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━━ EL VIENTO SOPLABA con fuerza, sacudiendo las ramas de los árboles y alzando remolinos de polvo que se arremolinaban alrededor del grupo en movimiento. Los hermanos Dixon abrían la marcha, firmes, como si el instinto de supervivencia los arrastrara hacia adelante con una urgencia que el resto apenas podía seguir. El ronroneo grave de la motocicleta de Daryl rompía el silencio como un tambor de guerra.
Él iba erguido, con la mirada fija en el camino, el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, los músculos tensos bajo la chaqueta de cuero, atento a cualquier movimiento entre los árboles. Leen se aferraba a su cintura, su mejilla apoyada contra su espalda. Luchaba por no dormirse, aunque el vaivén del vehículo y el calor del cuerpo de su hermano la arrullaban con cada kilómetro.
De pronto, un claxon rasgó el aire como un disparo.
La motocicleta se desaceleró de golpe, el rugido del motor cayendo a un zumbido apagado. Daryl giró bruscamente la cabeza, el ceño fruncido. Glenn, unos metros más atrás, frenó la camioneta con rapidez, y el resto del grupo lo imitó. Se escucharon puertas abrirse y cerrarse con fuerza, pasos que crujían sobre el pavimento y la tierra seca, voces bajas y agitadas.
— ¿Qué mierda pasa? — murmuró Daryl, con el entrecejo fruncido y la mano ya sobre la ballesta.
Su hermana se bajó con agilidad de la motocicleta, sacudiéndose el polvo de las piernas. Sus ojos recorrieron el camino hasta que vio a Rick avanzar desde el segundo vehículo, su silueta endurecida por la tensión.
— No lo sé, pero ahí viene Rick.
Él caminaba como quien arrastra cadenas invisibles. Tenía el rostro endurecido por la preocupación, la mandíbula apretada y los ojos clavados en el suelo frente a él, como si temiera mirar a los demás.
— ¿Qué hay? — preguntó Daryl al interceptarlo, cruzando los brazos con recelo. Rick se pasó una mano por el cabello, en un gesto cargado de frustración.
— Nos estamos quedando sin combustible. — soltó con voz ronca, sin adornos, directo al grano. Su mirada se deslizó por el horizonte, como si buscara una respuesta que todavía no había llegado.
— No podemos quedarnos aquí. — intervino Maggie, caminando hacia ellos con paso decidido. Su voz era firme, pero temblaba apenas en los bordes.
— Pero tampoco cabemos todos en un solo vehículo, Maggs. — agregó Asher, que apareció por detrás de Rick. Le dio una palmada en el hombro, un intento de apoyo más que de consuelo. — ¿Qué propones, Ricky?
Él bajó la mirada y cerró los ojos por un momento, como si necesitara ese segundo para contener el agotamiento que se le colaba por cada poro.
Respiró hondo, y al exhalar, sus hombros cayeron apenas. — Por la mañana saldremos a buscar combustible. — dijo finalmente, como una sentencia. No era una sugerencia.