1

41 3 3
                                    

—Mierda, creo que moriré de un infarto—murmuró por lo bajo Trix, mi mejor amiga, inclinándose hacia mí.

Rodé los ojos.

Siempre andaba de exagerada.

—Tranquilízate, tu príncipe azul está en el equipo, no van a perder—murmuré también, con mucho cuidado de que nadie nos oyera, pero con todos los gritos de las personas, el sonido de la brisa, y la concentración que todos tenían en el juego, era muy poco probable.

Trix parecía esas típicas chicas que no sabían ni en qué continente estaban. Y aunque así fuera, ella siempre encontraba la manera de saberlo.

Y cuando se trataba de béisbol, era la primera en responder. No por nada estaba viendo el juego de su amor platónico.

—Aunque sé que es el mejor, estoy nerviosa.

Rylie, que estaba a mi derecha, rodó los ojos.

Estábamos en la primeras gradas del stadium, el equipo donde jugaban Bryce-mi hermano-, y uno de sus mejores amigos, Justin.

Los Riders -su equipo-, estaban teniendo un encuentro contra los Orange Tigers.

Lander, que estaba a lado de Trix, sin perder su vista del campo, destapó un paquete de galletas que ni puta idea dónde lo tenía guardado.

—Mierda, Lander, dame una—Trix se inclinó un poco, le robó una galleta, haciendo que él la mirara con fingida molestia.

—¿Qué te pasa, estúpida?

—Los nervios me dan hambre—explicó, robándole otra.

La partida iba una a cero, a favor de nuestro equipo, en el último inning.

Empecé a ponerme tremendamente nerviosa, si el otro equipo anotaba dos carreras más, ganaban-lo cuál no estaba tan difícil tomando en cuenta que había un jugador en segunda base-. El ambiente estaba tenso, todo el mundo podía sentir la presión del momento.

Estaban bateando los Orange Tigers, dos outs y el bateador designado hizo su entrada.

El pitcher dio el primer lanzamiento.
Strike.

—Vamos, vamos, vamos—repitió Trix, lo cual también me ponía nerviosa a mí.

Mi hermano, que era el catcher, le hizo una seña desde el Home, a Justin.

El asintió, y lanzó. El bateador hizo el swing un poco atrasado. Strike dos.

—Mierda, sí que es bueno-le comenté a Lander, el cual sabía más de esto que yo.

Lander era un ex jugador, luego de que tuviera cierta curiosidad por el básquet, y, sorprendentemente le fue mucho mejor. Por lo que, practicaba ambos deportes, hasta que se decidió por el básquet.

Una suerte servir para el deporte, yo subía las escaleras y ya sentía que iba a morir.

Me bajé un poco el crop-top blanco que tenía puesto, tratando de ocultar mi piercing en el ombligo, lo cual fue en vano.

—Mi amiga tiene buenos gustos—fastidié a Rylie con un leve condazo y una sonrisa coqueta. Ella me sacó el dedo medio.

Y no mentía, Justin además de ser tremendo jugador, ese uniforme dorado con negro le quedaba genial.

—Hablando de eso...¿Lograste hablar con él?—preguntó Trix, directamente hacia Ry.

Lander aprovechó su descuido y sacó lentamente un chocolate de su bolsillo trasero.

—Aún no he podido. Sabes que ha estado ocupado con los entrenamientos y exámenes finales—respondió ella.

—Admito que me hace ilusión que ustedes dos vuelvan—confesé, intentando no hacer un gesto tipo:

DEAR KYLER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora