Prologo.

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Observo las agujas del reloj con una mezcla de excitación y ansiedad mientras espero pacientemente a que el hombre que me envuelve finalice su arrebato de pasión. Cada segundo que pasa se hace eterno, sumergiéndome aún más en la anticipación de lo que está por venir. Hoy no me siento completamente enérgica, pero eso no importa. Esta noche me ha tocado compartir un momento íntimo con un caballero de años avanzados, que parece deslizarse al borde del ocaso de su existencia. Lo trajeron aquí, a "Éxtasis", para otorgarle un último deleite de deseos antes de que la vida se lo arrebate por completo. Pobre hombre. Aunque este burdel no esté repleto de hombres seductores y jóvenes, alcancé a vislumbrar una figura masculina y enigmática oculta entre las sombras. Un hombre cuya mirada me despierta curiosidad y deseo. Sin embargo, no puedo reclamar ese premio debido a que este cliente ha pagado una suma cuantiosa por mi compañía.

Mi nombre es Emma Grayson, y me destaco como la más célebre de las musas en "Éxtasis". Este lugar es un santuario de placer y tentación, un rincón donde los deseos más oscuros encuentran su liberación. No es un sitio destinado a despedidas de soltero ni a celebraciones de cumpleaños convencionales. Aquí es donde la perversión reina y los sentidos se desatan sin restricciones.

Soy la reina indiscutible de este exquisito antro, aunque esta posición de poder se limita únicamente a este lugar. No hay un solo hombre que entre a Éxtasis y no sienta el deseo irrefrenable de poseerme mientras danzo entre mis compañeras. Mi seducción es inigualable, mi cuerpo esculpido como el de una diosa, y mi mirada profunda y penetrante cautiva a aquellos que se atreven a cruzar el umbral de este paraíso prohibido. Es lamentable que solo uno de ellos pueda disfrutarme, no porque sea una regla impuesta, sino porque me lo he ganado. He compartido momentos íntimos con políticos y empresarios famosos de este país. Una vez que me prueban, inevitablemente regresan por más. Además, me enorgullece mi profesionalismo en este oficio y la discreción que ofrezco, algo que cautiva a los magnates más prominentes. ¡Oh, sus esposas! A veces los veo en las noticias, tomados de la mano, y no puedo evitar esbozar una sonrisa maliciosa.

Aquellos que se aventuran a entrar en Éxtasis buscan liberarse de las cadenas del mundo convencional. Anhelan escapar de la monotonía, de las responsabilidades y las expectativas impuestas por la sociedad. Aquí, en este santuario del pecado, encuentran un refugio donde pueden ser ellos mismos sin juicios ni consecuencias. El dinero fluye libremente, los deseos más oscuros encuentran su cumplimiento y los placeres más intensos se desatan. No de una manera elegante ni moralista, sino a través de actos que desafían las normas establecidas, llevando a los límites los instintos más primitivos y los tabúes más profundos.

La reputación de "Éxtasis" trasciende las paredes de este lugar. Los susurros y rumores de las experiencias vividas aquí se propagan como un fuego voraz. Personas poderosas y prominentes acuden a mí en busca de un escape, una forma de liberar su mente y cuerpo de las ataduras de su vida cotidiana. Saben que aquí encontrarán la combinación perfecta de belleza, seducción y discreción. Después de todo, guardar secretos es mi especialidad, y los magnates y políticos confían en que sus oscuros encuentros permanecerán en la más absoluta confidencialidad.

Pero no todo es glamour y pasión en Éxtasis. También hay historias de tristeza y melancolía. Algunos clientes llegan buscando consuelo en los brazos de una musa, anhelando un escape temporal de la soledad o la angustia que los atormenta. Para ellos, soy un oasis de ternura y comprensión en medio del caos de sus vidas.

Así es la vida en "Éxtasis", donde las fronteras se difuminan, los límites se desvanecen y los deseos más íntimos se convierten en realidad. Este es mi reino, mi trono de seducción y placer, y mientras el mundo continúa girando fuera de estas paredes, aquí, en Éxtasis, el tiempo se detiene y el éxtasis es eterno.

—J. Reyes.

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