Izuku había comenzado a mejorar. ¡Al fin lo estaba logrando!
Así era hasta que apareció de nuevo y sintió que no podía, que iba a caer de nuevo.
¿Por qué le pasaba eso? ¿Por qué era así el destino con él?
Lo único que quería era dejarlo como un rec...
¡Y regreso con un One-shot de una de mis parejas favoritas, de TodoDeku!
La verdad estaba dudando mucho en subir esto, pero quede contenta con el resultado, así que dije ¿Por qué no? Si yo tuve esos sentimientos escribiéndolo, que no se queden solo para mí, que también lo sientan los lectores, jajaja.
Estaré subiendo más One-shots o historias cortas, para no estar tan inactiva en lo que termino mis obras más extensas y complejas.
Sin más que decir, disfruten ^^
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Ahí estaba de nuevo, sentado en el sillón abrazando sus piernas con un brazo mientras con el otro sostenía una foto, una de varias que estaban esparcidas en una pequeña mesa frente a él.
Varios meses pasaron desde que aquello había terminado. Había sido tiempo suficiente para ya no llorar al ver esas imágenes, esas que llegaron a doler y ahora lo hacían sonreír con levedad, un sentimiento que no había sentido desde hace un buen tiempo.
Había costado trabajo para el joven, pero lo estaba logrando, estaba teniendo un gran avance en superar las cosas y dejarlas como unas hermosas memorias. Empezaba a dejarlo todo bien.
Con una corta sonrisa nostálgica tomó todas las fotos que estaban esparcidas y las guardó de donde habían salido, en una pequeña caja de metal que dejó hasta arriba en el fondo de su librero con ayuda de un banco pequeño. Al bajar acomodó el asiento donde tenía que ir y se sentó en el sillón a un lado del blanco gato que dormía boca arriba, con suavidad acarició el suave y esponjoso pelaje, soltando unas pequeñas risas al observar cómo el felino se retorcía en busca de más.
A las afueras se empezó a escuchar el golpeteo de las gotas de agua contra la ventana del lugar. Había comenzado a llover.
Estuvo varios minutos acariciando a la pequeña mascota –que ahora estaba acostada en su regazo– y escuchando la llovizna, hasta que un gran bostezo salió de su boca. Encendió su celular para observar como ya era pasada de medianoche. Preso del cansancio, levantó al felino y lo llevó consigo para dejarlo en la cama, el cual buscó rápido un espacio donde acomodarse y volvió a quedarse dormido. El joven soltó una leve risa mientras se preparaba para dormir.
Cuando estaba a punto de acostarse, el corto sonido del timbre detuvo sus movimientos.
Extrañado por quien estaría yendo a visitarlo en la madrugada, caminó con cuidado a la puerta de su departamento y se asomó por el pequeño círculo que había ahí para ver al exterior. Sus ojos se abrieron con gran sorpresa y retrocedió un paso atrás, queriendo huir.
El timbre volvió a sonar, unos segundos después comenzó a ser insistente el sonido y al instante se escuchó una voz grave.
