Capítulo V

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POV Robert

Las semanas luego del fatídico diagnóstico estuvieron llenas de incertidumbre y miedo. Robert se sentía tan vulnerable que no era capaz siquiera de asomar la cabeza fuera de casa a menos que fuese estrictamente necesario.

Sus amigos y algunos miembros de su familia se habían puesto en contacto para saber sobre lo que estaba sucediendo y las palabras de aliento llegaban una detrás de otra, ojalá eso hiciera que mi corazón estuviese como nuevo, pensó un poco molesto.

A pesar de las circunstancias que había atravesado desde que era un infante, el castaño siempre había sido alguien amigable y extrovertido, pero lo cierto era que en ese momento preciso, cuando la vida parecía escabullírsele, se sentía lleno de enojo, no con su familia por supuesto, más bien diría que con el triste destino que había sido escrito para él.

Con el resultado de cada examen al cual era sometido, el diagnóstico no hacía más que reafirmarse. Era oficial, si no aparecía un donante en los próximos noventa días (o antes de ser posible) su corazón terminaría fallando, ocasionando su fin.

Los días continuaron transcurriendo con normalidad y podía ver a través de redes sociales como sus amigos (a quienes había rechazado en un sinnúmero de veces las invitaciones para salir a tomar un poco de aire fresco e incluso cuando le sugerían compartir un momento juntos es su casa si así lo deseaba) continuaban con su vida y no es como que deseara que ellos también se deprimieran, era solo el hecho de que sentía que su corazón se marchitaba a una velocidad espeluznante, sobre todo porque ya no sólo lidiaba con una deficiencia cardíaca, ahora la depresión intentaba ganarle la partida también, lo cual hacía que la nostalgia y la tristeza ante el entendimiento de que quizás nunca podría volver a compartir maravillosos momentos al lado de sus personas especiales, fuese aún mayor.

Escuchó en muchas ocasiones a sus queridos y ruidosos amigos visitar a sus padres para preguntar por su estado y buscando de ser posible, verlo, pero su respuesta fue siempre negativa, pues le aterraba darse cuenta que le veían con lástima, lo cual era absurdo cuando lo único que había recibido de ellos era cariño y comprensión, pero ese era uno de los tantos escenarios que creaba su cabeza últimamente.

Las semanas pasaron y como hacía cada noche, se preparó para dormir, sus padres fueron a darle un beso de despedida y se dispusieron a descansar, pero a eso de las tres de la mañana, una ruidosa alarma se encendió en su cerebro y entonces entendió que quizá su final llegaría más pronto de lo esperado.

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