Felix se sentía destrozado.
Tres semanas habían pasado y aún parecía como si todo hubiera sido ayer. La opresión en su pecho aún no mermaba y era tan horrible que no podía dormir, no podía comer... Había veces que incluso dolía respirar. Enterarse de que -al que llamó el amor de su vida- lo había estado engañando por más de dos meses había sido lo peor que pudo haber experimentado en sus cortos veintitrés años. Aún conservaba las capturas de pantallas que habían sido enviadas por la misma chica con quién el chico estaba manteniendo una relación. Aún recordaba que llegó a pensar que se trataba de una jodida broma, pero al ver el rostro de Kota ponerse más pálido de lo normal y cuando comenzó a tratarlo mal sabía que aquello era solo la verdad.
El bastardo de Kota le había dicho a Sana que estaba soltero, que la foto que tenía en su perfil -donde evidentemente el pecoso se encontraba- era solo su mejor amigo. La pobre chica solo había sido engañada, hasta que ella misma descubrió a Kota con otra mujer mayor, besándose hasta la campanilla un día que él le dijo que estaba muy ocupado entrenando. Sana, siendo más inteligente, se resolvió en investigarlo, descubriendo que Felix en realidad era su novio de hacía casi un año y que también estaba pasando por lo mismo. Ella consiguió el número del chico y el resto es historia. Sana había suplicado su perdón una y otra vez, llorado a mares hasta más no poder. Felix no estaba molesto con ella, había sido una víctima más de Miura, sin embargo sí estaba dolido, despechado y su autoestima había recibido un golpe muy pero muy duro.
¿Acaso él no era suficiente?
Sana y Felix decidieron enfrentar al japonés una vez reunieron toda la información. Expusieron absolutamente todo y el imbécil, mismo con las pruebas frente a su nariz, no quiso aceptarlas. Es más, había tratado de dejar en ridículo a Sana solo para que Felix se mantuviera a su lado, cosa que para el rubio fue más que suficiente.
Decidió cortar de raiz todo.
El reto fue después, con llamadas y mensajes por parte del menor casi todos los días. Y en serio, con su corazón de pollo, estuvo a punto de perdonarlo cuando le había mandado un hermoso mensaje que había escrito. De verdad iba a hacerlo. Luego Hyunjin averiguó que ese mensaje lo sacó desde lo más profundo del internet y ambos, a la salida de su trabajo, lo vieron comiéndose la boca con un chico que aparentemente era su compañero de gimnasio.
Y dolió, jodidamente dolió a pesar de que sabía lo cruel que podía llegar a ser Kota Miura.
Entonces la tristeza inundó su día a día. Sus ojos estaban sumamente hinchados por culpa del llanto, sus orificios nasales estaban irritados de tanto limpiar la mucosidad transparente que le salía y su cabello estaba hecho un nido espantoso debido a que no era capaz de salir de la cama.
Minho y Hyunjin lo estaban mirando con pena desde la puerta de su habitación. Bueno, en realidad Hyunjin miraba con pena a su mejor amigo, pero Minho estaba furioso. Tres jodidas semanas ya pasaron desde que el maldito de Kota hizo la cosa más cobarde y horrenda, una que el mayor no podía tolerar. Sí, Lee Minho solo quería romper la bonita cara de aquel tipejo que se atrevió a hacer llorar a su lindo Yongbok.
-—Lixxie -—y ahí estaba el pelirrosa, quien se acercaba sigilosamente hacia el nombrado—-, creo que deberías darte una ducha caliente y luego ir a comer.
El silencio se estableció de nuevo mientras veían a Felix sentarse en su desastrosa cama. Sus labios comenzaron a temblar formando un puchero, sus ojos se llenaron de lágrimas y, rápidamente, llevó sus manos para cubrir su rostro. Estaba sensible y muy triste. Un leve sollozo fue lo que rompió aquel abrumador silencio y el corazón de Hyunjin se oprimió tanto que sus ojos se aguaron. Su mejor amigo estaba sufriendo y ya no sabía qué hacer. Y Felix, carajo, Felix podía relacionar cualquier cosa -por más cotidiana que sea- con Miura.
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Feelings - Seunglix
FanfictionFelix tenía un lío en su mente y en su corazón. Sus sentimientos aún estaban alborotados ante su reciente ruptura, pero tal vez -solo tal vez- aquella noche sería diferente. . . . . . . . Historia original - Todos los derechos reservados ® ¡No se pe...