The Ruthless

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En lo más profundo del Bosque Negro habitaban unas criaturas siniestras y aterradoras conocidas como los Ruthless. Esta raza malintencionada estaba al borde de la extinción debido a las dificultades que enfrentaban. Su supervivencia estaba en juego, ya que la principal fuente de energía que sustentaba su vida bajo tierra en las raíces del árbol de hojas negras se desgastaba por minutos. Pero los Ruthless estaban dispuestos a todo con tal de asegurar su inmortalidad. Para conseguir el poder necesario debían sacrificar almas humanas. La tarea no sería fácil, pero para estas criaturas despiadadas y desalmadas, cualquier sacrificio era válido si se trataba de asegurar su propia existencia. Lejos de las rutas del bosque, en el pequeño pueblo de Stryn, los habitantes vivían ignorando que una fuerza oscura y tenebrosa estaba emergiendo de las entrañas del bosque. Se avecinaban días de sombras, miedo y muerte, pues las pequeñas y aterradoras criaturas no tardarían en aparecer para darles caza. Los Ruthless estaban ansiosos por salir a la superficie y sembrar el caos. Aguardaban pacientemente a que la luna hiciera acto de presencia para pasar desapercibidos e invadir los hogares mientras todos dormían, con la intención de acabar con los habitantes y arrebatarles sus almas. Inevitablemente, la luna comenzó a asomarse en el horizonte, y los Ruthless, nerviosos, se relamían imaginando el sabor a sangre. Saltaban y golpeaban el suelo con sus puños impacientes, aguardando la orden del Rey que les permitiera subir al mundo exterior. Mientras tanto, en Stryn, todos se preparaban para ir a dormir como cada noche, ajenos al hecho de que una pesadilla estaba por desencadenarse. La paz pronto sería interrumpida, trayendo consigo destrucción y horror. Llegado finalmente el momento que los Ruthless ansiaban, emergieron a la superficie y corrieron hacia Stryn con gritos de excitación. Al llegar al pueblo, guardaron silencio y se movieron rápidamente y con sigilo entre los jardines, farolas y vehículos aparcados en las calles, analizando cada casa en busca de la mejor manera de entrar sin despertar a los habitantes. Debido a su pequeño tamaño, lograron colarse por los conductos de ventilación, chimeneas e incluso por las alcantarillas que daban al baño, aprovechando cada oportunidad para infiltrarse sin ser descubiertos. Después de infiltrarse, los Ruthless desenfundaron sus armas: unos pinchos oxidados y unas pequeñas piedras azules capaces de retener el alma de cualquier ser humano al caer sobre ellas una gota de su sangre. Con estas herramientas mortales, entraban en las habitaciones y se subían sobre las camas, donde apuñalaban repetidamente el cuello, los ojos y el corazón de sus víctimas. Dejaban tras de sí una estela de sangre, mientras que sus rostros, malvados y ensangrentados, mostraban sus diminutos y afilados dientes mientras sonreían con malicia. Esa noche, perpetraron varios asesinatos atroces sin ser vistos. Posteriormente, regresaron al bosque para entregar las piedras al Rey y verter las almas sobre la raíz, la cual albergaba su fuente de energía. Los Ruthless, luego de su primera noche de reconocimiento, adquirieron más poder. Sin embargo, para ellos nunca era suficiente y sabían que debían volver para acabar con todos aquellos que aún seguían con vida. Al amanecer en el pueblo de Stryn, familias enteras fueron brutalmente asesinadas. Los vecinos no daban crédito a lo ocurrido y los policías no podían encontrar lógica a los hechos: no había puertas ni ventanas forzadas y todas las víctimas recibieron múltiples puñaladas con un objeto pequeño y punzante. Las pruebas encontradas en las escenas del crimen no tenían explicación: había huellas pequeñas y diminutas, como de pies de animales extraños nunca antes vistos. Todo resultaba muy extraño, y los investigadores se vieron obligados a continuar con su labor. Mientras tanto, los lugareños, muertos de miedo por el horror que había invadido al pueblo, temían la llegada de la noche. Algunos propusieron que la policía y los vecinos vigilaran las calles. Se recomendó armarse en casa y asegurarse de cerrar todo con llave, y ante cualquier suceso extraño, llamar inmediatamente a la policía local. Con la noche acercándose, el miedo y la paranoia comenzaban a apoderarse del pueblo. Los residentes se encerraban en sus hogares y pasaban la noche en vela, manteniéndose juntos y alerta ante cualquier ruido o evento fuera de lo común. Muchas familias optaron por reunirse en una misma habitación para sentirse más resguardados. Mientras tanto, en el bosque, los Ruthless se preparaban para volver a atacar y acabar con cada uno de los habitantes de Stryn. Esta vez, eran aún más cautelosos, desplazándose silenciosamente entre los setos y cualquier objeto disponible para ocultarse y desplazarse por las calles en busca de sus próximas víctimas. Bajo la oscuridad y el silencio de la noche, tanto los policías como los vecinos que vigilaban el vecindario comenzaron a percibir señales inquietantes. Aparecían extrañas sombras moviéndose detrás de los árboles y se escuchaban gritos ahogados en la noche. Tanto la policía como los vecinos que vigilaban las calles se sentían acorralados. Sentían que esto, fuera lo que fuera, que atacaba al pueblo, estaba siguiéndolos de cerca y esperando el momento oportuno para atacarlos y acabar con sus vidas. Desafortunadamente, esto es lo que ocurrió. Uno a uno, comenzaron a desaparecer, siendo arrastrados por las criaturas hacia las profundidades del bosque, donde finalmente llevaban a cabo sus terribles actos. En Stryn, los habitantes estaban aterrorizados por los gritos que resonaban en las calles a medida que las criaturas Ruthless atacaban. Con miedo de ser el próximo objetivo, cerraban ventanas y puertas, utilizando mesas, sillas, muebles y cajas como barricadas para protegerse. Los Ruthless golpeaban y arañaban las puertas, lanzando piedras y chocando contra las ventanas en un intento desesperado por entrar en las casas y acabar con todos, uno a uno, para extraer sus almas. El ambiente era de pánico absoluto mientras los residentes luchaban por sobrevivir a los feroces ataques. Las criaturas Ruthless continuaban destruyendo las ventanas, entrando en grupos en las casas y atacando a las personas con sus pinchos, sin detenerse hasta matar a sus víctimas. Stryn se había convertido en un pueblo aterrorizado, como en las peores películas de horror, reinando solo los golpes, los gritos de dolor y las risas malvadas de las pequeñas criaturas. Las casas y sus interiores eran destrozados, las paredes, el suelo y los muebles quedaban cubiertos de sangre y trozos de los cuerpos asesinados. Los colgantes azules brillaban con fuerza, repletos de almas, listos para alimentar la fuente de energía de las criaturas Ruthless. El silencio sepulcral cubrió Stryn después de que las criaturas regresaron a su escondite con los colgantes azules que habían recolectado. Orgullosamente, presentaron su botín al Rey mientras éste los aceptaba con satisfacción y los depositaba en la fuente de energía. De repente, un brillo azul eléctrico cegador envolvió todo el subsuelo, dando vida a cada rincón del oscuro bosque, desde las raíces del árbol de hojas negras y esparciéndose por todas partes con increíble magia. La fuente de energía se había recargado, lo que significaba que los Ruthless se multiplicarían rápidamente y prepararían una invasión para conquistar todo el planeta. El mundo nunca hubiera imaginado lo que estaba por suceder. Estos pequeños seres estaban decididos a dar un giro dramático a la vida tal y como se conocía. Los Ruthless eran ambiciosos y nunca estaban satisfechos, nunca se rendían ante ninguna adversidad. Algo terrible se estaba gestando detrás de las sombras, y poco a poco, la amenaza se acercaba. Los Ruthless no se detendrían ante nada para conseguir sus objetivos, tenían un plan diabólico en mente y lo llevarían a cabo sin importar cuántas vidas tuvieran que destruir. Era hora de que todos estuvieran preparados para lo peor, ya que no se detendrían hasta que su sed de poder estuviera completamente saciada.

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