Sexto Año

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Amelia Diggory 1989

Vivo por llegar tarde y no sería sorpresa para nadie que me pierda la bienvenida (otra vez) y con este ya serían cuatro años consecutivos.

Llegó hasta las puertas del comedor intentando abrir un hueco por el cual pueda pasar, el problema viene cuando la puerta en lugar de abrirse un poquito se recorre por completo haciendo un escándalo dejándome paralizada.

«Adiós a la idea de no llamar la atención».

—Llega tarde —comienza McGonagall y se que va a reprocharme de nueva cuenta mi impuntualidad.

—Si y me siento muy apena...

—Señor Weasley —termina y después fija la vista en mí—, de usted no me sorprende señorita Diggory.

Miro de reojo hacia atrás dándome cuenta que Charlie está ahí con el cabello desaliñado y una sonrisa.

Sonrió —Es bueno saberlo.

Nos hace una seña para que entremos. Sin decir nada ambos obedecemos dirigiéndonos a nuestras mesas.

Encuentro un hueco al lado de Tonks quien jugaba con su copa.

—¿Dónde estabas Diggory? —pregunta divertida.

—Se que se ve mal, pero estás loca, Weasley y yo no va a pasar.

—Se gustan, pero son tan imbéciles que ninguno lo acepta.

Tiro de un mechón de cabello —Cállate.

Ella me imita y comenzamos una pequeña pelea donde ambas nos damos tirones hasta que la ceremonia comienza. Tonks y yo vemos a los de primer año esperando su turno ansiosos y no podemos evitar sonreír al verlos emocionarse cuando es su turno de estar bajo el sombrero seleccionador.

De entre todas las pequeñas cabecitas me fijo en una especial. Castaño y con mechones alborotados ubicó a mi hermano menor de entre toda la gente, me hace gracia verlo tan confiado como si dominara la escuela sabiendo que por dentro se muere de los nervios, quiere una buena casa y por mucho que le explique que todas las casas son buenas también teme no dar la talla cuando sea seleccionado. Cedric recorre el comedor hasta que logra dar conmigo mostrándome una leve sonrisa, lo saludo haciéndole saber que estaré aquí, él naciente y cuando llega su turno de pasar todos lo animan al escuchar el apellido Diggory.

No sé qué es lo que esperen de mi hermano, pero al menos yo me he hecho con una reputación lista para cuando yo me vaya y él se quede. El sombrero no tarda más de cinco segundos en gritar Hufflepuff haciendo que la mesa se vuelva un caos de vítores.

Mi hermano corre a la mesa donde Tonks ya le ha hecho hueco entre nosotras.

—Bienvenido pequeño Diggory —lo abraza Tonks.

—Te juro que serás el mejor Hufflepuff que exista —le susurro.

Levanta la vista emocionado —¿Tan bueno como tú?

Y creo que podría llorar en este instante —Mucho mejor.

Cuando ya se ha hecho demasiado tarde y hemos terminado con la bienvenida e incluso el recorrido tengo por fin tiempo de ir a la reunión con los otros prefectos en la biblioteca.

Apenas abro la puerta no tardó mucho en darme cuenta que están peleando por algo que seguramente es una ridiculez como siempre.

—Paren con esa mala vibra, es ridículo que llevemos aquí menos de un día y ya están peleándose —me quejo recién entro.

—¿Sabes qué más es ridículo, Diggory? —se queja la chica de ravenclaw.

Sabiendo la respuesta pongo los ojos en blanco —No tengo idea —respondo de manera cínica.

—Qué siempre llegues tarde.

Le muestro el dedo con una sonrisa haciendo que prácticamente se balancee encima mío provocando que Charlie y Matthew (el prefecto de slytherin) corran a separarnos.

—Tienes suerte que estos dos imbéciles usen la cabeza de abajo y no me dejen partirte la cara.

—¿Crees que estoy buena? ¿Envidia o ganas? —me acerco a ella tomándola del rostro fingiendo besarla.

Ella se aparta asqueada —Ni se te ocurra.

Hago un puchero —Pero haríamos tan buena pareja ¿no lo creen chicos? La mejor estudiante de esta generación y tú.

—Creí que los hufflepuff eran amables.

—Y yo que los ravenclaw eran listos, ambas nos llevamos una desesperación.

Por fin la suelto dirigiéndome a los demás —¿Por qué la pelea?

—Charlie no quiere hacer la fiesta de bienvenida en Gryffindor —responde Matt.

Me vuelvo ofendida hacia el pelirrojo quien parece firme en su decisión —La última vez casi nos atrapan y además ustedes no son los que terminan limpiando todo el desorden.

—Soy yo quien limpia, cállate —me quejo—, es tradición, no puedes romper ahora con eso.

—Ya dije que no y lo digo muy en serio —se da media vuelta—, si me disculpan tengo cosas que hacer.

El resto soltamos un suspiro.

—Si no conseguimos un lugar la fiesta se cancela —suelta Matt.

Niego con la cabeza —Preparen todo como siempre yo me encargo de convencerlo.

—Chúpasela, seguro así accede —dice Nicole.

—No pienso seguir con esta conversación, organicen lo demás.

Saliendo de la biblioteca no tardó mucho en encontrarme con Charlie deambulando por los pasillos.

—Weasley, tenemos que hablar.

Se da la vuelta y sin aviso me toma por la cintura metiéndome con él a uno de los pasillos.

—No hagas ruido —asiento.

Escuchamos a alguien recorrer los pasillos, nos quedamos en silencio hasta que los pasos dejan de escucharse.

—Dejános hacer la fiesta en Gryffindor —pido susurrando.

—No.

—Por favor, te doy lo que quieras a cambio.

Enarca una ceja —¿Lo que quiera?

—Lo que sea.

—Lo pensaré

Me doy cuenta que aun me tiene sujeta por la cintura —Por favor —utilizó su hombro como apoyo dejando caer mi peso sobre su cuerpo.

—Bien, pero te saldrá caro.

Sonrió victoriosa —Por eso eres mi Weasley favorito.

—Mentirosa, pero suponiendo que te creo ¿te gustaría acompañar a tu Weasley favorito a los establos?

Comienzo a jugar con su corbata —¿Primer día y ya nos quieres meter en problemas?

—Solo nos metería en problemas si alguien nos ve.

No tengo forma de reprochar cuando yo soy quien usa la frase el noventa por ciento de las veces así que lo acompañó hasta el establo de los grifos donde todos duermen.

—¿Qué querías venir a ver? —susurro detrás suyo.

—Al bebé —llegamos hasta el final del establo donde vemos a un pequeño hipogrifo al lado de su mamá— Hagrid me lo dijo cuando llegué, por eso llegué tarde a la ceremonia.

El grifo bebé me parece hermoso, pero ver a Charlie tan emocionado por el bebé me parece el doble de bello y no puedo evitar sonreír al ver su rostro lleno de alegría y fascinación.

Tonks tiene razón estoy perdidamente enamorada de Charlie Weasley.

Conejos y dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora