Cada tres años se hace un baile de máscaras muy particular en el cual se juntan representantes de todo el mundo; guerras, clases sociales, diferencias raciales o religiosas se desvanecen para dar paso a la negociación a ciegas y la diversión sin res...
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Una noche de luna llena en una mansión oculta en el bosque se encontraban reunidos los invitados de la fiesta de máscaras más importante y exclusiva del mundo.
Carruajes, autos, motos, los invitados llegaban de diversas maneras, con sus trajes extravagantes que iban a juego con su máscara, era un espectáculo de lujos que harían a cualquiera pensar que había viajado a la época aristocrática.
-Invitacion, por favor- Pidió el chico de la entrada el cual era alguien diferente a la vez anterior.
Luzu que llevaba un traje azul marino con un broche dorado que combinaba perfectamente con la máscara que le dio Vegetta para la ocasión entrego su invitación para luego permitirle el paso.
Sus ojos se vieron lastimados por la luz cegadora del salón, candelabros iluminaban todo el lugar y el mármol blanco reflejaba la luz de manera que cualquier pequeño accesorio de los invitados brillará como diamantes, era perfecto para hacer lucir a cualquiera.
Todos resaltaban y por eso mismo nadie parecía fuera de lugar sin importa lo raro o extravagante que se comportarán.
El castaño se adentro entre la multitud que hacía una variedad de cosas, desde bailar hasta drogarse, después de todo era un lugar sin ley, las únicas reglas eran.
No lastimar a nadie y cumplir cualquier trato hecho esta noche.
Por eso aún cuando podría parecer un caos todos tenían cuidado con lo que hacían o decían, lo suficiente para no arrepentirse una vez volvieran a sus hogares.
-¿Porqué estoy aquí?- Susurro en modo de queja para si mismo.
El representante de Karmaland siempre era elegido al azar así que cuando Vegetta lo llamo para darle las instrucciones fue demasiado que procesar no tuvo ni siquiera oportunidad para negarse.
Solo tenía que actuar neutral; Karmaland no necesitaba nada de nadie y tampoco estaba en conflicto con nadie, por lo que no había necesidad de buscar tratos o beneficios. Con eso en mente decidió que tomaria una copa de vino y pasaría la noche en alguna esquina alejado de los demás.
Fallo rotundamente. Justo después de agarrar una copa choco con alguien.
-¡Lo siento!- Acababa de manchar de vino el traje negro del extraño.
-No es nada- Esa voz hizo que una corriente lo recorriera de pies a cabeza.
-Wilbur...- No termino de decirlo. Era mejor callarse.
