˗ˏˋ 𝐍𝐎𝐓𝐀 ˎˊ˗
Ubicado previo a los acontecimientos de la película, por tanto, esto está libre de revelaciones salvo por una cosa, sin embargo, dado que eso se describe en el propio tráiler de la misma, no creo que cuente como una revelación. Además, hay descripciones de violencia típica de la época. También, escribí el apellido «Vásquez» con acento; en las páginas que promocionan la película, su propia entrada en la Wikipedia y en la mayoría de las historias, lo escriben sin acento, pero lo atribuyo a que el idioma inglés no cuenta con ese sistema. Así que lo escribo con acento.
Ilustración por Alfonso II, 1914. Los Ciegos. Recuperado de https://www.flickr.com/photos/saturninoh/5989891704/in/photostream/
▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔
Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo. Éste es uno de esos pueblos, Susana.
—Juan Rulfo, Pedro Páramo.
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐈 | 𝐒𝐈𝐍 𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐆𝐀𝐋𝐎 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐃𝐈𝐎𝐒
Dios no castiga dos veces, pero es rencoroso. Intentó decirle eso a su madre hace tantos años cuando aún vivía allá en lo que aún era parte de su México; nunca tuvo el coraje para hacerlo. Y aquí, bajo el gran campanario de la quemada iglesia de Rose Creek, es testigo de sus peores castigos. «Es justo con los deudores y solidario con los necesitados. Óyeme bien mijo, porque nadie te dirá esto: moriremos, eso es un hecho, y cuando el tiempo llegue, más te vale que estés en paz con el de arriba», le comentó su madre un domingo de ceniza frente a la iglesia del Santo niño de Jesús, ocultos entre la multitud escuchando la predicación del padre Armijo.
Vásquez, de en ese entonces ocho años, cuestionaba la existencia de un ser lo suficientemente poderoso y de carácter omnipresente; especialmente uno que no interfiere en su propia obra maestra y reposa en lo alto del cielo con gran indiferencia al caos que subsiste a sus pies. Incluso a su corta edad, viviendo ahí en la finca de los patrones de su madre, fue testigo de la miseria que asoló los pobladillos cercanos con el estallido de las guerrillas y de los malos tratos bajo la mesa. Su madre, por otra parte, descontenta ante su bravo carácter, el floreciente rencor hacia todas las cosas a causa de una época de violencia y, temerosa de las represalias de su alma, lo obligó a participar en las actividades de la parroquia católica cada día libre que no asistía a la primaria; lo que era la mayoría de las ocasiones por no contar con suficiente economía para ir con regularidad.
—Es lo correcto. Vas a la escuela para aprender sobre el mundo y lo que te rodea, pero aquí, aquí aprendes sobre ti mismo —dijo el padre Armijo.
—Pero es aburrido, padre. Ya sé leer, sé sumar y escribir ¿Por qué debo seguir yendo? Tengo que cruzar el canal del pueblo y caminar varias cuadras bajo el sol sin sombra en el camino porque la escuela queda hasta el siguiente pueblo.
ESTÁS LEYENDO
Ay, Dios mío: Que no muramos
FanfictionDios no castiga dos veces, pero es rencoroso. Intentó decirle eso a su madre hace tantos años cuando aún vivía allá en lo que aún era parte de su México; nunca tuvo el coraje para hacerlo. «Todos moriremos», había dicho su madre, y Vásquez esperaba...