Pesadilla Mia

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Mirarlo a los ojos y ver como sus palabras hablaban con total sinceridad, me rompía el corazón, deseaba que estuviera mintiendo. Él estaba rompiendo conmigo, él estaba rompiendo porque amaba a otra persona.

El dolor en el pecho era incomparable, no podía creer que él sería el que abandonaría esta relación, todo lo que habíamos construido durante años. Pensé... pensé que tendríamos un fututo juntos.

—Y es por eso que debemos terminar...— hablo él sin una pizca de arrepentimiento.

Lo observé en silencio por unos segundos y luego mi mirada fue cayendo, igual que mis lágrimas, que mojaban el suelo.

—Está bien, entiendo— di un suspiro— Veo que ya tomaste tu decisión— Lo mire con una triste sonrisa— Terminemos.

Él me miro impactado y luego asintió firme. — Adiós Elizabeth.

—Adiós Mark.

Se dio media vuelta y no se llevó las rosas que me había entregado por San Valentín.

Él subió a su auto, me dio una última mirada y se fue. Se fue sin titubear. Sin más para expresar.

Dolida, caminé hacia la cafetería y me senté sola en uno de los muebles. Tenía miles de pensamientos que procesar. No podía asimilar que nuestro compromiso había terminado.

—Señorita, ¿Qué desearía ordenar? — preguntó el mesero.

—Un vaso de agua, por favor.

El señor asintió y se marchó de allí. Luego de un rato regreso y me entrego mi orden.

—Gracias— dije y él con una leve sonrisa regreso a su lugar de trabajo.

Pasaron 20 minutos aproximadamente, cuando de pronto un atentado paso. Personas gritaron de horror y yo asustada miré a todos lados. Habían entrado 4 personas encapuchadas, con armas de fuego en mano.

—Abajo todos— grito uno de ellos y yo tontamente traté de esconderme bajo la mesa. Tenía miedo. ¿A caso este sería mi fin?

—Tú— señalo el malo a una chica que estaba en caja— Ven conmigo.

La joven gritó de miedo y el señor que me había atendido quiso defenderla.

—No le hagan daño, por favor— se arrodilló ante ellos y lágrimas en sus ojos lo mostraban débil.

—Usted cállese abuelo— Dijo uno de los encapuchados y lo apunto con un arma.

La chica trató de escapar y un disparo hizo que todos los comensales gritaran de miedo, incluyéndome. La chica había caído inerte al suelo.

—¡Hija! — grito el señor que conocía.

—Ahora tú, nos darás todo viejo de mi***— El señor arrastras llego a su caja y con la pistola apuntándole en la cabeza saco el dinero.

—Váyanse por favor— pidió el señor.

—Esto te pasa por no habernos pagado— dijo el que lo apuntaba.

Los encapuchados caminaron a la salida, cuando de pronto, alguien entra a la cafetería.

—Mark— susurré...

Él se quedó estupefacto y no entendía lo que pasaba— ¿Elizabeth? — pregunto con la voz alta y los ojos llorosos.

Me quise levantar, pero el encapuchado rio y se acercó a él— Vete—le dijo.

—¿Elizabeth estás aquí? — pregunto Mark e ignoro la amenaza.

—¿No escuchas? —el encapuchado lo apunto y yo me levanté de donde estaba sin dudar.

—¡No! — Exclame al ver el riesgo— No, por favor.

Mark se acercó a mí corriendo— Lo siento, lo siento tanto—dijo con los ojos rojos y una sonrisa débil en sus labios, pero antes de siquiera tocarme un disparo sonó nuevamente y la polera ploma que llevaba, se tiño de rojo.

—¿Mark? — lo mire confundida y lo sostuve antes de que cayera al suelo— Mark, Mark, mírame— palme su rostro, pero sus ojos se iban cerrando.

Los encapuchados, al escuchar las sirenas de los policías, salieron corriendo del lugar y yo... yo no podía creer todo lo que acaba de pasar.

De pronto los ojos me empezaron a pesar y mi corazón se agitó tanto, que desperté bruscamente. Nada había sido real.

Todo había sido un sueño y Mark siempre había estado durmiendo a lado mío, con total tranquilidad.

FIN. 

Sigue siendo ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora