarse. Ya no es un simple rostro, es el de Wei WuXian.

La saliva le escurrió por la comisura de los labios y la mano volvió a apretar el muslo del otro hombre. La imagen antes obscena se volvió deliciosa y erótica cuando la piel de Wei WuXian se fue marcando y el frote de los dedos tocándolo le otorgaron un sacrílego enrojecimiento. La cinta roja le cayó por el pecho, ya casi abandonando su cabello y rozó en cada sacudida su propio pene.

Noche de Jade Rojo | Lan MeiLingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora