La fiesta

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No puede ser – rodé los ojos. – Por favor Sonia, ¿podemos hablar? – me suplicó mi ex. – Llevo semanas ignorando tus mensajes, ¿Qué te hace pensar que quiero escucharte? – le respondí. – Por favor, te necesito, me he dado cuenta que no puedo estar sin ti – suplicó. – ¿No era que no estabas preparado para darme lo necesario en una relación? ¿Ahora sí? Que no me chupo el dedo ni nací ayer ni estoy ciega – le repliqué, y acto seguido me giré para irme, pero me cogió de la muñeca. – Te ha dicho que no te quiere escuchar – dijo una voz masculina a mi izquierda, y posando un brazo sobre mi cuello. Dicho eso, el sevillano del Barcelona me acompañó de vuelta al reservado.

- ¿Quién era ese idiota? – preguntó curioso parándose en el pasillo que dividía nuestros reservados. – Mi ex, ósea – cerré los ojos – mi ex lio, es una larga historia – le expliqué. – Si quieres ven a mi reservado y me cuentas – me ofreció. - ¿Enserio? – pregunté sin creérmelo. – Claro – respondió dedicándome una sonrisa tierna. Que era lo que me parecía él, tierno y a la vez viril, no sé si era porque le sacaba cuatro años de diferencia o por que es así. – De acuerdo, voy a decírselo a alguien para que no me estén buscando por ahí – le sonreí, y se lo dije a Raúl que fue la primera persona que vi.

Raúl es amigo de Jota. Con Raúl también he tenido un lio recientemente. Y actualmente lo seguimos haciendo, de vez en cuando. Yo no soy de solo liarme y ya, con él, cuando lo conocí sí que quise conocerlo más allá de amistad, pero él no es con quien tener algo serio. Me lo había demostrado el tiempo que llevaba liándome con él, y sobretodo su actitud. Y con Jota, básicamente lo mismo. El mismo día y en la misma fiesta que se lió conmigo, se había liado con otras chicas y después de eso tuvo la cara de irse a dormir conmigo a mi casa de santa pola. Por supuesto, yo no sabía eso, me enteré al día siguiente porque bueno, santa pola es un pueblo con complejo de ciudad y allí todo se sabe. Seguidamente dejé de liarme con él y quedamos como amigos.

Después de avisar a Raúl de que estaría con los del club, seguí a Gavi hasta su asiento y me senté junto a él. A su otro lado, estaba su mejor amigo, Pedri, quien me saludó con una sonrisa. - ¿Y bien? Cuéntame, ¿Quién era ese enano? – preguntó el sevillano. Porque sí, mi ex era un enano que me sacaba solo 10 centímetros de diferencia. Yo mido uno cincuenta. - ¿Quién? Yo también me quiero enterar del chisme – comentó el que patrocinaba plátanos de canarias. – Su ex le estaba dando la lata en los baños y yo la he salvado – le explicó el número 30 del barça. – Bien – empecé a explicar. – Realmente es mi ex lio porque no éramos novios como tal. Pero para mí si es mi ex novio porque hacíamos cosas de novios y se suponía que no queríamos nada más con nadie. Que a día de hoy no me lo creo porque ha habido factores que me dejan claro que tengo más cuernos que un reno. Lo conocí a diez días de navidad, en una fiesta por algunas de las personas que tenéis en el reservado de enfrente que son conocidos de él. Él no es de aquí y al día siguiente de conocernos y liarnos se fue a su pueblo, en el norte, a pasar las navidades – expliqué. – Tócate, mira a ver si te lo buscas en china – comentó el más pequeño de los tres.

Reímos ante su comentario, y continué contando. - Cuando volvió si nos lo tomamos más enserio. Es que encima, lo de respetarnos, lo dijo él – la rabia empezó a recorrer mi cuerpo. – A los tres meses de lo que fuese que teníamos, me dejó con las excusas de: en los tres meses de este verano no voy a estar aquí así que no nos vamos a ver, el próximo curso será mi último año aquí y luego me iré a mi pueblo a vivir y yo no puedo con las relaciones a distancia. Y la que más rabia me dio: yo no me siento preparado para darte lo necesario en una relación -bebí un sorbo de mi copa. – Si, las típicas excusas de heteros básicos sin neuronas – comentó el canario.

A los días de dejarlo fui a Murcia a ver a una conocida y me contó, que ella aún no lo conocía en persona, solo lo conoció de vista. Me contó que cuando hicimos los dos meses, lo vio aquí, dándole una rosa a otra chica. Que diréis tampoco es gran cosa. Pero es que, si tienes algo con una chica que se supone que estás respetando, ¿qué haces haciendo eso? – comenté con amargura. Porque, aunque lo tenía más que superado, la gente así me da rabia. – Tranquila, pensamos igual que tú – comentó el sevillano.

- Pero tú también te comportaste así con una chica - le delató su mejor amigo. - Pero luego me disculpé por todo y lo arreglamos para quedar como amigos - se excusó el acusado. – Espera que hay más. A la semana de dejarlo, vine con estos a una fiesta más tocha que esta, y estaba él. Tuvo la cara tan dura de saludarme como si no pasase nada. Esa noche, más tarde, estos y yo, lo vimos comiéndose la boca en la puerta con otra. A la semana de dejarlo -recalqué la ultima frase. - ¿Blanco y en botella? – bebí otro trago. – Cuernos clarísimos – dijo el canario. – Gracias. A día de hoy sigue teniendo la cara de decirme que él no hizo nada – terminé mi historia. – Como lo vea molestando otra vez te juro que le doy – dijo el sevillano molesto, a lo que yo le sonreí y negué. – Si, porque a mi hermana también le hicieron eso hace años y esa gente se merece que le den una buena paliza – dijo él.

Bueno, tampoco hay que hacerle caso, pasado es, además ahora estoy con otro chico – dije cambiando de tema. - ¿Es el de la camiseta roja de tu reservado? – preguntó el canario. – Si, Raúl, ¿cómo lo sabes? – dije sorprendida.

Golden boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora