Estoy Muerta

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¿Has tenido un sueño vivido alguna vez?

He tenido uno recientemente, desearía poder dar una fecha exacta, no es que mis horas de sueño se hayan visto demasiado afectadas últimamente, pero el problema es que no recuerdo si dicho sueño lo he tenido anteriormente o solo la previa noche en cuestión. Porque mientras estaba ahí, sentía que esto ya había ocurrido anteriormente.

Lo que encuentro especialmente extraño no es lo mórbido de este sueño sino la forma en que terminé por procesarlo. Empecemos por el inicio y quizás más adelante logres comprender lo que intento expresar en este breve y descuidado relato, narrado velozmente en mis horarios de trabajo en lo que dure mi libertad hasta que deba ponerme a realizar las actividades que me esclavizan diariamente en los días y horarios hábiles del calendario.

Me encontraba en el transporte público, mismo que utilizo diariamente para transportarme al infierno mencionado previamente, en general no presto atención a las personas a mi alrededor, utilizo audífonos como la mayoría de la gente en estas situaciones, intentando aminorar el vacío creciente de la rutina interminable en la que se ha convertido la vida desde el inicio de la etapa adulta. Usualmente mi vista se centra en la ventana, he memorizado casi de forma perfecta el trayecto del mismo, tanto que incluso cuando no estoy viendo, si siento al transporte moverse en dirección a una curva puedo saber dónde me encuentro.

Como sea, todo se sentía normal hasta que comencé a notar que el exterior se veía diferente por lo que decidí prestarle un poco más de atención al interior del transporte, por alguna razón solo podía ver al frente y los asientos frente al mío se encontraban vacíos. Recuerdo haber parpadeado un par de veces, cada uno duró una eternidad, y de nuevo, con cada uno, el mundo se volvía oscuro. Podía sentir el vehículo moverse, y luego detenerse. Unos pasos apresurados junto a mí, y luego otros lentos pero en definitiva más firmes, sonaban más fuertes y su presencia se sentía intimidante. Tras el último parpadeo, finalmente pude verlo, a las ventanas y paredes de acero las cubría la sangre. No de forma homogénea como las paredes del ascensor en esa asquerosa escena sangrienta de la última entrega de "Evil Dead Rises" sino salpicaduras de sangre; en las ventanas, en las paredes, en los asientos, en los tubos para sujetarse. Un escalofrió recorrió mi cuerpo, al principio creí que estaba sola, no podía ver a nadie más pero luego sentí su presencia. Yo lo conocía, él me había visto subir al transporte día tras día por meses hasta ahora e incluso sentí que aunque lo que fuera que lo había llevado a tomar esa decisión, él no quería lastimarme. Suena ridículo ahora que lo pienso, los seres humanos tendemos a pensar que el mundo ante nuestros ojos día a día es lo único que hay, cuando en realidad, un mundo completamente diferente se presenta día tras día ante los ojos de las personas a tu lado. En especial con las personas que frecuentamos en el transporte público. Podemos compartir ese breve momento bastante seguido, pero fuera de ahí la vida de los de todos ellos se divide en cientos de caminos diferentes.

Yo no conocía su nombre, quizás el tampoco el mío, pero habíamos compartido saludos cordiales por más veces de las que puedo recordar y ahora él se dirigía a mí con una mirada perdida, sostenía una navaja en sus manos y había sangre en ambas, por supuesto.

No podía pensar claramente, siempre me han gustado las historias de crímenes reales y a veces, solía compararme con la víctima y asegurar solo ante mi misma que el deseo de vivir es probablemente la cosa más fuerte en el universo y que no habría forma de que yo permitiera que alguien me arrebate la vida de esa forma. Sin embargo aquí estaba, no pensé en correr, no pensé en luchar, estaba tan inundada de miedo y confusión ante tan atroz situación que no moví un solo musculo para salvar mi vida, y luego todo paso tan rápido. La navaja se enterró en mi abdomen, con tanta fuerza que pude sentir no solo en corte sino también el golpe, cubrí la herida con mis manos y sentí la sangre sobre ellas, mi propia sangre. Se sentía cálida y espesa y antes de que pudiera reaccionar ocurrió de nuevo, la navaja se enterró en mi cuerpo por segunda vez, luego una tercera, una cuarta y hubo también una quinta. El dolor invadía cada milímetro, hasta el más recodito rincón de mi cuerpo y mentiría si dijera que sé que paso después.

Durante todo ese episodio, jamás pensé que se tratase de un sueño, en especial porque a pesar de lo confusa de la situación, se sintió increíblemente real. Sentí cada una de las puñaladas y de hecho, en ese transcurso tuve tiempo de sentirme decepcionada. No estaba enojada, no estaba triste, no pensé en mis padres y como les afectaría, no pensé en mi perro a quien amo con el alma y en qué pensaría a o sentiría él si luego de ese día yo no volviera a casa. No sabía si moriría, pero de hacerlo sería un final increíblemente patético, solo un número más, la última víctima de un hombre que enloqueció y asesino a los pasajeros del transporte que conducía a diario y ni siquiera tuve mi momento dramático, no lloré por las cosas que quería hacer y ya no podría, tampoco intenté aferrarme a la vida.

Estaba sentada en una de esas enormes mesas de exterior acompañadas de esos terriblemente incomodos bancos sin respaldo, rodeada de otras personas a quienes no les vi la cara en realidad y tampoco le preste demasiada atención a la comida que tenía enfrente. Esta vez estaba segura de que se trataba de un sueño, sin embargo sabía que en ese mismo universo el horror anterior sí había ocurrido. Estaba realmente incomoda en esa banca e intente acomodarme lo mejor que pude, intentando no abrir alguna de las suturas que sabía tenia. No pude verlas pero en definitiva si sentirlas, el dolor era punzante y casi inmovilizante, me sentía débil y mis parpados se sentían pesados. En cuanto pude ponerme de pie, llegué hasta un televisor en donde pude verlo en las noticias. Luego de sus actos, mi atacante me dejó en el suelo fuera del transporte y simplemente condujo hasta donde debía hacerlo al final de cada turno, donde sus confundidos colegas ante el estado del vehículo y del hombre mismo, decidieron llamar a la policía. En los mismos cortes había una larga lista de nombres, incluidos el mío. Pero jamás vi aclaraciones de quienes estaban muertos o quienes estaban vivos...

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2023 ⏰

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